La tapa, qué cruz, Jordi

Antonio Jesús García
01:00 • 19 abr. 2017

Jordi Cruz, en su momento el chef más joven de España y segundo en el mundo en obtener una Estrella Michelín, es popularmente conocido por ser jurado del programa de TVE MasterChef. Durante una presentación televisiva de su libro Tapas con rock’n’roll, mostró su sorpresa al enterarse de que existían bares con tapas de cortesía más allá de unas aceitunas. 
Resulta incomprensible que uno de los grandes nombres con más proyección de futuro del panorama culinario español muestre tan supina ignorancia en cuanto a las costumbres culinarias de su país se refiere. A veces suceden esas cosas, que uno alberga más conocimientos de lo que se cuece en el delta del Mekong que de lo que ocurre a la vuelta de la esquina.
De entrada, el afamado cocinero da la imagen de estar poco viajado, pues no son pocas las regiones de España en las que, junto a la bebida, uno puede degustar tapas de calidad incluidas en el importe de la bebida. Insisto, inconcebible que un cocinero de su categoría desconozca un hecho así.
De unos años acá, la tapa se ha convertido en una seña de identidad de la gastronomía andaluza y española, y en uno de los elementos más exportables e identificables de nuestra idiosincrasia. Dejando de lado inciertas leyendas acerca de los supuestos momentos de su invención, entre los que se encuentra Almería, lo cierto es que no parece haber dudas al situar su origen en Andalucía.   
Continuos son los festejos, ferias y rutas organizadas con los que muchas poblaciones pretenden promocionar y dar a conocer sus peculiaridades gastronómicas. Curiosamente, hace un año, en una encuesta de un digital para averiguar cuál era la mejor ciudad de España para tapear ganó León, seguida de Almería y Granada.
En nuestra ciudad, desde hace ya algunos años, la Asociación Provincial de Empresarios de  Hostelería de Almería (ASHAL), en colaboración con diferentes organismos e instituciones, organiza la Ruta de la Tapa o el Festival Tapas de Película, entre otras. 
Generalmente estos actos se organizan, digamos, con un carácter casi endogámico y se promociona y fomenta el consumo entre los habitantes de la ciudad y visitantes ocasionales, sin la pretensión de una promoción exterior.
No es la primera vez que un cocinero de prestigio se destapa como un perfecto desconocedor de la gastronomía patria, puesto que, hace algún tiempo, el popular Karlos Arguiñano cocinó por televisión unos Papaviejos de los que en Pechina aun se deben estar partiendo de risa. No estaría mal que en una próxima ocasión la organización invitase de jurado a alguna de estas personalidades, para que conozcan de primera mano las bondades de nuestro lujo gastronómico. 







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