Los inversores aguantan el tirón catalán con ’nervios de acero’

A. R. Mendizábal
22:55 • 17 oct. 2017

La situación política que se vive en Cataluña ha creado algún desconcierto en los partidos de ámbito nacional (Partido Popular, Partido Socialista, Podemos y Ciudadanos) tal vez porque ninguno de los cuatro llegara a pensar que los independentistas iban a llevar sus propuestas hasta los límites actuales. Si observamos la reacción y la posición de cada uno de ellos durante el periodo de ‘maduración’ del proceso de independencia, podemos comprobar que las actitudes han sido indecisas y hasta contradictorias. La actitud del Partido Popular ha sido casi siempre infravalorar la negociación política y sobrevalorar la sujeción a los tribunales de justicia.
La designación de Soraya Sáenz de Santamaría como ministra interlocutora en el ‘tema catalán’ con despacho propio en la delegación del Gobierno de Cataluña ha resultado un fracaso. El PP siempre se ha negado a una reforma constitucional y ha sido solo a última hora, una vez que el PSOE le ha ofrecido su apoyo para aplicar el artículo 155 de la Constitución, cuando los ‘populares’ han accedido a negociar una modificación de la Constitución de 1978.


El Ibex Cuanto más dure este cu­le­brón más a peor irá el Ibex. Y a menos la pa­ciencia de los in­ver­so­res. Y a más la fuga de em­pre­sas. Y a más tam­bién el fre­nazo de nuevo pro­yec­tos. No es una te­sis, es la to­zudez de los datos de cada día. La si­tua­ción está de­ge­ne­rando en in­sos­te­nible hasta tal punto que estos días ‘se re­quiere una mente con­cen­trada y unos ner­vios de acero para operar en la compra y venta de ac­ciones de los bancos es­paño­les’.
Es la observación que hace este martes Willem Marx en la cadena financiera CNBC. Justo al cumplirse 15 días del referéndum ilegal en Cataluña, todavía no se sabe qué va a pasar, y a los mercados financieros, como recuerda Marx, ‘raras veces les gusta la incertidumbre, como demuestran las muchas empresas que han cambiado su sede y se han ido de Cataluña’. Y añade: ‘Falta claridad sobre el futuro’.
La CNBC es uno de los muchos medios internacionales que recogen la ración del día de noticias sobre el conflicto. Hay algunos que citan el demencial tuit de Puigdemont sobre los ‘presos políticos’ que han entrado en la cárcel por orden de una juez. Pero poner en solfa el Estado de Derecho y las decisiones judiciales no tiene buena prensa en el mundo civilizado, así que pocas simpatías genera. Y muchas menos al coincidir en la misma expresión con el fundador de WikiLeaks, Julian Assange, un personaje que tal para cual.


El artículo de Iceta No, los titulares más llamativos de la prensa mundial sobre España y el problema catalán no se centran tanto en la detención de los ‘Jordis’ como en otros dos ejes informativos del día. Uno es la revisión a la baja del crecimiento y al alza del déficit previsto para 2018, según ha enviado el Ministerio de Economía a Bruselas. El otro, naturalmente, es el del cruce de cartas entre Puigdemont y Rajoy que marea la perdiz y que ya deja para el jueves a las diez de la mañana el plazo refinitivo para moverse en una dirección u otra.
También hay un artículo destacable por su autor y por el altavoz que lo difunde: lo firma Miquel Iceta, primer secretario del PSC, en la versión española online de The New York Times. ¿Es un adelanto de la presunta campaña electoral que se avecina? Su título: ‘Una propuesta federal para España’. Primer párrafo: ‘La relación entre Cataluña y el resto de España ha abierto una gravísima crisis institucional y está causando una importante fractura social que hay que cerrar cuanto antes. Los gobiernos de Cataluña y España han sido incapaces de dialogar hasta el momento y el independentismo catalán ha decidido saltarse la legalidad cayendo en la trampa del todo o nada’.
En el segundo, Iceta sacude de lo lindo a los autores de la infausta sesión el Parlament en la que ‘la mayoría parlamentaria cometió el peor de los errores: vulneró el reglamento del Parlament, atropelló los derechos de la oposición, liquidó el Estatuto de Autonomía de Cataluña y quebrantó la Constitución’.
En su análisis de los vertiginosos acontecimientos desde el 1-O, el líder socialista catalán sí pone las cosas en claro, a diferencia de otros: ‘Incluso dando por buenas las cifras proporcionadas por el gobierno de Cataluña, sólo el 38,47% de los ciudadanos avalaron su propuesta independentista. Es inaceptable que una minoría pretenda imponer su opinión sobre la mayoría’.




Nación de Naciones Luego entra en faena: su propuesta. La España Federal. La España Nación de Naciones, aunque como Pedro Sánchez no es capaz de decir cuántas naciones hay. Iceta se ocupa de Cataluña y cómo ven la situación los socialistas: ‘La independencia divide a los catalanes, nos aleja de la Unión Europea y ahuyenta a los bancos y las grandes empresas’.
¿Cuál es la propuesta concreta? Ésta: ‘La transformación de España en un Estado federal que reconozca su carácter plurinacional, pluricultural y plurilingüe’ a través de una ‘reforma constitucional federal’ que se apruebe luego en referéndum.
Los tres pilares de la propuesta. Uno, el ‘reconocimiento de la singularidad de Cataluña, que es una nación en el marco de una España que es nación de naciones y cuya soberanía corresponde al conjunto del pueblo español’. Dos, la ‘garantía de un autogobierno fuerte, con competencias exclusivas en materia de lengua, educación y cultura’. Y tres, una ‘financiación suficiente, solidaria y equitativa’.
El mismo NYT, pero esta vez en la edición europea de papel, publica en su primera página otra columna sobre Cataluña. Bueno, Cataluña como el último eslabón hoy por hoy de un fenómeno perturbador que aqueja a Europa: el populismo. Cita, entre esas manifestaciones de este sarpullido, los casos del Brexit, de Hungría y de la negativa de Holanda al tratado comercial UE-Ucrania
Susi Dennison, directiva del European Council on Foreign Relations, echa de menos algo en torno a Cataluña, y lo dice desde el título de su artículo: ‘¿Dónde está la UE en la crisis catalana?’. Reparte culpas a todos: a Madrid, a Barcelona y a Bruselas. Pero no llega a proponer una mediación o ‘diplomacia de megáfono’, que considera impensable. En lugar de eso, es partidaria de una ‘diplomacia tranquila’ o silenciosa.






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