La Almería de los somatenes

Transitaban las calles almerienses con escopetas velando por la moral y las buenas costumbres.

El Somatén de Turre con su madrina, el día de la entrega del Banderín. Foto Félix González Núñez. Revista Axarquía.
El Somatén de Turre con su madrina, el día de la entrega del Banderín. Foto Félix González Núñez. Revista Axarquía.
Manuel León
14:45 • 02 sept. 2017

Hubo un tiempo en el que Almería se llenó de sheriff como en el Oeste americano; fueron unos pocos años en los que varios miles de almeriense (hasta 3.000 se llegaron a contabilizar) merodeaban con arma larga o corta por el centenar de pueblos de la provincia. Fueron el azote de borrachos que en las madrugadas oscuras armaban gresca en la Rambla del Obispo, o los que mediaban, con su arma al cinto, en peleas vecinales, o los que acudían en auxilio de mujeres maltratadas, o lo que denunciaban a los que blasfemaban a gritos por la calle.




Algunas veces también se extralimitaban en sus funciones esgrimiendo sus armas de forma amenazante por bares y tabernas.




Eran los miembros del Somatén, los somatenistas, una institución originaria de Cataluña que el Gobierno del general Miguel Primo de Rivera  extendió a todo el territorio nacional mediante Real Decreto de septiembre de 1923.




Se constituyó como un cuerpo de protección civil, de gente armada que no pertenecía al Ejército, una especie de fuerza auxiliar para el mantenimiento del orden público y de la moral cristiana. 




La organización del Somatén quedó desde un principio en manos de las autoridades locales y estuvo vinculada al partido de derechas gobernante en ese periodo, la Unión Patriótica. Almería quedó encuadrada en este Cuerpo dentro de la Tercera Región Militar con sede en Valencia y José Rocafull de Montes, médico gaditano  y popular director de la Escuela de Artes y Oficios, fue nombrado organizador del Sector de la capital almeriense, bajo las órdenes del general Sánchez Ortega. Además de la capital, en la provincia se instituyeron también el Sector Segundo, con sede en Purchena, al mando de José Acosta Casquet, y el Sector Tercero, con influencia en los partidos judiciales de Huércal-Overa, Cuevas, Vélez-Rubio y Vera, a cargo de Pedro Parra Mena, con la colaboración del comandante Juan Montemayor y los capitanes Bartolín y Magán. Tras el fallecimiento de Rocafull en 1927, fue sustituido al frente del Somatén capitalino por Andrés Cassinello García. 




Toda la capital y la provincia quedaron divididas en distritos somatenistas coordinados por cabos y subcabos, elegidos por las “fuerzas vivas” de la Dictadura, que estaban representadas por industriales y propietarios como Antonio González Egea, Lorenzo Gallardo, Luis Gay Padilla, Francisco Rovira, Gabriel Callejón o Joaquín Cumella. 




En la provincia también había hombres fuertes vinculados al Somatén como los Carrillo en Mojácar o José Godoy Aparicio, en Laujar o Juan de Madariaga, en Vera.




En el reglamento del Somatén se mencionaba que debían  ser elegidos para tal menester hombres honrados, en posesión de algún tipo de arma de fuego, sin antecedentes penales y con cierto carisma personal a los ojos del pueblo. 


Fueron cabos y subcabos de barrio del Somatén  conocidos profesionales como el sombrerero José Sánchez Ulibarri, el comerciante de tejidos José Marín Rosa, Eulogio Romay, Alfredo Soria López, Rafael Godoy Percebal, Esteban Viciana, Ulpiano Díaz o Antonio Manzano Manzuco.


Cada pueblo tuvo también su cabo de distrito como Isidro Macía en Huércal de Almería, Joaquín Rodríguez Amérigo en Níjar, Juan Sánchez Quero, en Benínar, Francisco Maldonado Valverde en Dalías, Cristóbal Esteban Navarro en Canjáyar, Antonio Rodríguez Rodríguez en Alhama, Trinidad Tortosa Parra en Terque o Antonio Lao Aguíjar en Ocaña.


El proceso de implantación de los somatenes atravesó distintos periodos tras la efervescencia inicial. El Régimen del Directorio se lo tomó como uno de los principales asuntos de Estado. En Almería eran continuos los llamamientos que se hacían en los periódicos para el reclutamiento de nuevos somatenistas.


El Somatén propició sin duda un clima de seguridad en las calles de los pueblos, aunque también se cometieron desmanes, amparados los agentes por el arma de fuego que portaban y que exhibían a veces con ánimo intimidatorio. Cada miembro tenía un carné con número asignado  y hacían prácticas de tiro bajo tutoría de la Guardia Civil.


Pronto el cuerpo primoriverista se rodeó de una gran parafernalia folclórica y adornos coreográficos como el nombramiento de madrinas, la bendición de banderines, las misas de campaña por la Patrona la Virgen de Montserrat, imposición de medallas, desfiles y concentraciones en distintos lugares asignados como el Campo de Regocijos o en el Paseo enfrente del Casino y la edición de boletines. 


El punto más álgido de afiliación al Somatén tuvo lugar quizá coincidiendo con la visita a Almería de Primo de Rivera, el 21 de julio de 1924.El general descendió esa mañana del cañonero Cánovas del Castillo que había anclado en la bahía  y más de un millar de almerienses somatenistas, de la capital y de los pueblos, desfilaron ante el Dictador bajo un sol inclemente. 


Todos los prohombres de esa Almería de los años 20 escoltaban al presidente del Gobierno pidiéndole mejoras y reformas para la provincia, aunque Primo de Rivera marchó pronto de Almería tras mantener un almuerzo íntimo con el alcalde Antonio González Egea.


La República de 1931 liquidó por desconfianza los somatenes y el dictador Franco volvió a recuperarlos de forma menos notoria que Primo de Rivera a partir de 1945, como apoyo de la Guardia Civil en la búsqueda de maquis por las sierras. Quedaron definitivamente liquidados en 1978, aunque en Almería aún pervive una delegación simbólica de somatenistas que hacen entrega de juguetes por Reyes a niños desfavorecidos. 



 



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