El puente del instituto y de la estación

Fue el primer puente que se construyó sobre el lecho de la Rambla. Las obras comenzaron en 1902

Eduardo D. Vicente
15:00 • 31 mar. 2017

Conocimos el viejo puente del instituto, con su calzada central para el tráfico de los vehículos y con sus pasarelas laterales cubiertas de chapas de hierro. Su verja fatigada que empezaba a tambalearse, y aquellas farolas incrustadas sobre los antiguos pilares de piedra que recordaban como fue el puente en sus orígenes.

En realidad era el puente que unía el centro de la ciudad con el camino de la estación, pero para muchos de nosotros era el puente del instituto, por el que cruzaban los jóvenes que desde el otro lado de la Rambla iban al Celia Viñas dos veces al día. 

Su historia empezó a finales del siglo diecinueve cuando después de la grave inundación de 1891 se abordó la imperiosa necesidad para la ciudad de desviar las ramblas. Seis años después, en 1897, una vez acabadas las obras de encauzamiento, Almería se preparaba para iniciar un despegue urbanístico que buscaba el crecimiento hacia los terrenos próximos a la estación del ferrocarril. Con la Rambla terminada, faltaba la construcción del puente. En julio de 1901, casi tres años después de que el Gobierno accediera a su construcción, se expropiaron las casas e inmediatamente salieron a concurso las obras, cuyas dos primeras subastas quedaron desiertas. 

De nuevo se retrasaba el proyecto, una vez más la ciudad se lamentaba de haber caído en el olvido, y clamaba para que saliera alguien dispuesto a ejecutar los trabajos. Hubo que esperar al mes de enero de 1902 para que las obras se adjudicaran por la cantidad de 99.637 pesetas al ex-diputado a Cortes e ilustre ingeniero naval, don Salvador Torres Cartas.  Por los servicios prestados a Almería, nuestras autoridades decidieron años después, en junio de 1913, que una de las calles históricas de la ciudad, la del Emir, cerca del Hospital Provincial, llevara el nombre de Salvador Torres Cartas.

En febrero de 1902 varios piquetes de obreros trabajaban ya en turnos de mañana y tarde sobre el cauce abriendo las dos grandes zanjas sobre las que se iban a emplazar los pilares del puente. Un año después del comienzo de las obras, el puente sobre la Rambla estaba a punto de terminarse. Durante los días 18, 19 y 21 de abril de 1903 se estuvieron verificando las pruebas de resistencia del puente, que presentaba un aspecto colosal con su hermoso paseo central para caballerías y vehículos y sus dos pasos laterales para los peatones. 

En mayo quedó abierto al servicio público, por lo que la ciudad conseguía así uno de sus grandes anhelos: unir el centro con el otro lado de la Rambla por una vía principal, lo que significaba el primer paso para la urbanización de toda la manzana de la estación, llamada a ser el futuro en el crecimiento de Almería hacia levante. 

Las autoridades habían previsto que la inauguración del primer puente sobre la Rambla fuera festejada con todos los honores, pero el contratista de las obras, don Salvador Torres Cartas, desistió de programar cualquier acto lúdico en vista de los tristes sucesos ocurridos unos días antes, cuando murieron tres personas, dos de ellas menores de edad, por disparos de la Guardia Civil durante los incidentes acaecidos en la manifestación obrera del primero de mayo. 
El puente de la Estación, como también se conoció a aquella primera pasarela que levantó la ciudad sobre el lecho de la Rambla, mantuvo su formato original durante décadas. Almería fue creciendo, el tráfico de carros dio paso al de vehículos de motor, y el viejo puente siguió soportando el paso del tiempo y la llegada del progreso con la fortaleza de su resistente esqueleto de hierro. 

El viejo puente necesitaba una remodelación, que se llevó a cabo en la primavera de 1949. La reforma consistió en hacer desaparecer el bombeo que tenía en sus extremos, posición que se le dio para facilitar los transportes pesados que por él circulaban en tiempos de la construcción del dique de levante. Aquel trozo de Almería que empezó a crecer con el encauzamiento de las ramblas, fue convirtiéndose en zona de expansión con la construcción de nuevos barrios sembrados de grandes edificios a partir de los años sesenta. Para entonces ya se había construido la Estación de Autobuses y la zona de Altamira, la Carrera de los Picos y Montserrat eran barrios súper poblados llenos de familias jóvenes. No es de extrañar que el viejo puente siguiera envejeciendo a diario con tanto tráfico y que en 1968 se planteara una nueva remodelación: “El estado actual del puente pide una urgente reforma y su ensanche para dedicar a calzada todo el espacio actual de las aceras y construir unas aceras voladas que solucionen su estrechez”, pedía la prensa.
 







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