Agentes sociales junto a alcaldes intentan frenar “la muerte” del Río Aguas

Este manantial de incalculable valor es el único de Europa donde emana agua subdesértico

El manantial de Los Molinos del Río Aguas, en el Karst en Yesos de Sorbas, es un espacio único en Europa en riesgo de desaparecer. FOTO: ION HOLBAN
El manantial de Los Molinos del Río Aguas, en el Karst en Yesos de Sorbas, es un espacio único en Europa en riesgo de desaparecer. FOTO: ION HOLBAN
Javier M. de la Horra
20:43 • 28 may. 2016

La sobreexplotación de los acuíferos ha puesto en jaque a la provincia de Almería. Su tremendo descontrol amenaza ecosistemas provinciales únicos en Europa y en el mundo, espacios extraordinarios que en unos pocos años habrán desaparecido si las administraciones competentes no actúan con inmediatez. La situación es grave: el agua no es ya una cuestión local ni comarcal, sino un problema global que requiere de actuaciones urgentes en la provincia. 




No es un discurso apocalíptico. Es el caso del acuífero del Río Aguas (Sorbas), un manantial único en Europa que abastece con su agua a los municipios de Lubrín, Lucainena de las Torres, Sorbas, Tabernas y Uleila del Campo. Estamos hablando de un “espacio natural etnográfico de incalculable valor, absolutamente único en el continente, donde emana agua en un entorno subdesértico”, explica José María Calaforra,  catedrático de Geodinámica en la Universidad de Almería y Doctor en Ciencias Geológicas por la Universidad de Granada. Este manantial, el de Los Molinos del Río Aguas, es el más sobreexplotado de Almería, y podría secarse “en cuatro o cinco años” si se mantiene el ritmo actual de sobreexplotación del 300% del acuífero, que agoniza diezmado por culpa de 5.300 hectáreas de cultivos de olivos de tipo super intensivo.




La voz experta de Calaforra (realizó su tesis doctoral sobre el acuífero de Sorbas) no es la única que se alza en la provincia contra este “ecocidio”. Ni mucho menos. Colectivos sociales, comunidades de regantes, alcaldesas y alcaldes, técnicos de aguas, ecologistas y vecinos acudieron el viernes al Teatro Villaespesa de Sorbas para participar en una pionera mesa redonda informativa. Allí se puso de manifiesto que la situación, tanto en la comarca de Los Filabres-Tabernas, como en otras de Almería, es de una gravedad extrema hasta la fecha desconocida: que el agua es y será el gran reto que con urgencia deben afrontar las administraciones, ante la sobreexplotación de los acuíferos por parte de las grandes empresas y multinacionales agrícolas.




Había que estar en Sorbas para ser testigo de los sobrecogedores testimonios hidrogeológicos de Calaforra, pero también de los alcaldes, alcaldesas y responsables municipales  de Tabernas, Lucainena de las Torres, Tahal, Sorbas, Uleila del Campo y Vélez Blanco, alarmados por la “auténtica tragedia hidrológica” por la que atraviesan estos y otros tantos municipios de la provincia, tal y como reconoció Javier Martínez, ingeniero del área de Fomento de la Diputación de Almería. 




“No es cierto que ahora llueva menos, nadie puede decir eso”, aseguró este ingeniero técnico en aguas, probando su aseveración con datos pluviales incluídos en un registro histórico sobre una pantalla ante decenas de personas que abarrotaban el Teatro Villaespesa. Uno tenía la sensación allí de estar viviendo algo importante: tal vez el germen de una movilización social colectiva, cuanto menos la adquisición de una conciencia ciudadana ante un problema de suma gravedad medioambiental que pone en peligro la flora y la fauna de un ecosistema único. 




“Si nos juntamos todos con cada uno de nuestros problemas, lo convertiremos en un único problema, en el problema, y entonces nos darán una solución”, opinó José Antonio Fernández, presidente de la Federación de Regantes de Almería (Feral), quien como Antonio Cabrera, alcalde de Vélez-Blanco, acudió a Sorbas en solidaridad con la Plataforma en Defensa del Acuífero del Río Aguas, y como ponentes en la mesa, donde explicaron los problemas por los que atraviesan en el Campo de Dalías, y en la comarca de Los Vélez.




Todos echaron de menos en la mesa a algún representante de la Consejería de Medio Ambiente y Ordenación del Territorio de la Junta de Andalucía, que es precisamente la administración competente tanto en el control de las perforaciones de pozos de agua ilegales, como en la concesión de licencias agrícolas, el principal motivo de la sobreexplotación de los acuíferos. Todas las voces se dirigieron a la Junta, invitada por los organizadores pero ausente en Sorbas, a cuyos responsables solicitaron su urgente implicación.




El drama de una comarca
El drama hidrológico quedó aún más patente con los testimonios de los responsables municipales de los ayuntamientos de la comarca. El alcalde de Tabernas, José Díaz, relató cómo tuvo que reducir el consumo de agua hace unos meses en el campo tras comprobar “que el pozo de siempre, el del Alpargatero, se había secado”, y cómo el de San Bernabé “había bajado en un mes por debajo del nivel de seguridad de la bomba”. El de Lucainena, Juan Herrera, explicó que siempre había pensado que el pozo del pueblo que manaba “con un caudal de 45 litros por segundo garantizaba el servicio en el pueblo”, pero que ahora fluye “con altibajos” y su futuro es incierto. La teniente de alcalde de Uleila del Campo, María Rosa López,  opinó que “no se pueden permitir los cultivos intensivos de olivares”, a cuyos propietarios “hay que ponerles freno”; y la alcaldesa de Tahal, Trinidad Jiménez, describió la trágica situación por la que atraviesa su pueblo de 360 habitantes: cuatro años con los pozos cerrados y abasteciéndose exclusivamente a través de cubas de agua. 


Agua desalada desde Carboneras
Los alcaldes de la comarca, Acuamed y Diputación están de acuerdo en rescatar un proyecto que nació en 2006 y que está redactado desde 2009: enviar agua desalada desde la desaladora de Carboneras. Un agua destinada, primero, “para el consumo humano”, según los alcaldes y los técnicos, que además de esta medida solicitaron a la Junta “la inmediata paralización” de las extracciones de agua del acuífero por parte de las empresas que explotan los cultivos intensivos de olivos.



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