¿Por qué no necesitan hoteles en Albarracín?

Albarracín, `el pueblo más bonito de España`, se erige como ejemplo de gestión integral del patrimonio

Un alumno observa uno de los folletos repartidos.
Un alumno observa uno de los folletos repartidos.
Cristina Da Silva
20:29 • 27 jul. 2017

El curso sobre conjuntos monumentales trasladó a sus alumnos a Teruel en la primera jornada. Y no a cualquier pueblo, sino al que está considerado como ‘el más bonito de España’. Se trata de Albarracín, una localidad de apenas 1.000 habitantes que ha conseguido erigirse como modelo de gestión integral del patrimonio.




Así lo presentó Antonio Jiménez Martínez, director gerente de la Fundación Santa María de Albarracín, que es la responsable de la restauración completa de los monumentos, viviendas históricas y calles de la ciudad. Jiménez es licenciado en Filosofía y Letras por la Universidad de Zaragoza en la especialidad de Geografía y ha impulsado la renovación de Albarracín, creando un modelo de gestión y dinamización coherente con el patrimonio.




Este proyecto tuvo en cuenta tres aspectos fundamentales: la restauración arquitectónica, la proyección cultural del patrimonio y la gestión concreta de lo restaurado, garantizando un después que habitualmente no se tiene en cuenta cuando se restauran bienes muebles. 




Es por ello que Jiménez define la asociación como un holding (una especie de red de mantenimiento en el mundo empresarial), que se encarga de todo el proceso cíclico de diseñar los proyectos, conseguir la financiación necesaria y, finalmente, gestionarlos.




En Albarracín han transformado tres antiguos caseríos en residencias culturales, que se emplean tanto como talleres y lugares de intercambios vacacionales para profesionales de distinta índole, como de simple alojamiento para turistas. Igualmente , el ‘Albergue de la Colecta’ ofrece hospedaje a quienes deseen visitar el pueblo. “¿Para qué queremos un NH en Albarracín?”, se preguntaba ayer Antonio Jiménez. 




Renovación completa
Para finales de 2017 pretenden terminar la reparación de la catedral, pero en sus veinte años de existencia, la fundación ha restituido varias iglesias al borde del derrumbe. Una de ellas, la de Santa María, fue reconvertida en un auditorio que recibe periódicamente a músicos nacionales e internacionales, orquestas e incluso cantantes de ópera.




Por otro lado, la llamada ‘Torre Blanca’ se utiliza hoy como sala se exposiciones y se han recompuesto el entorno del Castillo y sus murallas para recuperar la antigua fisionomía fortificada de la zona. Y, ¿quiénes han hecho posible todo esto? Antonio Jiménez asegura que han sido los restauradores, a quienes considera “los médicos del patrimonio”, por encima de los arquitectos, “porque saben preservarlo”. 




Además de realizar más de 1.400 intervenciones en bienes muebles hasta la fecha, en las que han trabajado casi el mismo número de restauradores, la institución creó un centro de restauración desde el que se imparten ciclos formativos dedicados a diversos ámbitos, como las encuadernaciones, los metales, los textiles, los libros antiguos, los retablos o las cerámicas. De hecho, explicó el ponente que de este último material se encontró en Albarracín un muestrario que está clasificado como “la mejor colección de objetos cerámicos del siglo XI”.


También organizan cursos destinados a otros colectivos, como el seminario anual de fotografía, que en octubre del año pasado congregó a 200 fotoperiodistas, o los dedicados a la ilustración y el diseño, la inauguración de exposiciones o los conciertos.  


La fundación cuenta actualmente con 26 personas, que están “viviendo del patrimonio y de la cultura”, un hecho fantástico e insólito para Antonio Jiménez. A ellos se suman los trabajadores que “hacen las habitaciones, limpian los museos, preparan las ensaladas...”. Y un largo etcétera de tareas a menudo invisibles, aunque íntimamente ligadas a la gestión de estos espacios.
 



Temas relacionados

para ti

en destaque