Ramón González: “Lo más bonito de la robótica es que lo que investigamos va a ayudar a la gente”

Tiene los pies en la Tierra aunque trabaja para mejorar los robots que exploran Marte. Desde septiembre de 2014, este joven viatoreño investiga en el Instituto Tecn

Ramón González, junto al prototipo del rover Curiosity durante su conferencia en el Jet Propulsion Lab de la NASA.
Ramón González, junto al prototipo del rover Curiosity durante su conferencia en el Jet Propulsion Lab de la NASA.
Evaristo Martínez
01:00 • 03 nov. 2015

Ser el pregonero de las fiestas de su pueblo, Viator, le ha hecho sentir más orgullo que dar una conferencia en Harvard. Ramón González Sánchez es un chico sencillo que tiene el privilegio de trabajar donde muy pocos llegan: allí donde casi se pueden tocar las estrellas.




Trabaja como asociado postdoctoral desde septiembre del pasado año en el Instituto Tecnológico de Massachusetts. ¿Cuál es su labor allí?
Trabajo en el campo de los robots móviles, concretamente en entornos exteriores. Ejemplos de aplicaciones pueden ser la agricultura, que fue el origen y la base sobre la que hice mi tesis. Entre esos entornos están los robots planetarios, como los que hay en Marte o en un futuro se mandarán a la luna, y también los vehículos militares. En el grupo en el que trabajo, mi supervisor es un experto mundial en este tema: de hecho, parte del software del rover Curiosity que está en Marte lo desarrolló él. Actualmente trabajo en el marco de un proyecto OTAN y en el de un proyecto NASA con el centro Ames de San Francisco. 




Estudió Ingeniería en Informática en la Universidad de Almería. ¿Tenía ya en mente la robótica?
Desde pequeño siempre he sentido gran curiosidad por las naves, las lanzaderas espaciales y todo lo relacionado con los planetas y el espacio. Mi curiosidad surge de ver que podíamos llegar a Marte no con presencia humana pero sí enviando robots, como con los famosos Spirit y Opportunity. Eso iba en consonancia con lo que me gustaba de niño. En la carrera había una rama de automática y robótica y me fui encauzando por ella.




¿Y después?
Cuando hice la carrera tuve la suerte de que me dieran una beca de formación de profesorado universitario del ministerio de Educación, una beca de cuatro años para obtener mi tesis doctoral. La comencé en Almería aunque gran parte del desarrollo teórico lo hice tras una estancia en Sevilla y luego otra en el Instituto Tecnológico de Zurich, donde tuve la suerte de participar en el proyecto europeo ExoMars, destinado al próximo rover que la Agencia Espacial Europea quiere mandar a Marte en 2018. 




¿Cómo llega hasta donde está hoy?
Cuando hice mi tesis en Almería tuve unos meses de incertidumbre, sin trabajo. Después conseguí un contrato por dos años pero no tuve posibilidad de seguir. Me salió una oportunidad para ir a Zaragoza como profesor ayudante doctor durante ocho meses. Cuando estaba terminando y de nuevo me veía al borde del precipicio del desempleo salió una convocatoria internacional de quien ahora es mi jefe solicitando que le enviaran el currículum para un puesto concreto en su grupo de investigación. Lo envíe y tras dos entrevistas, analizar mi trayectoria y consultar con un profesor que había tenido en Suiza consideraron que era la persona adecuada para trabajar en su grupo como asociado postdoctoral.




¿Qué vieron en su perfil para elegirle?
Mi supervisor, Karl Iagnemma, es un experto mundial en robots móviles en entornos exteriores. Uno de los problemas que tienen los rover que están en Marte como el Curiosity y el Opportunity es el deslizamiento: en palabras cotidianas, que las ruedas patinan la mayor parte del tiempo porque se mueven en terreno suelto, tipo arena de playa. La idea es diseñar estrategias de control para que cuando el robot patine pueda salir de la zona o bien cambiar de ruta, porque quedarse estancado es lo peor que puede pasar, ya que se tardan semanas en sacarlo y el equipo científico está parado. Mi contribución en la tesis era en ese campo, en técnicas de control para evitar los posibles deslizamientos. Es una contribución muy acotada, justo lo que estaban buscando.




Usted es uno de esos jóvenes que ha tenido que marcharse de España para seguir trabajando. ¿Cómo ve este problema desde la distancia?
Mi sentimiento es que allí [en Estados Unidos] la valoración personal, el reconocimiento, es muy importante: al que trabaja duro se le reconoce y valora su esfuerzo. Cuando preparo un informe y hay que enviarlo a la NASA mi jefe le echa un vistazo por encima y luego lo envía: eso significa implícitamente que confía en las personas con las que trabaja. Cuando uno tiene que dejar su país se va triste pero quien debería estar triste y preocupado no es el que se va sino el país, que está perdiendo sus valores. Lo más importante son las personas. Mi centro no es lo que es por tener unas máquinas superpotentes o desarrollar el ordenador que llevó al hombre a la luna sino por las personas que están allí y porque las cuidan.




¿Cómo ha vivido ser pregonero de Viator?
Cuando el alcalde me lo propuso le dije que para mí era un auténtico orgullo, más que dar una conferencia en Harvard o en mi universidad, en el Instituto Tecnológico de Massachusetts. No es sólo el reconocimiento sino que estén tu familia, tus amigos de toda la vida, tu gente. Me emocionó que el alcalde me dijera que me habían elegido no por mi trayectoria sino por ser una buena persona y porque el pueblo me quería.


Debe ser un orgullo para toda su familia.
Somos una familia muy humilde. Mi padre es ganadero y mi madre ama de casa. Mi hermana tiene una licenciatura y un máster y mi hermano un ciclo formativo y trabaja en una cooperativa agrícola. De lo que realmente se sienten orgullosos es de que sus tres hijos estén felices. 


¿Cómo es el futuro que usted ya está viendo y nosotros no imaginamos aún?
En el campo de la robótica móvil es apasionante porque todos los desarrollos que se han logrado se van a aplicar a la gente de la calle, para ayudarles. En el futuro no creo que los coches sean tan atrevidos como para conducir solos pero sí para asegurar condiciones de seguridad: por ejemplo, que tomen el control si alguien se duerme al volante. Otro campo apasionante es la robótica aplicada en ayudar a personas con discapacidad o dependientes en tareas cotidianas, como darles de comer o lavarse. La conclusión es que todo lo que hemos probado en investigación va a servir para ayudar a las personas: eso es lo bonito de la robótica.



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