El obispo abre la ‘Puerta Santa’ para el inicio del Jubileo de la Misericordia

La diócesis de Almería ha vivido la inauguración del Jubileo de la Misericordia. Un año santo extraordinario que el Papa Francisco ha convocado bajo el lema ‘Misericordiosos como el Padre’ y que el Santo Padre inauguró el pasado día 8 de diciembre, festividad de la Inmaculada Concepción, abriendo la Puerta Santa de la basílica de San Pedro, en el Vaticano.

El Papa Francisco ha querido que todas las diócesis realicen esta misma ceremonia aproximando a los creyentes esta ceremonia con la que se inicia el Año del Jubileo de la Misericordia.  

En la diócesis de Almería, el obispo Adolfo González Montes ha proclamado el Año Jubilar de la Misericordia con la solemne ceremonia que tuvo lugar la mañana de ayer y que se simbolizó con la apertura de la Puerta Santa, situada en la Puerta de los Perdones de la Catedral de la Encarnación. Ceremonia que contó con la presencia del Cabildo de la Catedral, encabezado por su dean, Juan Torrecillas, el nuevo vicario general de la diócesis, Miguel Romera, así como su antecesor, Tomás Cano; sacerdotes de la diócesis, así como religiosas de distintas congregaciones capitalinas, siendo vivido por los numerosos almerienses que acudieron al acto.     

Este Año del Jubileo de la Misericordia que acaba de inaugurarse, concluirá el próximo día 20 de noviembre de 2016. “He decidido convocar un jubileo extraordinario que coloque en el centro la misericordia de Dios. Será un Año Santo de la Misericordia” con estas palabras anunció el Papa Francisco este Jubileo y que en Almería se inició ayer.

El acto  
El obispo de la diócesis, Adolfo González Montes, inició la ceremonia en la Plaza de la Catedral, leyendo  parte de la ‘bula’ del Jubileo, donde se indica que se inicia el Año de la Misericordia, trasladándose a continuación y en procesión hasta la Puerta Santa, situada en la Puerta de los Perdones del primer templo de la diócesis, para celebrar la solemne ceremonia y ante la presencia de numerosos almerienses.  

La celebración continuó con la solemne eucaristía en un templo catedralicio abarrotado de fieles.