El repetidor que fallaba con el fútbol

El poste de televisión se averiaba con frecuencia y dejaba sin señal a la ciudad

La tele era utilizada también como repisa en la mayoría de las casas.
La tele era utilizada también como repisa en la mayoría de las casas.
Eduardo D. Vicente
10:51 • 09 feb. 2016

En el otoño de 1963 la televisión se había convertido ya en un aparato revolucionario que amenazaba con cambiar la vida cotidiana de la gente, desde el tendero de la esquina de la calle Real hasta el abogado del bufete del Paseo. Para esa fecha funcionaban ya más de doscientos televisores en la capital y en la provincia había ochenta instalados.
Es verdad que el poste primitivo de Sierra Alhamilla era un enigma, que la señal se iba con frecuencia y que cada vez que se producía una avería, como el maldito mástil estaba a mil cuatrocientos metros de altura en un lugar donde no había carretera ni camino, el encargado de arreglarlo tardaba  medio día en llegar y otro en ponerlo de nuevo en marcha.
Es verdad que los aparatos eran rudimentarios y que la mayoría de las veces la señal llegaba con interferencias, pero a pesar de las adversidades, la ilusión por tener una televisión se fue extendiendo como la pólvora y hasta las familias más humildes se embarcaban en la aventura de una cartilla de ahorros para poder comprarse la tele y no tener que irse todos los sábados a la casa del vecino para ver la Sesión de Noche.





Novedad
Fue en octubre de 1963 cuando un grupo de comerciantes y casas productoras de televisión se unieron para sufragar los gastos precios para la instalación de un tendido eléctrico moderno que potenciara el sufrido repetidor de Sierra Alhamilla. Formaban ese  grupo de promotores: Bazar Almería, la Cooperativa de Taxistas, Brasil Radio, Radio Sol, Suministros Imualma, Capri TV, Electrobosquet, Casa Martín y Muebles Jiménez. “Ahora si que la televisión es una realidad en Almería. Quedan garantizadas las emisiones diarias y una mejor visión de conjunto”, destacaba la prensa en aquellos días. Pero ni el nuevo cableado ni la mejora en las antenas individuales evitaron que los cortes siguieran siendo frecuentes debido al escaso rendimiento del poste repetidor de Sierra Alhamilla, ya que registraba la imagen de una zona bastante lejana y además, porque en verano llegaban interferencias de emisoras extranjeras con más potencia.
En el verano de 1964 media Almería suspiraba porque el Ministerio de Información y Turismo terminara de instalar un nuevo repetidor en la Sierra de Lújar que solucionara de una vez por todas el problema. A finales de ese año ya se habían instalado mil cuatrocientos televisores en la capital y otros doscientos en la provincia.





Por fin, en el invierno de 1965, se interrumpió el funcionamiento del poste de Sierra Alhamilla y entró en acción el de la Sierra de Lújar. Para recibir la señal y distribuirla por todos los barrios se instalaron dos reemisores: uno situado en la desembocadura del río, que emitía por el canal once, y otro principal que se levantó en el Cerro de San Cristóbal, por el canal nueve. El nuevo poste obligó a los usuarios a invertir en nuevas antenas, que fueron poblando las azoteas de la ciudad. Una imagen muy habitual de aquellos tiempos era ver a los vecinos manipulando sus antenas en los terrados cada vez que se iba la señal: “A la derecha, a la derecha”, “A la izquierda, a la izquierda”, “Ahí, ahí”, le decían desde el comedor al improvisado antenista cuando la señal empezaba a verse con mayor nitidez. 





La televisión seguía extendiéndose y los vendedores hacían sus negocios gracias a un invento imparable. Comprarse una televisión era un signo de distinción, el mejor síntoma para saber cuando una familia iba progresando. En el verano de 1966, cuando la tele empezaba a llegar también a los barrios más humildes y no había casa en el centro de la ciudad donde no hubiera un aparato presidiendo el comedor, los problemas con la señal seguían siendo una amenaza como lo pone de manifesto esta nota aparecida en la prensa el 17 de junio: “La Delegación Provincial del Ministerio de Información y Turismo lamenta el corte del fluido en el día de ayer, padecido en una de las fases de alimentación del poste repetidor del río durante la retransmisión de la corrida de toros en directo”. En aquellos años teníamos la sensación de que el repetidor siempre fallaba en los momentos cruciales, que nunca se iba en la Carta de Ajuste ni en el aburrido Telediario de la sobremesa, sino cuando había toros y sobre todo, cuando televisaban algún partido de fútbol. Los parones fueron el pan nuestro de cada día durante más de una década. En mayo de 1976, el periódico contaba como el repetidor había fallado “en un momento cumbre, cuando toda la ciudad se disponía a ver un partido de la Copa de Europa”. Por aquel tiempo, cuando empezaban a venderse los primeros televisores en color, aún no podíamos ver la Segunda Cadena en Almería.
 








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