Amplitud y novedad en un entorno familiar

Zonas verdes, carril bici, centros de estética.. constituyen el ambiente de estos vecindarios

La calle A. Muñoz Zamora con los bloques azules conocidos como ‘La Pecera’.
La calle A. Muñoz Zamora con los bloques azules conocidos como ‘La Pecera’. Cristina Da Silva
Cristina Da Silva
19:02 • 18 mar. 2018

El Parque de la Familias, los edificios de considerable altura, los bares de fusión gastronómica de variadas cocinas... Los distintos elementos que conforman el paisaje urbano tanto de Cortijo Grande como de La Vega de Acá evidencian el carácter novedoso de estas dos áreas, pobladas por familias jóvenes.




Las amplias calles, las extensas áreas verdes entre los bloques de pisos, los nuevos edificios de grandes portales  acristalados o la estética de los comercios de reciente apertura acompañan la distendida atmósfera que reina en el ambiente de ambos barrios. A la hora de describirlos, sus habitantes destacan la sensación de confort y la calidad de vida.




Demografía
“Esta zona es muy tranquila, la gente es muy amable, muy respetuosa... No hay conflictos o, al menos, yo no he visto ni escuchado ninguno”, explica Rocío, quien trabaja en la peluquería Lorena Hueso.




A este negocio acuden habitualmente “personas de lo que sería ‘la alta sociedad’: médicos de cabecera y del Hospital de Torrecárdenas, arquitectos...”, añade.




“El rango de edad de los vecinos va de los 20 a los 40 años, aproximadamente. Se ve alguno mayor, pero pocos”.




Asimismo, se advierten muchas embarazadas y niños pequeños. “De hecho, hay muchos más niños de 3, 4 o 5 años que niños de edades superiores o adolescentes de 14, 15 o 16 años”, puntualiza.




Rocío señala lo usual que resulta encontrarse a personas paseando por las calles de estos vecindarios. “Muchos de ellos se conocen porque se cruzan todos los días, cada vez que salen a andar o a correr”, afirma.




Comenta, a su vez, que el ejercicio físico se antoja bastante habitual entre los vecinos de estos barrios, por lo que deduce que suelen preocuparse por la salud.


Insiste en que “hay mucha educación”. “La gente es muy agradable en el trato. Te saludan aunque no te conozcan”.


Alquileres en alza
En cuanto a los precios del alquiler, se sitúan por encima de la media. “Por un piso de 2 a 3 dormitorios, piden entre 700 y 800 euros al mes”, especifica Rocío. Comenta que, cuando se trata de 4 dormitorios, la locación puede ascender hasta los 1.000 euros.


Eva, de Eka Yoga, indica algo similar en lo que al arrendamiento se refiere. Se basa en su propia experiencia como inquilina en varios apartamentos de la zona.


“Por un piso de una habitación, piden entre 450 y 550 euros. Por uno de dos habitaciones, entre 600 y 650. Y por uno de tres, se paga entre 750 y 800. También depende de si tienen plaza de garaje y de los gastos de la comunidad a la que pertenezcan”, explica.


“Yo diría que, ahora mismo, esta es la zona más cara de Almería para alquilar”.


Sin embargo, la elevada cuantía exigida para residir en estas viviendas no reduce la demanda de alquileres. “Hay pocos pisos vacíos. Los que se quedan libres se venden o se alquilan rápido”.


“Para los que están construyendo ahora, hay incluso lista de espera”, detalla Rocío. Es el caso de dos bloques de viviendas que se edifican actualmente en el área de El Argar, para alquiler exclusivo.


Eva, por su parte, apunta que prácticamente todos los edificios cuentan con piscina, pista de pádel, gimnasio y salón social. “Y, además, son pisos recién construidos”. “Todo eso se paga”, razona.


“En proporción, comprar es más barato que alquilar. Yo de momento alquilo, por mi situación. Pero, por precio, merece la pena comprar. Los pisos de dos dormitorios están en unos 150.000 euros”.


Comercios y precios
Los costes del ocio también son ligeramente más elevados que en otros barrios. “Un café que en otro sitio te costaría un euro o 1,20 aquí te vale 1,80”, indica Rocío. Asimismo, explica que algunos servicios como la peluquería pueden costar hasta el doble, en comparación con otras zonas. “Por peinarte en una peluquería de un barrio más antiguo, te cobran unos 10 euros. Eso mismo aquí te vale unos 20 euros”, detalla.


Aun así, no faltan las peluquerías en estos barrios, ni para personas ni para animales, pues existen varios centros de cuidado y acicalamiento de mascotas.


Tampoco se echan de menos los centros fitness; algo que no resulta extraño en dos vecindarios cuyos habitantes demuestran esa preocupación por la salud que Rocío mencionaba antes.


El número de establecimientos comenzó a crecer, especialmente, desde que se abrió el Parque de las Familias. “Sí es cierto que algunas tiendecillas que acababan de abrir han cerrado. Hubo una de chucherías y otra que no recuerdo qué vendía que ahora es un herbolario”. Los comercios restantes, sin embargo, parecen gozar de un creciente éxito generalizado.


Comodidad
Tanto Rocío como Eva ponen de relieve la comodidad característica del barrio “para aparcar, comprar o salir a comer”.


“Es una zona segura, muy tranquila, en la que no se oye ni un ruido. A veces hay quien me pregunta si no me da miedo transitar por estas calles cuando oscurece, porque hay zonas descampadas. Pero para nada. Más miedo siento al ir por el centro de noche. Aquí reside gente muy bonica, muy buena. Esto es como vivir en un pueblo, dentro de la ciudad”, continúa Eva.


“Este vecindario me recuerda a Villablanca hace 10 años, cuando estaba creciendo”, añade. Por aquel entonces, La Vega de Acá no contaba con muchos más edificios que ‘La Pecera’, un conjunto de varios bloques de pisos de color azul (arriba, en imagen).


En cuanto a Cortijo Grande, barrio un poco más antiguo, combinaba unos cuantos dúplex adosados con algún que otro edificio y la casi ausencia de tiendas y bares. Hoy, el aspecto de ambos vecindarios es bien distinto y, tan solo en este momento, se están construyendo 5 nuevas comunidades residenciales.


“Cada residencial puede contar con 6 bloques: eso son muchos pisos. Así que, a lo mejor, hay unas 140 o 150 familias en cada uno de esos residenciales. No son barrios pequeños, precisamente”, explica Paula, de la Farmacia Villalobos. Comenzó como parafarmacia en 2010 pero, desde noviembre del año pasado, se convirtió en farmacia, ante la creciente demanda de este tipo de comercio.


Paula señala que la zona está “muy cuidada”, aunque, como en otros barrios, se observan excrementos caninos por el suelo. “No todo el mundo le presta atención a eso”.


En cualquier caso, coincide con Rocío y con Eva en que a estos dos vecindarios les aguarda un buen porvenir.



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