“Si metemos la pata en las redes, como en la vida, perdón y para delante”

Manu Moreno es uno de los periodistas más influyentes de internet en España y fundador de Trecebits.com, la web de referencia en lengua española sobre inte

Manu Moreno, almeriense, es uno de los periodistas más influyentes de internet en España.
Manu Moreno, almeriense, es uno de los periodistas más influyentes de internet en España.
Evaristo Martínez
01:00 • 24 sept. 2016

Aprender, con humor, a golpe de tuit errado. Este es el objetivo de ‘Yo también la lie parda en internet’ (Alienta), tercer libro de Manuel Moreno (Almería, 1978), que presenta en la Villaespesa el próximo jueves 29 a las 20 horas.




¿Cómo nace la idea de recopilar tantos fallos?
En un principio iba a ser mi segundo libro pero había que seguir una secuencia lógica: tras el primero [‘El gran libro del Community Manager’ (Gestión 2000, 2014)] dedicado a perfiles profesionales de empresas había que enseñar a la gente de la calle cómo utilizar y sacar partido a las redes sociales [lo que hizo en ‘Cómo triunfar en las redes sociales’ (Gestión 2000, 2015)]. Ahora que ya sabemos usarlas, vamos a ver cómo lo hacen los demás y en qué se han equivocado para no hacerlo nosotros. Hay que desmitificar el miedo al error: si lo hacemos, hay una serie de protocolos y seguimos para delante; como cuando pisas a alguien en el metro o tiras un vaso en un bar. 




Así que se trata de aprender de los errores sin perder la sonrisa.
La idea del libro es contarlo de manera divertida: son cien historias de personajes famosos, periodistas, empresas, gente desconocida... que han metido la pata en las redes. Tratamos con respeto esos errores y poniéndole humor vamos a ver en qué se equivocaron, si pusieron medidas y cómo reaccio­naron.




Entre esos cien casos reseñados hay dos almerienses: David Bisbal y Carlos Herrera. 
David Bisbal fue de los primeros en equivocarse en las redes sociales, lo que pasa es que lo hizo varias veces. Con el tema de las pirámides se creó la etiqueta #turismoBisbal que a día de hoy sigue estando activa. Aquello fue en 2013, cuando Twitter estaba empezando a popularizarse, y hoy las utiliza mucho mejor, sin cometer aquellos errores. Bien es cierto que desde entonces se le ha mirado con lupa aunque lo de las pirámides fue más candidez que otra cosa.




El caso de Carlos Herrera fue un selfi que se hizo en París, cuando los atentados. Él reaccionó muy bien, retuiteando los montajes que la gente hacía a partir de aquella imagen, incluso eligiendo su favorito. Es una forma de reaccionar con humor cuando las redes se vuelven en tu contra.




También recupera célebres ‘pilladas’.
Sí, Fátima Báñez y José Antonio Monago jugando con el móvil y tuiteando que habían conseguido un récord. O el caso de Cañizares, quien subió una foto de su mujer en la ducha y en vez de asumir el error dijo que había sido su hija de dos años. Que puede ser, vamos, pero... (risas). Hay muchos casos: meteduras de pata y gente que no reacciona bien, como Paula Vázquez, quien tuiteó su número de teléfono y empezó a recibir cientos de llamadas. El caso es sacar siempre un aprendizaje.




¿Ha conseguido recabar opiniones de aquellos que la liaron parda?
Lo intenté con todos pero de las cien historias hay solo quince o veinte entrevistas. No todos quieren revivir ese momento. Es el mismo miedo al fallo en las redes sociales, tenemos mucho pudor y nos da vergüenza decir cosas más personales. Tenemos que mostrarnos en las redes sociales tal y como somos en la vida real, no hay ningún problema. Yo soy periodista pero tuiteo cuando juega el Almería: si soy de aquí y sigo al equipo, ¿por qué no voy a animarles? Es algo que humaniza mi perfil, no creo que enfade a los del Madrid, el Barcelona o el Sevilla.




¿Llegó entonces a contactar con todos los protagonistas que menciona?
Sí, aunque muchos no hayan querido salir sí sabían que se iban a publicar estos casos. El objetivo del libro no es en absoluto reírse de la gente: aunque esté tratado con humor, existe mucho respeto.


En algunos casos, los errores tienen consecuencias: el cineasta Nacho Vigalondo perdió su colaboración con ‘El País’ por unos comentarios desafortunados.
Sí, hay que ser consciente de eso. Al igual que en un bar no te vas a poner a criticar al PP o al PSOE a voz en grito porque alguien te acabará diciendo algo, en las redes sociales igual: antes de enviar un tuit, un pasito atrás y ver qué implicaciones puede tener. En el caso de Vigalondo -él mismo lo dice- tuiteó estando borracho. Cuando llevamos unas copas de más en la calle, acabamos diciendo cosas que no deberíamos. Y en las redes pasa igual. Además, Vigalondo tardó tres o cuatro días en pedir disculpas.


Lo que sí recomienda es pedir perdón antes que borrar los comentarios.
Sí, por supuesto. ¿Por qué vamos a borrar el mensaje si el fallo ya está cometido? Si somos un personaje público o el error ha sido tremendo, da igual que lo elimines porque ya habrá gente que le haya hecho un pantallazo aunque sólo haya estado visible dos segundos. Hay que pedir disculpas casi como hizo el rey: lo siento, me he equivocado, no volverá a ocurrir. Y seguimos para adelante, como hacemos en la calle.


Pedro Sánchez es otro de los que sienten el peso del pasado en la red.
El libro recoge un tuit que escribió diciendo que estaba en Soria, “cuna de Machado”. Hay muchos políticos que han cerrado sus perfiles para limpiarlos y luego han vuelto a abrirlos. Eso es una tontería: existen los pantallazos, incluso un movimiento llamado Politwoops que recopila tuits de políticos de todo el mundo.


El libro también recoge perfiles de ‘community managers’ que han destacado por su ingenio.
Cuando gestionas perfiles de una empresa tienes que hacer un estudio previo. Uno de los errores más comunes es que el empresario no designa a alguien para que lleve las redes sociales y lo hace cualquiera: ahí nos enfrentamos a un peligro de crisis 2.0 muy grande. Pero hay muchos casos distintos. Por ejemplo, en el libro recojo la historia de una empresa [la cadena de comida rápida australiana Chicken Treat] donde el ‘community manager’ es una gallina. Eso no le vale a todos, claro, pero ellos lo están haciendo muy divertido. También destacan la Policía Nacional y la Guardia Civil. Otras empresas metieron la pata, como Nestlé, que prometió que si Edurne quedaba por encima del décimo quinto puesto en Eurovisión iba a regalar un Kit Kat a todos los que hicieran retuit y al rato dijeron que sólo era para los dos mil primeros.


¿Cómo ha sido el proceso de recopilar todas las historias? 
Son cien casos seleccionados pero tengo guardados muchísimos más. La idea nació casi cuando se publicó el primer libro, así que han sido casi tres años de ir guardando recortes y después hacer la selección. Ha sido un proceso mucho más laborioso que el de mis dos anteriores obras.


El título ‘Yo también la lie parda en internet’ remite a una expresión, hoy muy conocida, que se hizo popular gracias a un video en YouTube. Expresiones presentes asimismo en el libro que se han incorporado a nuestro habla. 
Sí, eso de ‘No te lo perdonaré jamás, Manuela Carmena. Jamás’ lo decimos entre amigos. Las redes sociales son parte de nuestro día a día, así que es normal que incorporemos esas expresiones, como hacemos con las cosas que pasan en la calle. 


¿Cuáles son sus historias favoritas o con las que más se ha reído?
Es muy divertida la de Remedios Cervantes, cuando se quejaba de que desde España no se pudiera votar a Edurne en Eurovisión. Me reí muchísimo en su momento. Pude entrevistarla para el libro y me contó que ha montado una empresa para llevar redes sociales y que aquello era un experimento de marketing de proximidad, algo que no me creí en principio. Pero luego investigué los tiempos de los tuits y sí que encaja.


También me gusta la última que recojo, porque es muy curiosa y pude hablar con el protagonista: un neoyorquino que no consiguió celebrar con sus amigos su despedida de soltero, algo que se hizo viral. 
 



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