Viaje al interior del Museo de Arte Doña Pakyta

LA VOZ recorrió las siete salas que forman la pinacoteca horas antes de su apertura, prevista para hoy a las diez

Marta Rodríguez
01:00 • 04 may. 2015

Generaciones y generaciones de almerienses se han preguntado siempre qué tesoro custodiaba la casa más singular de la ciudad. La que hasta hace poco más de un año fue la vivienda de Francisca Díaz, que falleció centenaria tras una vida plena de compromiso con la protección del Parque Natural de Cabo de Gata y con Almería (no en vano, legó su hogar para convertirlo en el primer museo de pintura de su tierra), abre hoy sus puertas al público para acercar a la ciudadanía la joya que esconde en su interior: la mejor colección de arte almeriense de los siglos XIX y XX.




Ejemplo de la arquitectura regionalista española de los años 20, la conocida como la Casona Vasca -ahora el Museo de Arte Doña Pakyta- luce resplandeciente después de la importante actuación acometida por parte del Ayuntamiento de Almería en un tiempo récord (las obras comenzaron en diciembre).




LA VOZ recorrió ayer las siete salas que configuran la pinacoteca horas antes de su apertura oficial, prevista para hoy martes 5 de mayo a las diez de la mañana. He aquí un viaje a su interior.




Jardines y entrada
Flores de un sinfín de colores dan la bienvenida al visitante que accede al recinto del Museo de Arte Doña Pakyta desde la Plaza Emilio Pérez, donde varios operarios trabajan a contrarreloj. Unos escalones separan el exterior de un hall presidido por una enorme chimenea sobre la que cuelga un entrañable retrato de Francisca Díaz.




Allí se encuentran el alcalde de la capital, Luis R. Rodríguez-Comendador, y el concejal de Cultura, Ramón Fernández-Pacheco, que supervisan que todo marcha a buen ritmo para la inminente apertura. “Estoy enamorado del mimo que hemos puesto en todo el proceso. Realmente éste es uno de esos proyectos que hacen ciudad”, expresa el regidor. 




En primera sala, el director del museo, Juan Manuel Martín Robles, y el presidente de la Fundación Ibáñez-Cosentino, Andrés García Ibáñez, contemplan el inicio de un discurso museográfico que han cuidado al detalle gracias al acuerdo de colaboración entre el Ayuntamiento (que ha aportado el 20 por ciento de los fondos de su colección municipal) y la institución artística (que ha cedido el resto). Éste abarca de 1880 a 1970 distribuido a lo largo de las estancias de la siguiente forma: siglo XIX, realismo y academicismo y vanguardias internacionales en la planta baja y movimiento indaliano arriba.




Los suelos de mosaico, los grandes ventanales y la escalera de madera recuerdan el pasado noble de una casa por la que los almerienses seguirán preguntándose. Para descubrir su interior basta con cruzar el umbral de la puerta.




Recorra su interior en este vídeo.



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