Árboles monumentales

Mar Verdejo
01:00 • 01 oct. 2016

Cuando un municipio quiere alardear de que se preocupan por el medio ambiente, una de las cifras que barajan es el número de árboles plantados. A veces se talan árboles de más edad para plantar nuevos y juveniles recién salidos del vivero. Dice un poema de Hsu Ning (China, siglo IX). “El viejo árbol se inclina sobre el antiguo camino, ya no hay flores en sus ramas ni hierba a sus pies. Los caminantes no vieron al árbol en su juventud pero el árbol los ha visto envejecer, poco a poco a todos”. 
Los árboles grandes y maduros, además de ser nuestro legado, son importantes para el clima y los ecosistemas. Actúan como grandes captadores de emisiones de carbono combatiendo el cambio climático, limpian el aire, proporcionan oxígeno, refrescan el ambiente, conservan la energía, etc. Según la American Forest: “Un árbol maduro podría satisfacer la necesidad de oxígeno de dos seres humanos al día”. Nos encontramos ante un valioso patrimonio natural que con frecuencia pasa desapercibido. Hay árboles y arboledas excepcionales por su belleza, longevidad, originalidad, vinculación con el paisaje o importancia cultural, histórica, científica y educativa. No hay semana que no me envíen, o vea, imágenes y noticias de talas de estos bellos y majestuosos árboles que nos cuidan, a pesar de la desidia y el miedo que les tenemos. Este miedo tiene un nombre y se denomina dendrofobia. Y me preguntan: ¿cómo podemos protegerlos? Sensibilizar sobre su importancia está bien; pero solo con leyes se pueden proteger nuestros árboles monumentales. Por ejemplo, en Andalucía no hay ninguna ley, solo hay un inventario de árboles y arboledas singulares que da a conocer dónde están y el por qué son únicos. La Consejería de Medio Ambiente inició una campaña llamada “Encuentra tus Raíces” para concienciar de la importancia de preservar estas leyendas vivas, testigos del paso del tiempo en nuestros bosques, contribuyendo así al conocimiento de nuestra flora más singular y alentando la conservación de este legado natural para el disfrute de generaciones venideras. El bosque y, por tanto, los árboles son imprescindibles para nuestra supervivencia. ¿De qué sirve un inventario o un catálogo si no los tenemos protegidos? ¿Qué podemos hacer? Lo primero es poner las leyes de su parte, porque sólo ellas pueden protegerlos y, para ello contamos, por ejemplo con la protección jurídica propuesta por el Departamento de Árboles Monumentales de la Diputación de Valencia y que, sorprendentemente, acaban de cerrar. Esperamos que este paso se pueda aún rectificar y pueda imitarse en más sitios, porque los árboles necesitan con urgencia este tipo de organismos: A ellos, no les estamos dando muchas opciones. Esta protección jurídica es una ley que defiende el Patrimonio Natural, Histórico, Cultural y Social para garantizar la continuidad de los árboles monumentales y su legado. Además proponen una ordenanza municipal tipo para proteger el arbolado de interés local, dándoles amparo para la protección en materia urbanística, parques y jardines, patrimonio histórico-artístico y de protección del medio ambiente y turismo, la cual puede ser promovida por cualquier colectivo en su municipio. A los árboles monumentales hay que garantizarles atención sanitaria continua y adecuada; estar tutelantes y saber cómo ir a visitar a estos mayores, porque las cosas que pensamos que son normales y bonitas, pueden dañar a los árboles monumentales, como por ejemplo abrazarlos. Un abrazo no hace nada, pero muchos dañan: Como dice la campaña “hay amores que matan.”
No les damos tregua: quemar, talar, mutilar, etc. a los árboles es un negocio, y cuando había un reducto en la administración para protegerlos, y tendría que ser ejemplo a imitar, por cambios de timón en el barco desaparece. Cuándo comprenderemos que los árboles no entienden de nuestros tiempos, codicia, envidia, etc., ellos impasibles, como en el poema, permanecen a nuestro lado y, si los dejamos tranquilos y/o protegemos, ellos harán lo mismo en las generaciones venideras. Los árboles parece que no pintan nada y hay que recordar que sin ellos no hay vida. ¿Quién les da amparo? 







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