La gran huerta de Europa en riesgo a causa de la falta de agua

Aunque el año ha sido muy seco, el principal problema es la sobreexplotación

Campo de lechugas en la zona del levante almeriense
Campo de lechugas en la zona del levante almeriense
Javier M. de la Horra
10:13 • 04 ene. 2017

La escasez de agua ha dejado de ser un problema local para convertirse en el gran reto al que se enfrenta Almería, una provincia árida donde la agricultura intensiva es el pilar de su economía. La principal huerta de Europa atraviesa por una situación alarmante.




La sobreexplotación de sus acuíferos (aguas subterráneas), que proporcionan más del 80% del agua que se consume en los hogares y en el riego, se ha extendido desde el gran polo agrícola del Poniente (Campo de Dalías) a otros lugares de la provincia. Se está extrayendo mucha más agua que la que entra en los acuíferos (a través de la lluvia o la nieve), y el equilibrio medioambiental ha saltado por los aires.




En los últimos años, esta sobreexplotación se ha expandido desde el Poniente a los acuíferos de Los Filabres-Tabernas o Los Vélez, donde las bolsas de agua subterránea agonizan de sed dejando estampas desoladoras en superficie: ecosistemas únicos en Europa como Los Molinos del Río Aguas (Sorbas) amenazan con desaparecer, y fuentes y manantiales milenarios se han ido secando en comarcas como el Poniente, Los Vélez o Los Filabres.




Actuar
Los síntomas están ahí, a la vista de todos nosotros, y la necesidad de actuar se presume tan necesaria como urgente. “El motivo de la sobreexplotación no es otro que la mala planificación en el mundo de la agronomía: la administración ha dado autorizaciones y permitido cambios de uso del suelo durante años sin control, que nos han llevado a la peor situación hidrológica de la última década”, opina José María Calaforra, catedrático de Geodinámica en la Universidad de Almería y uno de los mayores expertos en hidrogeología de Andalucía.




Calaforra insiste en que las soluciones para recuperar estas aguas subterráneas han de adoptarse “de forma inminente”. “Se ha generado un gran problema, y ahora se requiere de una solución urgente y complicada”, valora.




Más cultivos
Entre 2010 y 2015, la superficie de invernaderos ha crecido un 10,5% en Almería hasta alcanzar las 29.596 hectáreas, según la Consejería de Agricultura, Pesca y Desarrollo Rural (Sigpac), que ha identificado las parcelas agrícolas a través de un estudio por satélite y cartográfico, tanto en las zonas de costa, como de interior.




Refugio del capital tras la crisis del ladrillo, la apuesta por la agricultura ha ido más allá de la implantación de nuevos invernaderos en colinas yermas y suelos ganados a la montaña.




Nuevos modelos
El frenesí agrícola ha sido tal, que durante los últimos años ha dado paso a otros modelos de cultivos en lugares insólitos de la provincia, “sin tener en cuenta las reservas de agua en esos suelos”, como señala un ingeniero agrónomo que trabaja para la principal entidad de crédito de Almería.


Es lo que ha ocurrido con el gran olivar situado en los términos municipales de Lucainena de las Torres, Tabernas, Tahal y Uleila del Campo (localidades de la comarca Filabres-Sierra Alhamilla), donde en menos de cinco años –entre 2009 y 2013- y según los datos del Instituto de Estadística de Andalucía, se han plantado más de 3.600 hectáreas de olivos cuyo regadío requiere de sistemas de cultivo superintensivo (es decir, mucha agua extraída de un acuífero que se alimenta de la lluvia en un lugar con un escaso régimen de precipitaciones).


Solo así se explica, según los alcaldes de estas localidades, el drama hidrológico por el que atraviesa la comarca. “El pozo de siempre, el del Alpargatero, se ha secado, y el de San Bernabé ha llegado a bajar por debajo del nivel de seguridad de la bomba”, relata el alcalde de Tabernas, José Díaz, preocupado por el futuro del pueblo después de verse obligado a reducir el consumo en el campo para garantizar el agua entre los vecinos.


Racionamiento
“Primero son los vecinos, y luego ya veremos…”, mantiene Díaz, que no ve manera de recuperar el acuífero “si se sigue extrayendo agua”. “Las confederaciones otorgaron licencias sin tener en cuenta la previsión de consumo de agua ni la capacidad del acuífero”, recuerda. “La solución para el abastecimiento no es otra que la llegada de agua desalada”, considera el alcalde, que tiene claro que la Junta de Andalucía, el Ministerio y la Diputación “tienen que remar juntos”, o de lo contrario “no se hará”.


La teniente de alcalde de la vecina localidad de Uleila del Campo, María Rosa López, va más allá y se queja de la licencia otorgada al olivar: “No se pueden permitir los cultivos intensivos de olivares en estas tierras de secano, hay que ponerles freno”.


Lechugas
El del olivar no es un caso aislado en la provincia. Existen otros, como el de las aproximadamente 500 hectáreas de cultivos de lechugas que han sido plantadas en los campos de María y Orce (Granada), cuyo riego amenaza el futuro de la comarca de Los Vélez, según augura el alcalde de Vélez-Blanco, Antonio Cabrera. “La vida en Los Vélez gira en torno al agua, y si falta el agua, la comarca tardará poco en desaparecer. Es terrorífico ver cómo se van secando nuestras fuentes, y todo por culpa de cuatro multinacionales (en referencia a las empresas que cultivan lechugas) que nos están robando el futuro”.



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