Talavante hizo grande el toreo de rodillas cuajando una emotiva faena  

Morante perfumó la tarde de esencia cara, en una corrida con dos partes que fueron noche y día

Salida a hombros de Talavante en la Feria Taurina de la Virgen del Mar.
Salida a hombros de Talavante en la Feria Taurina de la Virgen del Mar.
Jacinto Castillo
01:00 • 28 ago. 2015

Talavante Alejandro Talavante se queda quieto en el sitio  en el que hay que quedarse quieto y  deja que la raza del toro e disipe en su muleta. Por eso su toreo tiene importancia cuando el  anima entra al engaño con una punta de genio,  queriendo acometer contra  lo que le enseña el torero.  Con esos principios guardados en la montera llegó Talavante a Almería, dispuesto a destapar  el frasco del toreo caro, del toreo esencial. Sobre todo en los naturales en los que rozó la perfección. sin embargo, aún quedaba lo más emocionante. De rodillas, Alejandro hizo lo que casi nadie hace, que es torear de verdad. Un pase y otro y otro más hasta que los tendidos se emborracharon de euforia y ya nadie se acordaba deque el toro puede partir  por la mitad a quien se pone delante y ya sólo mandaba el delirio del arte de Talavante convertido en un clamor de toda la Plaza.    




El respetable pidió un indulto que no se concedió y Alejandro entró a matar como un héroe antiguo,dispuesto a coronar su hazaña personal. Lo había hecho todo y aunque lo intentó en serio con el mansote que cerraba plaza, ya no quedaban más emociones que vivir en esta extraña tarde de toros que tuvo una segunda parte para guardar debajo de la alfombra. Menos mal que a la salida los nardos olían mejor que nunca.




Morante  
Casi todo el silencio inicial de la Plaza fue para Morante, ese torero que tiene un pacto con el tiempo. Por eso torea tan despacio, porque su muleta se mueve en otra dimensión cuando así encarta.




 El primero de la tarde salió algo rebrincado y mugiéndole al torero, pero  la muleta de Morante se deslizaba delante de las astas ralentizando  cada embestida. Los naturales de serena inspiración dieron paso a una pelea sorda entre el artista y la fiera, en la que siempre acaba brillando el genio de Morante. Y luego, otra vez el silencio, con el estoque apuntando a la cruz y toda la Plaza  a su lado. 




En su segundo se encontró a un toro que encogía la pata   izquierda.  Corría de forma extraña y para colmo de males, después de topar con en el burladero, perdió  pie el solo y se desencadenó un vendaval de pitos pidiendo un cambio ya imposible a esas alturas de la lidia. Así que Morante se quedó sin redondear la tarde y los tendidos se vinieron abajo en forma de bronca. 




Castella Sebastián
Castella gusta de firmar su toreo y lo hace antes de empezar con un pase cambiado que es su sello personal. Lo malo de tan especial arranque es que luego hay que seguir manteniendo la emoción y eso no siempre sucede. El toro, fácil, el toreo de Castella también, quizás demasiado. 




Quiso añadir al final un poco de toreo anecdótico para la galería, pero sólo consiguió profundizar en la anodina facilidad de su faena, como si hubiese acordado con su enemigo una entente cordial que no llegó a mayores 




El segundo salió flojo de remos y  Castella quiso aplicarle los rigores de su toreo rígido y vertical. Quizás por eso no hubo acoplamiento entre ambos. El animal tenía su peligro y eso le dio mérito al torero pero sin aportar mucho más. Poco toro, pero tenía su faena, si bien distinta de la que el francés había proyectado. De ahí las tandas deslavazadas, los muletazos sueltos. No tuvo suerte Castella con su lote, ni su lote con él.


Zalduendo  
Los toros de Zalduendo defraudaron en conjunto, con la excepción del gran tercero, de nombre Mendaz, que dio la vuelta al ruedo.



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