Lo siento por ellos

La imagen final del Almería 2 Mirandés 0 me hizo viajar al pasado cuando el Ourense nos bajó a Segunda B con 15.000 aficionados en el Juan Rojas.

Me sentí mal al ver a los jugadores celestes llorando en el campo. Las imágenes de la televisión eran muy duras y decía a mi corazón: “Que Dios nos libre”.

Lamenté el llanto de los futbolistas, pero tenía claro que ellos se duchan y se olvidan. Bajan al Mirandés y mañana pueden jugar en el Lorca y no perder la categoría.

Los que realmente pierden en esta historia son los que quieren y los que aman al Mirandés. Sus dirigentes y sus socios. Sus aficionados de toda la vida. Lo demás es pura profesionalidad.

Los que hemos vivido un descenso de categoría tenemos claro que pierde toda una provincia con un descenso y los jugadores a la larga son los que menos cargan con la cruz. Hoy aquí y mañana allí.

Tenemos tan cerca el descenso que uno se pone en la piel del Mirandés y entiende como lo estarán pasando sus aficionados.

No han bajado por perder en Almería. Eso lo tengo claro. Han bajado sus profesionales y ahora buscarán nuevo destino, ellos, los seguidores saben que verán fútbol de inferior categoría.

Un abrazo grande para los aficionados de un club que le cae bien a toda España. Duele decirle adiós y ver llorar en el campo a los que no pudieron impedir el descenso.

Dice un refrán verdadero que “cuando las barbas de tu vecino veas cortar, pon las tuyas a remojar”, eso deben de hacer ahora los jugadores del Almería: mirarse en ese espejo.

Duele mucho perder la Liga Profesional.

Hay que defenderla con uñas y dientes y como dijo Pablo Alfaro: “Hasta aquí llegamos”.