La Alpujarra: una comarca que no quiere olvidar su historia

Laujar de Andarax acoge a cientos de visitantes en la XXXVI edición del Festival de Música Tradicional

Actuación del grupo Zaharagüí de Alcolea.
Actuación del grupo Zaharagüí de Alcolea.
María Moya
21:51 • 13 ago. 2017

Entre ‘mudanzas y robaos’, entre romances y coplas de ‘picaílla’, entre el trovo y el parral. Al abrigo de las tradiciones culturales más arraigadas de la provincia se ha cobijado la que ha sido capital de la Alpujarra por un día, Laujar de Andarax. Anfitriona del XXXVI Festival de Música Tradicional de la Alpujarra -y también de la VI edición como primer municipio almeriense en acoger esta cita-, se ha levantado llena de la luz y el color propios de la comarca. 




Como telón de fondo y acicalada al detalle -la iluminación de las calles tienen motivos vinícolas haciendo honor a uno de sus sellos de identidad- ha ido recibiendo a los participantes de los 30 grupos que se han acercado a hacer una muestra de la labor de rescate que realizan durante todo el año. 




Desde el primero hasta el último e integrados por personas de todas las edades, han ido pasando por el pabellón polideportivo de Laujar de Andarax. Así, aproximadamente 600 personas han pisado el escenario en esta cita musical en la que, tal como señala la alcaldesa de Laujar se “defiende la identidad, la historia y la cultura de todos los alpujarreños”.




Artesanía




La jornada ha estado impregnada del buen hacer artesano, en la que los trajes propios de cada municipio  -hechos manualmente- y los bailes populares no han faltado. El meceor, tan popular en el municipio anfitrión, compartió escenario con aquellos que han cantado y bailado al son de aquellos sonidos que trasladan a otra época y, tras ellos, un decorado con la fachada su Ayuntamiento. Esta fachada es, también, protagonista en los premios otorgados a las agrupaciones, una escultura en mármol de Macael elaborada en Fines, obsequio por parte de la Junta de Andalucía.




Presentes han estado las autoridades locales, entre ellas su alcaldesa, Almudena Morales, quien ha agradecido no solo a las instituciones que han colaborado para que el festival salga adelante, sino también a los cuerpos de seguridad, a los voluntarios y, en especial, al grupo del municipio, El Auxar. Morales ha señalado que, después de 30 años, “estamos haciendo Historia”, y que todos los que han participado “forman parte de ella”.




También han asistido, junto al presidente de la asociación organizadora -Abuxarra-, Adolfo García, la delegada de Gobierno de la Junta de Andalucía, Gracia Fernández, el presidente de Diputación de Almería, Gabriel Amat,  su homólogo en Granada, José Entrena, entre otras autoridades. Gracia Fernández ha señalado que cada una de las tradiciones que se rescata son “tesoros que forman parte de la Alpujarra” y ha reiterado su orgullo de representar a una institución “sensible con los pueblos, con el desarrollo rural y con las tradiciones”. 




Generaciones


El presidente de la Diputación de Almería ha querido hacer especial hincapié en que, gracias a la iniciativa que surgió hace 36 años, estas tradiciones “se guarden para toda la vida” y, muestra de ello, es la presencia intergeneracional en los grupos: “Abuelos, padres e hijos”. Por su parte, el presidente de Abuxarra ha reseñado que no solo es importante el apoyo económico, sino también “el cariño que ponen las instituciones” en la preparación del Festival. 


El directo ha traído consigo el contraste entre los nervios de los más jóvenes y la tranquilidad de los veteranos. No obstante, una vez en el escenario y con el micrófono abierto, desaparece la tensión: ya solo queda disfrutar de la actuación. Todo ello combinaba con el bullicio en los abarrotados ‘stands’, donde la protagonista ha sido la Asociación Alpujarra Agroecológica, a quien está dedicada esta última edición.


Este espacio ha estado destinado a los productos de la tierra, desde quesos hasta esparto, desde el vino al aceite. Así, todo el ambiente ha quedado impregnado por la tradición, desde los productos gastronómicos a los trajes regionales, llenos de complejidad: los ‘refajos’ bordados a mano, los pololos sobre las medias de lana, los ‘mandiles’ de ganchillo y los fajines y chalecos. 


Las cientos de personas que pasaron por allí pudieron ver lo que implica, para todos los que participan en el Festival, su cultura: el refuerzo de la identidad de una comarca que no quiere olvidar lo que fue. De las canciones que acompañaban la dura faena del campo y la hacía más fácil. Coplas de trilla y vendimia, de varear la aceituna, de tejer jarapas, de trabajar el esparto y de hacer barriles para la uva. Canciones que un día  permitieron superar las dificultades, evadirse, divertirse. Un segundo domingo de agosto para viajar en el tiempo: el más importante de la Alpujarra.



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