Pasen, escuchen y vean

`En `Rhapsody in Blue` de Gershwin encontraréis una música llena de vitalidad, de energía, de desparpajo`

Barrio neoyorquino de Manhattan.
Barrio neoyorquino de Manhattan.
Alejandro Aparicio
22:00 • 20 feb. 2018

Hace poco, un gran amigo mío se sometió a una operación, nada grave. Y aunque durmió en casa desde el primer día, la recuperación fue bastante molesta, tenía que andarse con cuidado con según qué posiciones y dormir suponía especial trastorno ¿Cómo hizo para poder entrar en estado de calma por las noches y así conciliar el sueño con mejor fortuna? Pues con la ayuda de nuestra querida Música Inmortal. 




Sinceramente, cuando hablé con él y me contó todo esto tuve una sensación un tanto ambigua. Por un lado, me alegraba mucho de que mi amigo, que no acostumbraba a consumir este tipo de Música, se lanzara a su escucha diaria y se agarrara a los sonidos de los instrumentos sin cables. Sin duda, esto era motivo de gran satisfacción para mí, que tanto he hablado en privado sobre las maravillas que se pueden encontrar en este Arte. Sin embargo, el motivo que le llevó a estas escuchas era el mismo argumento que tantas veces he escuchado, prácticamente, desde que empecé a estudiar en el conservatorio cuando era un niño: la música clásica relaja.




Son varios los factores que puedan llevarnos a pensar que la Música que aquí tratamos pueda facilitar la relajación. Quizás sea la calidez de los instrumentos que la ejecutan, o quizás la ausencia de un ritmo obstinadamente machacón y aburrido como encontramos en tantos estilos. Pero creo que el motivo principal es que cuando decimos que escuchamos Música clásica, en realidad no lo hacemos, en realidad oímos. Una y mil veces me han dicho: “me encanta ponérmela mientras leo”, “la uso para dormirme”, “para estudiar y concentrarme me viene muy bien”, “siempre la escucho mientras…”. Son sólo algunas de las frases que escucho una y otra vez, y que demuestran que en muchos casos el contacto con nuestro género se produce en un segundo plano, nuestra atención está puesta en otra cosa mientras... eso sí, de fondo tenemos puesto un CD de Mozart. Siempre insisto en la misma idea, no leemos un libro mientras pensamos en algo que no sea aquello que leemos, no vemos una película en el cine mientras miramos el móvil... debemos entender que si queremos disfrutar al máximo de nuestra Música, las escuchas deben ser con la misma atención y concentración que empleamos en otras actividades. Ahora bien, cada cual escucha, oye, mira y ve como quiere.  Yo sólo comparto con vosotros la que creo que es la mejor manera para vivir las grandes obras musicales que se nos han ido regalando a lo largo de la historia.




Llevamos ya varios artículos y habéis podido ver cómo, en muchos casos, los temas que se tratan no son para nada triviales. Hablamos de temas trascendentales, y la Música nos guía, nos lleva por ellos...y nos lleva también por la intensidad de los mismos, nos pone el vello de punta, nos acelera, nos hace sonreír o, como hace poco a mi sobrino al escuchar Muerte y Transfiguración, nos da miedo. Y por supuesto que a veces nos trae calma, y paz, y sosiego y amor... pero para disfrutar de todo ello debemos quitarnos el cliché de que la Música clásica es tranquila. ¡No! Claro que hay obras muy tranquilas, pero jamás he conocido género tan lleno de vida, de sobresaltos, de emociones...cada pieza suele ser un viaje irrepetible.




Así que hoy, os animo una vez más a que cuando os pongáis los cascos para nuestras escuchas, sólo hagáis eso...escuchar. Y aunque sea difícil, lo sé, evitad distracciones, evitad pensar en el trabajo, en los problemas diarios, en próximos planes, en la compra o en la comida de mañana. Escuchad, escuchad, escuchad. Dejaos llevar por estas pedazo de obras de las que aquí os hablo, ellas se lo merecen, desde luego que sí, pero mucho más importante: vosotros os lo merecéis. 




No me extiendo más con esta reflexión y paso a hablaros brevemente de la obra de hoy, que en su estreno en 1924, supuso un éxito total, una de esas piezas que mezclan, que aúnan, que rompen barreras pero que lo hacen con tal naturalidad que a todos encandila. Hoy escuchamos la Rhapsody in Blue de George Gershwin. Como siempre, podéis encontrar el vídeo bajo el hashtag #EscuchandoMúsicaInmortal en Facebook y Twitter y, como no, en el blog de mi página web. 




Se ha dicho mucho sobre esta obra, yo sólo os animo a adentraros en estos poco más de 15 minutos que estoy seguro que podréis dedicar. Encontraréis una Música llena de vitalidad, de desparpajo, de energía, tal y como vivía la sociedad norteamericana en los años 20. En este contexto donde en un mismo barrio coexistían culturas totalmente diferentes, nuestro compositor estadounidense de origen ruso-judío compuso, posiblemente, la primera gran obra del repertorio de Estados Unidos. Una obra en la que el jazz, que tanto gustaba a Gershwin y la Música académica (su verdadera aspiración), se encontraron magistralmente entre el bullicio neoyorquino, ya que como el propio compositor dijo explicando el origen de la pieza: “con frecuencia oigo música en medio del ruido”.





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