Pintor del símbolo y la metáfora

La crítica de arte y escritora Antonia Bocero analiza la evolución de Rafael Gadea, pintor que ha seguido de cerca en sus artículos

Obra del desaparecido Rafael Gadea.
Obra del desaparecido Rafael Gadea.
Antonia Bocero
21:46 • 06 ene. 2017

Para todos ha sido una triste sorpresa que Gadea ya no esté entre nosotros. Gadea era de esas personas a las que se las quiere, y de esos artistas que dan al arte algo muy especial, como es poseer el don de elaborar un arte de ‘vislumbre’; ese que se instala, que compromete al artista, y que finalmente es obra de arte.  




Rafael Gadea nació en Barcelona en 1953, si bien podemos considerarlo como un pintor de la tierra, ya que en Almería pasó buena parte de su niñez, y en ella ha vivido desde 1970. Dentro del panorama artístico almeriense, Gadea pertenece al  grupo de los 80, el cual, aportando cada uno de ellos sus propios valores, se ha logrado que el panorama del arte almeriense camine por los senderos de las vanguardias surgidas a lo largo del s. XX. En cuanto a su trayectoria, desde que en el 82 realizara su primera exposición individual, raro fue el año en que no participó en Certámenes, Bienales o Ferias. Por citar algunas, se le pudo ver en el IX Certamen Nacional de Pintura (Almería 1984), en ‘Arco 86’ (Madrid) o en la Bienal Internacional de Almería de 1994 -seleccionado con el título Ventanas mirando no se sabe bien a dónde.




No se puede dejar de destacar el Rafael Gadea ilustrador, donde deja la impronta de su fino espíritu artístico, como vemos en  Zéjel nº 1, Cuadernos andaluces, Libro-catálogo sobre la obra de Juan Goytisolo y Antonio Saura, Encuentros. Homenaje a José Hierro o Cuaderno de Aula de Poesía (Almería, 2002), dedicado a Ángel González. 




En los últimos años he visto las muestras que Gadea ha presentado en diferentes espacios de la provincia. Durante estas visitas he tomado notas y he dejado mis impresiones en algún artículo de opinión: Gadea, reflexivo y personal, ha ido evolucionando hacia un lenguaje menos centrado en la figura humana. En su obra combina el surrealismo, el cubismo y la abstracción. En cuanto a los materiales y técnicas que utiliza, son diferentes, y no se apega a ninguna en especial; porque lo significativo es hallar el medio de expresión más adecuado para la obra. 




Hemos ido viendo que cada trabajo parece tener su tiempo; que las horas previas a la creación fueron lo importante. La clave está -dice el pintor- en el tiempo que dedicas a pensar, a mirar. Entonces aparece la grieta, la mirada alegre o derrotada del hombre; aparece ‘algo’. Ese ‘algo’, con frecuencia, es su cara. Tenía Gadea algo de Rouault, en el sentido de que cada alma, cada rostro, esconde un drama, aunque él trató el tema en positivo: “intento dar alegría a esa vida”.




El pintor que ha jugado con el símbolo y la metáfora; con los rostros y las miradas. En su viaje por los espacios abiertos, descubre lo íntimo en lo que es universal al hombre: el cielo, la tierra. En definitiva, nos ha ofrecido unas obras llenas de belleza y talento. 






Temas relacionados

para ti

en destaque