Internet no lo sabe todo acerca de la intolerancia

HLA Mediterráneo realiza un estudio sobre intolerancia a más de 3.000 de sus pacientes en los últimos 5 años

Antes de tomar decisiones sobre dietas excluyentes, debes consultar con tu médico.
Antes de tomar decisiones sobre dietas excluyentes, debes consultar con tu médico.
Redacción
22:37 • 04 dic. 2017

Profesionales del HLA recuerdan que intolerancia no es lo mismo que alergia ni celiaquía, y advierten los fraudes que se crean alrededor de esta patología




La intolerancia alimentaria es una patología común que cada vez afecta a más población. Conscientes de esta realidad, HLA Mediterráneo ha presentado recientemente un trabajo donde se han recogido los datos de casi 6.000 estudios realizados a más de 3.000 pacientes durante los últimos 5 años. Entre las conclusiones obtenidas, “destaca que hasta un 30% de los pacientes analizados tiene intolerancia combinada a la lactosa y fructosa-sorbitol (este último presente en algunas frutas, miel, productos de bollería, frutos secos dulces, jarabes, chicles, etc.). Es decir, estos datos demuestran que se puede y es común ser intolerante a más de un alimento a la vez”, explica Dr. José Francisco Suárez Crespo, de la Unidad de Exploraciones Digestivas Funcionales del centro privado almeriense.




La intolerancia a la fructosa y al sorbitol, se asocia casi invariablemente, ya que ambos azúcares se absorben por el mismo mecanismo y además se interfieren el uno al otro. “Hasta un 75% de la población estudiada tenía un cierto grado de intolerancia a estos azúcares, siendo en el 50% la moderada o severa”, aclara el facultativo y añade que “la intolerancia a la lactosa es menos frecuente, afectando solo al 39% de los pacientes”.




Diferencias entre intolerancia, alergia y celiaquía




La intolerancia se produce generalmente por determinados déficits que impiden la absorción de los azúcares en el intestino delgado, que pasan al colon donde las bacterias intestinales los descomponen por fermentación, produciendo gas, arrastre de agua, ácido láctico y ácidos grasos. El grado de intolerancia, es decir los síntomas, depende de la cantidad de azúcar no absorbido y de la sensibilidad intestinal individual de cada paciente.




A pesar de que muchas personas creen que estos conceptos son equivalentes, la intolerancia, la alergia y la celiaquía se producen por un mecanismo completamente distinto. Tal como afirma el Dr. Suárez Crespo “en la alergia




alimentaria existe una reacción inmune contra un alimento, generalmente una proteína, lo que produce una respuesta inflamatoria (ejemplos son la alergia a la proteína de la leche de vaca o a la proteína del huevo). Por el contrario, en la intolerancia lo que existe es una falta de absorción de un azúcar, no una proteína, y no existe respuesta inmune y por tanto no hay inflamación (intolerancia a la lactosa o fructosa-sorbitol)”.




Y en el caso particular de la celiaquía el mecanismo es diferente. En esta también existe una respuesta inmune a una proteína (el gluten), pero no es una alergia en sí, ya que los mecanismos que desencadenan la inflamación no son mediados por las células y sustancias que actúan en las alergias. “También existe la sensibilidad al gluten no celiaca, en la que no se tolera el gluten, pero no se produce inflamación intestinal y por tanto las pruebas de la celiaquía son negativas”, especifica el profesional.


Aunque la intolerancia suele estar mediada posiblemente por factores genéticos, suele desarrollarse a lo largo de la vida y no suele estar presente al nacimiento, apareciendo después a cualquier edad. Por ejemplo, la presencia previa de una infección o la aparición de un intestino irritable pueden ser factores desencadenantes.


La intolerancia primaria (es decir, sin causa conocida) es mucho más frecuente y tiene un curso crónico, y la intolerancia secundaria (por procesos infecciosos o inflamatorios del intestino) es mucho menos frecuente y si puede remitir una vez tratada su causa. No obstante, los pacientes pueden pasar por distintas fases en su nivel de intolerancia, presentando periodos muy sintomáticos y otros de casi normalidad. Y otros factores como el estrés, la presencia previa de un intestino irritable, la aparición de otras intolerancias, una infección, etc. pueden hacer que los síntomas fluctúen a lo largo de la vida.


Cuidado con el fraude


En el caso de las intolerancias la dieta es lo más importante, pero esta, en la mayoría de los casos, no debe de ser muy estricta y debe cuantificarse en base al nivel de tolerancia individual de cada paciente. Además, esta situación crea la necesidad de la existencia de productos adaptados que son una de las bases fundamentales del tratamiento.


No obstante, detrás de esta realidad, puede existir un interés mediático e incluso económico. “Aconsejamos a los pacientes que no se dejen guiar por todo o que aparece publicado en Internet y que antes de tomar decisiones, como determinadas dietas excluyentes, deben consultar con su médico, ya que algunas pueden ser perjudiciales por ser muy carenciales”, recomienda el especialista, y especifica que “en el caso concreto del gluten nunca se debe realizar dietas excluyentes sin un estudio previo que haya descartado celiaquía, ya que una vez iniciada la dieta es más difícil su diagnóstico”.


La intolerancia a azúcares (lactosa, fructosa-sorbitol, trehalosa, sacarosa, etc), igual que el sobrecrecimiento bacteriano, se diagnostica mediante el Test de Hidrógeno espirado. Esta prueba que se realiza recogiendo muestras de aire en un aparato, es sencilla, fiable, no invasiva, barata y de alta rentabilidad diagnóstica. Sin embargo, tal como señala el Dr. Suárez esta no es una mera prueba de laboratorio sino un test funcional y “la debe realizar personal de enfermería especialmente entrenado, como lo hacemos en nuestra consulta de Exploraciones Digestivas Funcionales del centro. Este personal no solo tiene que saber recoger las muestras, sino también los síntomas que se producen durante el estudio, e interpretar los resultados in situ pautando una dieta inicial antes de que los resultados sean vistos por el médico”.


Sobre HLA Grupo Hospitalario


El Grupo Hospitalario HLA está compuesto por 15 hospitales integrados con 30 centros médicos multiespecialidad y una red de unidades de referencia en tratamientos de última generación, 40 clínicas dentales, 9 unidades de reproducción asistida, 26 clínicas oftalmológicas dotadas de la más avanzada tecnología y 464 centros de análisis clínicos completan la estructura que HLA pone a disposición de sus pacientes. Con 1300 plazas de hospitalización HLA es un referente en la atención hospitalaria y ambulante. Más de 35 años de experiencia y presencia en seis países configuran un modelo de atención que basa su filosofía en el trato humano, la excelencia, el liderazgo, la responsabilidad y la especialización.



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