Que mientras haya vida haya esperanza

La esperanza es el mayor estímulo vital con el que contamos, una actitud vital imprescindible para alcanzar nuestras metas, y por eso no solo debe de ser lo último que se pierde, sin

Fotograma de la película de ‘La teoría del todo’, protagonizada por Eddie Redmayne.
Fotograma de la película de ‘La teoría del todo’, protagonizada por Eddie Redmayne.
Verónica Díaz
22:06 • 10 mar. 2017

Una de las cosas que cuento en mi libro (‘Diecisiete: cuando desperté el dinosaurio estaba allí’) y que me he dado cuenta que cala especialmente en los lectores, es cómo el VIVIR INTENSAMENTE –y así, con mayúsculas- es una decisión que tenemos que tomar cada mañana cuando vamos a enfrentarnos al nuevo día. Y el hecho de que sea una decisión implica que tenemos el poder de elegir que sea así en lugar de otra manera, que es una elección propia y que no depende de las circunstancias que atravesemos sino de nuestra actitud ante ellas. Porque que levante la mano el primero que no se haya sentido alguna vez preso de las circunstancias, sin saber que muchas veces lo que interpretamos como malo solo es una cuestión de perspectiva.




Últimamente ha habido muchos cambios en mi vida y en la de muchas personas cercanas a mí, y he observado las diferentes actitudes con las que cada uno nos enfrentamos a ellos. Están los que se convierten a sí mismos en víctimas de las circunstancias, los que perciben el cambio como un motor de vida positivo, los que se dejan avasallar por el miedo a lo desconocido, los que intentan aferrarse a lo bueno que aporta lo diferente, e incluso, los que pasan por todas las etapas anteriores, tambaleándose con su ánimo desde un extremo hasta el otro. 




Y resulta que hay un rasgo muy sencillo -que como todo lo que es verdaderamente sencillo, suele resultar complejo-, que es un factor común para aquellos que ven la vida con una mirada más amable, que se adaptan mejor a los cambios, que sonríen más a menudo y que suelen alcanzan sus metas, y ese algo es tener esperanza.




Actitud y motor
Porque la esperanza no es sólo una forma de fe pasiva en la que dejas en manos del destino que se te resuelva la papeleta, sino que es una actitud, una forma activa de afrontar la vida, un motor de nuestra existencia que nos estimula para luchar por nuestros objetivos. Cuando tienes esperanza no solo tienes una visión optimista de los resultados de tus acciones, sino que te esfuerzas con decisión y confianza en que todo salga bien utilizando las capacidades que posees y preguntándote a ti mismo qué puedes hacer para que el futuro sea mejor, para conseguir cumplir tus mejores deseos.




Y ahí está la clave, en luchar por conseguir ser quienes queremos ser con todos nuestros recursos y con la confianza de que nunca nos podremos arrepentir de habernos esforzado por algo en lo que creemos.




La esperanza no solo debe ser lo último que se pierde, sino también, lo primero que se encuentra, ya que sin ella nada tendría sentido pero a su lado no hay murallas que nos contengan. La esperanza es esas ganas de vivir a las que se aferra un enfermo y con las que consigue sacar la fuerza y el coraje necesarios para salir adelante o para vivir con ilusión sus últimos días; es esa convicción de que nuestros sacrificios nunca son en balde y de que con cada acción sembramos en la tierra fértil que es nuestra vida. 




Y no es que tener esperanza sea garante de éxito, porque no son pocas las veces en las que nos dejamos la piel en un barco que no llega a buen puerto, pero es que esto no se trata de dar por hecho nuestros deseos, como niños caprichosos que no aceptan un no por respuesta cuando piden un dulce, sino de apostar por nosotros mismos con la creencia de que aunque la vida tenga reveses, somos capaces de superarlos y de superarnos siempre que estemos dispuestos a trabajar por ello. 




Contagiar esperanza
La ciencia dice que la esperanza correlaciona positivamente con la salud y la longevidad, y lo que es más bonito aún, que no solo es aprendida, sino también contagiosa. A ver si iba a resultar que todos los virus eran malos y que una no puede ir tranquilamente por la calle y que alguien te estornude encima agradecimiento, espíritu de lucha y felicidad. Si no las tenemos ya en casa, siempre se pueden pedir prestadas las gafas con la que se ve la vida color verde. Que no hay nada más bonito que sentir que alguien te inspira porque es capaz de hacerte sentir que calzas sus zapatos y que has aprendido de su experiencia un ingrediente nuevo para añadir a tu vida y hacerla unas veces más dulce, y otras más salada.


La esperanza es esa especie de “a Dios rogando y con el mazo dando” que nos hace SENTIR que mientras haya una mínima posibilidad de cumplir nuestros sueños, nos vamos a aferrar a ella y la vamos a conquistar, porque no hay nada que perder cuando el NO ya lo tenemos, y porque mientras hay vida SIEMPRE hay esperanza.



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