“Estoy encontrando lo que soñaba cuando me fui”

Eva Almaya se marchó a Madrid muy joven y se ha hecho un hueco en la tele y el teatro

Eva Almaya dice que “interpretar a Rocío Jurado me ha dado fortaleza para afrontar problemas”.
Eva Almaya dice que “interpretar a Rocío Jurado me ha dado fortaleza para afrontar problemas”.
Alberto Gutiérrez
22:25 • 26 ago. 2016

Has interpretado a Rocío Jurado en la miniserie ‘Como alas al viento’. ¿Por qué no se ha emitido?
Me lo pregunto todos los días. En 2016 se ha cumplido el décimo aniversario de su muerte, así que tal vez se emita todavía. Este es un proyecto que tuvo la propia Rocío Jurado en vida, antes de enfermar. Su familia quedó encantada con la serie.




¿Encarnar a “la más grande” ha tenido efectos secundarios?
Pues sí, de todo tipo. Mis amigas se tronchan de risa. Me dicen: ¡qué gesto de la Jurado te ha salido!. Me estudié muchos vídeos y entrevistas suyas. Era muy gestual. Por otro lado, me ha dado fortaleza. Mi madre pasó por una situación como la suya, aunque felizmente la superó. Haber interpretado a Rocío Jurado, con toda la fuerza que tuvo ante la enfermedad, me ayudó a sobrellevar lo de mi madre. Hay veces, cuando me aparecen los miedos, que mis amigos me dicen: ¡que eres “la Jurado”! Y me vengo arriba (risas).




Ernesto Sábato dice que el artista debe ser una mezcla de niño, hombre y mujer. ¿Sois de una pasta diferente?
Sí, tenemos una sensibilidad especial y poco sentido del ridículo. Y seguimos siendo niños. Me contaba el hijo de Concha Velasco, Manuel, que su madre sigue teniendo un espíritu de niña. Para mí la interpretación es un juego, me lo paso bien.




Probaste el microteatro. ¿Qué te aportó?
Es algo muy diferente al teatro normal porque el público está pegado a ti. En una actuación con Cecilia Gessa, pareja de Carlos Bardem, vino el hermano de éste, Javier. Al terminar nos tomamos una cerveza y Javier Bardem nos decía que nos admiraba por actuar con esa cercanía del público. Desde el punto de vista empresarial me dí cuenta de eso de “zapatero a tus zapatos”. El teatro funciona muy bien en Madrid y en Barcelona de martes a domingo, pero en una ciudad pequeña no puedes rentabilizarlo con dos días a la semana. Perdí dinero pero gané dignidad. Recibo con la misma humildad el éxito y el fracaso.




La Eva Almaya que se marchó a Madrid con veintitrés años ¿ha encontrado lo que soñaba yendo por Despeñaperros?
Lo estoy encontrado. He tardado... (risas). Pensé que iba a ser más fácil y más rápido. Mi madre me decía que no tuviera prisa. Creo que el éxito es poder hacer lo que uno quiere. Antes podía tener el sueño de ganar un Óscar, pero para mí el éxito es también lo que he ido descubriendo en la vida.




¿El “no a la guerra” de los actores ha marcado a la profesión?
Marcó el inicio del posicionamiento de los actores en la política. Hay actores muy activos y tengo amigos que se posicionan abiertamente. Lo respeto mucho. Pero creo que estamos para otra cosa, que somos marca blanca. Quizá tu trabajo se desvirtúa si creas simpatías y antipatías, pues ya no ven al personaje que interpretas sino al actor que se posiciona. Pero, ya digo, es muy respetable.




Tienes una hija y hace poco te pasó algo curioso...
Viajaba de Madrid a Almería y paré en una gasolinera. No había cambiador para bebés y le cambié los pañales a mi hija en un rincón, alejada del mostrador, como me sugirió la dependienta. Le dije que debía ser madre por lo resolutiva. Me preguntó qué tiempo tenía mi hija y le dije: seis meses. La escuché decir: “se llama Vera”. Es el nombre de mi hija también, pero entendí que me preguntaba si se llamaba Vera, lo cual me sorprendía. “Se llama Vera y nació el uno de diciembre de dos mil catorce”, dijo. ¡Exactamente el mismo día que mi hija! No dábamos crédito las dos. Nos mirábamos como en el Oeste. Era de película. Entró mi novio y le pedí que dijera cómo se llamaba nuestra hija y el día que nació. Fue una casualidad increíble. Cada vez que hago este viaje paro en la gasolinera a saludarla.




Eres muy almeriense también, ¿no?
Fíjate si lo soy que me vine a los ocho meses de embarazo a Almería para que naciera mi hija y que se impregnara del aire de aquí. ¿Hay algo más almeriense que eso? ¡Me gusta hasta el viento! (risas). 



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