Garrucha

“La pelea no fue por el precio de las gambas. Se cagaron en mis muertos”

Según la versión de los dueños del restaurante de Garrucha donde ocurrió la reyerta, los turistas, que iban bebidos, empezaron la pelea. 

La pelea tuvo lugar en un céntrico restaurante del Paseo del Malecón de Garrucha (en la imagen).
La pelea tuvo lugar en un céntrico restaurante del Paseo del Malecón de Garrucha (en la imagen).
Rosa Ortiz
19:44 • 08 ago. 2016

La pelea en la que participaron la noche del sábado al menos una decena de personas en un restaurante del Paseo del Malecón de Garrucha, no se debió al “abusivo” precio de una ración de gambas, sino a la actitud “provocadora” y “chulesca” de los clientes que se enfrentaron, a golpes, con los dueños del restaurante. Esa es, al menos, la versión del propietario del local. Este periódico no ha conseguido hablar con la otra parte para contrastar lo ocurrido. 




Según relata, los comensales llegaron al restaurante en torno a las diez y media de la noche y se sentaron en una de las dos terrazas del local, en el sitio en el que habían estado cenando, previamente, unos clientes ingleses. Ni siquiera dieron tiempo a que los camareros quitaran el servicio y limpiaran las mesas. 




“Llegaron ocho personas y pidieron una ración de sardinas y otra de tigres, pero les dijimos que tigres, a esas horas, ya no nos quedaban. ‘Pues vaya con el restaurante, aquí no hay de nada’, protestaron. Mi hijo, que era el camarero que les estaba atendiendo, les dijo que teníamos de todo: gallo pedro, cigalas, gambas, chipirones, chanquetes...Nos pidieron dos salmorejos para ocho, dos ensaladas individuales, una ración de gambas y otra de chipirones. Y varios tanques de cerveza”. 




El dueño del bar, que acabó con una brecha de varios puntos de sutura en la cabeza después de recibir un botellazo, cuenta que los clientes, que alardeaban de ser de Vallecas, un popular barrio de Madrid, empezaron a “chulear” al camarero nada más sentarse en la terraza del establecimiento. Todo les parecía muy caro. “Empezaron a decirle que si éramos unos listos, que estábamos ganando un montón de dinero a costa de los turistas. Le dije a mi hijo que no les respondiera, que no entrara en sus provocaciones”, prosigue. 




El desencadenante de la pelea llegó poco después, a la misma velocidad que aterrizó en la mesa la factura con la cuenta de las consumiciones.El precio de todo -el dueño asegura que los clientes se bebieron quince jarras de cerveza- fueron 67 euros. La ración de gamba roja costaba 20. 




Las gambas, muy caras




“Empezaron a protestar, decían que las gambas eran muy caras, que por ese precio, en Vallecas, ellos se comían dos kilos. En ese momento, pasó un muchacho que trabaja en el puerto y les dijo que si allí estaba todo tan barato, que se fueran para su barrio. Y ahí empezó el rifirrafe. Me acerqué y les dije que no metieran jaleo, que tenía el restaurante lleno, que no quería problemas. Estaba mi sobrina, que tiene quince años y que, a veces, nos ayuda en el restaurante y le preguntaron que si era la ‘putita’ del bar. Les pedí por favor que no insultaran a la niña, que no les había hecho nada”. 




El hombre también cuenta que, como la situación cada vez estaba más tensa, conminó  a uno de los turistas, el de más edad, el que parecía “el más razonable de todos”, a que entrara con él en el restaurante para arreglar las cosas. 
Le propuso que pagaran solo las cervezas y que se fueran del local. El cliente accedió y pagó las consumiciones sin poner ninguna pega pero, al salir a la terraza de nuevo, donde aguardaban el resto de los comensales ya para irse, uno de ellos le gritó al dueño del bar: “Aquí va a venir tu puta madre a comer. Me cago en los muertos de tu madre”. 


“Cuando mentaron a mi madre reconozco que perdí la cabeza. Enganché al tío y del empujón se cayó en lo alto de una jardinera. El que había entrado conmigo a pagar, cogió una botella de la mesa y me pegó en la cabeza. Me la rajó entera. Cuando mis hijos me vieron así, con la cabeza ensangrentada, se terminó de liar”, explica. 


El dueño del local defiende que, en la reyerta, ni él ni su familia utilizaron “ninguna herramienta”, es decir, que no intervinieron cuchillos, como se dijo desde la parte contraria. “En qué mala hora se levantaron los ingleses y se sentaron estos”, dice. Lo peor, argumenta, es la “mala reputación” y la “vergüenza”. “Ni siquiera los 3.000 euros que perdí esa noche”. 


Parte médico


Según el parte médico, el domingo por la mañana, fue dado de alta el único paciente que pasó la noche en Observación del Hospital de La Inmaculada tras la pelea. El resto de los heridos fueron atendidos de diversos cortes y contusiones. El dueño del restaurante presentaba una herida abierta en la cabeza por la que recibió cuatro puntos. Su hijo tuvo que ser atendido también por un corte. Le dieron siete puntos. 



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