Gimnasia para plantar cara al Alzheimer

Entrenar el cerebro desde edades tempranas y unos hábitos saludables son el mejor tratamiento

María Medina
19:47 • 26 sept. 2015

Son cerca de 5.000 los almerienses que padecen Alzheimer, muchos de ellos mayores de 85 años, pero esta enfermedad neurológica degenerativa y sin cura, afecta a muchos más. Cómo prevenir la enfermedad es todavía un reto, pero sí se puede tomar nota de cómo retrasar su avance. 


Se trata de pasos sencillos relacionados con la alimentación, el ejercicio físico y también la gimnasia mental. Adoptar estos gestos cuanto antes permite ejercitar el cerebro para que éste responda con una barrera ante la degeneración neurológica. Un dato que le puede convencer si todavía piensa que el Alzheimer le queda lejos es esta afirmación de la neuróloga Teresa García. “La enfermedad comienza a gestarse 30 años antes de que puedan verse sus primeras manifestaciones, por lo que hay que cuidarse a lo largo de toda la vida y adoptar, cuanto antes hábitos saludables”.


Hacer trabajar al cerebro Entre estos gestos sencillos, la neuróloga y la neuropsicóloga de la Clínica Neurodem, Teresa García y Teresa Ramírez, insisten en que ejercitar el cerebro es de suma importancia. “Conviene tener un rendimiento cognitivo adecuado para que el cerebro trabaje y realice conexiones neuronales”, señalan.
La de Alzheimer es una enfermedad que no revierte. Es una patología neurodegenerativa y, conforme avanza, hace que el individuo que la padece “pierda capacidades cognitivas entre las que se encuentran la atención, la memoria, la capacidad de planificación, la toma de decisiones, así como otras actividades básicas de la vida cotidiana, que también se ven afectadas”.




Signos de alarma  Si bien hay que ejercitarse a lo largo de toda la vida, la neuróloga de Clínica Neurodem explica cuáles pueden ser los signos de alarma. Amnesia o incapacidad de recordar hechos recientes, afasia o dificultad para denominar objetos sencillos de la vida cotidiana; apraxia o dificultad para utilizar objetos sencillos del día a día;  y agnosia o dificultad para reconocer el entorno. 


También la anosognosia o dificultad para reconocer que tiene déficit. Los cambios de conducta son también otro de los signos que han de llamar la atención como lo son la irascibilidad o la apatía. “Es importante saber reconocer algunos de estos síntomas”, reconoce Ramírez, puesto que, según datos de la Sociedad Española de Neurología (SEN), más de un 30% de quien padece esta enfermedad no está diagnosticado y, por tanto, no tratado adecuadamente.




Eso sí, los despistes del día a día pueden ser generados por factores como ansiedad o falta de atención, pero siempre y cuando haya preocupación, mejor consultar, dicen.




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