Tres muertos por 3 euros de deuda

Los acusados del incendio de La Molineta tendrán que pagar medio millón de euros de indemnización a las familias de los jóvenes muertos

Así quedó la casa cueva tras el incendio que se desató con los tres jóvenes dentro.
Así quedó la casa cueva tras el incendio que se desató con los tres jóvenes dentro.
Rosa Ortiz
19:31 • 16 dic. 2017

El incendio provocado en una cueva en el paraje de La Molineta que causó la muerte, el pasado 3 de marzo, a tres jóvenes -Alejandro, de 18 años, Cynthia, de 15 y Naima, de 12-, prendió por una deuda de solo tres euros. Así se establece en la sentencia que el magistrado-juez de Menores de Almería, Miguel Ángel Fernández Bueno, dictó sobre el caso y que se hizo pública el pasado 11 de diciembre. 




Según relata el auto, la tarde de los hechos, los tres fallecidos se encontraban en la casa cueva con otro chico llamado Paco y un chaval más (el llamado ‘Menor 2’ en el auto), que terminó siendo uno de los responsables del suceso. Al cabo del rato, aparecieron por allí otros cuatro jóvenes, también todos menores. El cabecilla (en la sentencia se le nombra como ‘Menor 1’), un joven de 16 años procedente de un hogar desestructurado, con severo rechazo escolar, ocioso, fumador habitual de cannabis y “alto riesgo infractor”, pretendía que Alejandro, el chico que terminó muriendo dentro de la cueva, le pagara los tres euros que éste le debía. “Ambos estuvieron discutiendo pero, finalmente, llegaron a un acuerdo: se pagaría al día siguiente y la discusión no llegó a más”. 




Cuando terminó la pelea,  Alejandro, Naima, Cynthia y Paco entraron en la cueva para “charlar tranquilos”. Fuera, se habían quedado otros cinco jóvenes, entre ellos el ‘Menor 2’ que, para “gastar una broma” a los que se habían metido dentro, precintó con cinta adhesiva la puerta de madera que había en el acceso a la cueva. A su lado, el ‘Menor 1’, todavía ofuscado por la discusión que acababa de tener con Alejandro por esa deuda de 3 euros, decidió “darle un susto” a éste y a sus colegas, colocando cerca de la salida un sofá viejo. El principal acusado le pidió un mechero a otro de los menores y prendió fuego al sofá por “una esquina rota por la que asomaba el relleno, precisamente porque era la zona por la que resultaría más fácil que prendiera la llama”. Por ello, concluye el magistrado, el incendio en la casa cueva se trata de un delito de “consumación anticipada”. 




Los menores eran conscientes, argumenta la sentencia, de que el fuego podía propagarse más allá del sofá, dada la gran cantidad de “elementos combustibles” que había en el lugar: algunos colchones viejos, láminas de madera que hacían las veces de suelo, papeles, plásticos e incluso basura. Como declararon en el juicio los bomberos que acudieron a sofocar el incendio, en poco rato la casa cueva se había convertido en una “olla ardiendo”. 




“¡Paco, Paco, sal y ayúdame a apagar el fuego!”, gritó desde el exterior el ‘Menor 2’ cuando se dio cuenta de que aquello se les había ido de las manos. Su amigo logró salir, salvándose del infierno de humo y fuego que se había desatado ya dentro y fuera de la cueva. Mientras, desde el exterior, el ‘Menor 2’ intentaba apagar el incendio con un cojín, lo que “lejos de evitar la propagación del fuego, contribuyó a favorecerla”. Dentro, Alejandro chillaba desesperadamente: “¡llamad a los bomberos, llamad a los bomberos!”. 




Fríos y pasivos
Según los hechos probados en la sentencia, solo el ‘Menor 2’ hizo algo por apagar el fuego. El resto de acusados (el ‘Menor 1’ y los menores ‘3’, ‘4’ y ‘5’), “se mostraron fríos y pasivos, sin hacer absolutamente nada para evitar que el fuego aumentara sus dimensiones". "Únicamente, cuando el desenlace fue ya inevitable, el ‘Menor 3’ llamó por teléfono al 112 y, acto seguido, los tres fueron a pedir ayuda”, explica el auto firmado por el magistrado Fernández Bueno. “Las muertes se produjeron de forma muy rápida, por inhalación de humo (por las posturas rígidas y en actitud de protección que mostraban los cadáveres). Las víctimas ya habían muerto cuando se produjo la carbonización de los cuerpos”, detalla la sentencia. 




El magistrado rechazó la alegación de las defensas de los acusados, que argumentaron que los menores implicados en la muerte de Alejandro, Cynthia y Naima tenían “alteradas sus facultades intelictivas y volitivas por haber fumado gran cantidad de cannabis, así como su adicción a dicha sustancia”. “Este extremo es huérfano de cualquier prueba, por lo que debe ser desestimado”, argumenta el juez de menores que, además del internamiento impuesto a los principales acusados, establece una indemnización final de algo más de medio millón de euros para las familias de los jóvenes fallecidos.




En ambos casos, la responsabilidad civil subsidiaria corresponde a los padres de los menores, que ahora deberían hacer frente al pago de 308.268 euros en el caso del ‘Menor 1’ y de 205.512 euros en el del ‘Menor 2’. Si se declararan insolventes (un extremo que no parece descabellado, teniendo en cuenta que en la sentencia se alega que los chavales forman parte de hogares desestructurados, sin redes familiares sólidas), las familias de Alejandro, Cynthia y Naima podrían quedarse sin recibir un euro de la indemnización establecida por el tribunal. 


Mientras, en el Barrio Alto, la familia de Alejandro trata de reconstruir su vida; de los padres de la pequeña Naima, hija única, nada de sabe y la familia de Cynthia regresó a El Ejido nada más oficiarse el entierro: no soportaban el dolor de estar cerca del lugar donde murió la niña.



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