Los héroes silenciosos

La psicóloga dedica su artículo mensual a esos héroes silenciosos que sin vestir capa, y sin hacer mucho ruido, enriquecen desinteresadamente la vida de los demás

Fotografía del día de la boda de Verónica Díaz con su padre del brazo.
Fotografía del día de la boda de Verónica Díaz con su padre del brazo.
Verónica Díaz
22:32 • 06 oct. 2017

¿Qué tienen en común Gandhi, Teresa de Calculta o Martin Luther King? Quizás lo primero que nos viene a la mente a todos es que fueron personas que dedicaron gran parte de su vida a trabajar abnegadamente, en cuerpo, alma y corazón, en mejorar el mundo. De una u otra forma, bajo un lema u otro, desde una posición o la contraria, todos tuvieron un gran impacto en la historia y sirvieron de inspiración para muchos otros, que conmovidos por la generosidad, la pasión, la entrega, la humildad, la humanidad y el altruismo que observaron en ellos, decidieron emprender su propio camino de ayuda al prójimo de cualquier forma que estuviera a su alcance.




Estas personas –Gandhi, Teresa de Calcuta, Martin Luther King- así como otras muchas que conocemos ya sea por su filantropía o por el gran impacto de su labor social, ganaron la popularidad que tienen por unos méritos que bien la merecen, se convirtieron en héroes para muchos y en modelos a seguir para tantos otros. Despertaron la esperanza en el ser humano poniendo el contrapunto a la avalancha de malas noticias que nos transmiten cada día los medios de comunicación. Porque lo bueno, lo positivo, raramente suele ser noticia, pero ellos, entre otros, sí lo fueron.




Sin embargo, hay muchas personas que con pequeños gestos, de esos que nunca alcanzan a salir en un telediario, dan pie, sin saberlo, a la primera mota de nieve que empieza a rodar colina abajo para convertirse sin pretenderlo en algo cada vez más inmenso. Porque muchos pequeños gestos sumados acaban generando un gran impacto y por eso nunca hay que subestimarlos. A los autores de estas humildes victorias yo los llamo, los héroes o heroínas silenciosos. Y a partir de aquí hablaré de “héroes” por hacer más sencilla la lectura pero quiero que se entienda que me refiero al sexo  masculino y femenino por igual.




Los héroes silenciosos son todos aquellos que sin vestir capa, y sin hacer mucho ruido, enriquecen desinteresadamente la vida de los demás, porque en lugar de ponerse a sí mismos por delante ponen sus valores y principios para con el mundo.




Un héroe silencioso es aquel que fue a donar médula un día. Un héroe silencioso es un maestro que se esfuerza por motivar a los niños de verdad. Un héroe silencioso es un amigo que deja a un lado sus cosas, para sentarse a tu lado a escucharte y apoyarte cuando lo necesitas. Un héroe silencioso es una madre o un padre que cuando están cansados respiran dos veces antes de reaccionar a la rabieta de su hijo, para poder hacerlo desde el amor y la compresión y no desde el malestar y la irritación. Un héroe silencioso es tu madre o tu padre que tanto sacrificaron para criarte, educarte y darte lo mejor que tenían. Un héroe silencioso en alguien que da visibilidad y comprensión a una enfermedad que cuyo nombre causa pánico en quien la desconoce. Un héroe silencioso es aquel que adopta un animal en vez de comprarlo…




Un héroe silencioso también es una persona que te transmite con su ejemplo sus hermosos valores para que a su lado crezcas empapándote de ellos sin apenas darte cuenta. Y lo hace aunque nadie se lo reconozca, aunque nadie lo valore. Ese héroe silencioso es, por ejemplo, mi padre.




Han pasado muchos años hasta que he podido apreciar como se merece el gran ejemplo de hombre que tengo como padre. Él es un héroe silencioso porque las intenciones que sustentan cada uno de sus actos son siempre honestas y sencillas. Él no busca reconocimiento ni aplausos, solo quiere hacer las cosas de la mejor forma que sabe, y si esta forma le parece insuficiente, se preocupa de aprender cómo hacerlo mejor. Es prudente, trabajador, generoso y humilde en todos los roles de su vida. Cada vez que he necesitado su ayuda, no se ha parado a pensar si le apetecía o no, si le venía mejor o peor, simplemente me la ha prestado, y yo, que creía que eso era normal porque no conocía otra cosa, he visto que no, que la forma en la que yo, -o quien lo necesite- puedo contar con él siempre no es habitual. 




Una de las cosas que más me fascinan de mi padre es el esfuerzo que pone en mejorar como persona sin poner como excusa el típico “yo soy así”. O como nunca ha utilizado su edad, o su rol de padre, para hacernos ver que él era el mayor, el que más sabe o a quien hay que obedecer, sino que tanto a mí como a mis hermanos nos ha escuchado con admiración e interés, nos ha hecho sentir que teníamos algo valioso que enseñar y ha respetado que nuestra opinión o nuestra forma de ser fueran diferentes de la suya en ciertos momentos. Y podría y debería seguir enumerando sus virtudes pero me faltan páginas y caracteres para hacerlo.


Mi padre ha sido el mejor ejemplo de tolerancia, de solidaridad, de humildad, de generosidad, de esfuerzo, de entrega, de aceptación… que he encontrado en una persona. Siempre ha sido la luz en la sombra, y aunque los focos siempre han apuntado a otras personas, él era el único con capacidad de iluminar por sí mismo.


Gracias papá, porque en este mundo que parece volverse hostil a marchas forzadas, tú me enseñas con tu ejemplo a ser una heroína silenciosa.



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