Al cielo con tus goles

Prototipo de la furia rojiblanca por el amor a sus colores daba la vida en los partidos

Juan Goros el día del ascenso a Tercera División contra el San Fernando.
Juan Goros el día del ascenso a Tercera División contra el San Fernando.
Tony Fernández
13:03 • 08 feb. 2016

La noticia me llegó a la hora de la comida. Diego Fernández (el del cine) llamó a LA VOZ para comunicar la triste noticia. “Ha muerto Juan Goros”, la llamada la atendía Carlos y Rafa me comunicaba la muerte del gran 9. Todo lo demás, la visita a la Sala 2 del tanatorio para besar a su viuda y conocer a sus hijos y a su hermano Joaquín.
La vida de Goros da para mucho, pero me quedo con su palabra de honor. Éste almeriense del Barrio Alto no firmaba contratos. Daba su palabra y cumplía con la ley. Serio, honesto, honrado. Claro y directo, como me gustan a mí. Eso que hoy llaman a cualquiera, señor del fútbol, ya lo inventó Goros.




En Las Chocillas




Le vi por primera vez una fría mañana en un Plus Ultra-Motril de Regional Preferente. Goros ya era veterano y había jugado en Segunda División y le dio mucho tormento a Griffa del Atlético de Madrid que le recomendó que se dedicara al fútbol.
Aquella mañana a Las Chocillas fuimos mi hermano Manolo y yo con las entradas que nos regaló mí tío Pepe Saberes. Ese día metió dos de los cuatro goles de su equipo y me quedé prendado de su juego de cabeza. Yo jugaba en mi barrio de Los Ángeles y desde aquel día quise ser Juan Goros. Goleador.




Cita en Motril




Imitaba hasta su salida al campo por aquel foso del Estadio de La Falange cuando besaba la tierra y hacía sobre su pecho la señal de la cruz. Nunca le había tenido tan cerca como en aquel 1972 cuando el Almería fue invitado al trofeo Ciudad de Motril y mi tío Antonio que era directivo del club granadino me mandó con los árbitros al Estadio Escribano Castilla.
Era Pedro Fernández (de Marchena) el árbitro y me puso de ayudante para ir a por las fichas de los equipos. Primero a por las del Motril y luego toqué a la puerta del vestuario visitante y el delegado, Carlos Ruiz Miras, llamó al capitán del equipo. Me temblaron las piernas cuando Goros me dio la mano y cuando le dije que yo era de Almería y le comenté sus goles se quedaba sorprendido. Menuda experiencia.
Cuando llegó al vestuario arbitral y saludó al capitán del Motril uno ya comprendía que Goros no era uno más. Era puro señorío con esa camiseta rojiblanca que parecía que le quedaba pequeña porque era un 9 de los de toda la vida. Hasta que colgó las botas siempre le seguí. Siempre le imité.
Marqué goles de cabeza como Goros pero jamás me pude aproximar a este almeriense que era todo pundonor y que se dejaba la vida por sus colores y por su familia por igual. Rojas aprendió mucho de Juan Goros y no solo por ser del mismo barrio. Ahora vuelven a estar juntos en el Cielo. No olvidaré esos saltos de Goros que yo imitaba abriendo los brazos para ganar la posición y alejar a los centrales de su cabeza con la que mandaba el balón dentro con gran precisión. El gol en las venas.
Goros, para aquellos que no lo vieron jugar, era lo que más tarde dio a nuestro fútbol Santillana.  Sin ser una torre quedaba parado en el aire para ejecutar los tiempos del gol.




De película Estando ya en la radio y luego en LA VOZ, le hice muchas entrevistas y siempre se mostraba con un agradecimiento infinito. Me preguntaba siempre por, Carlos, mi suegro, de su misma quinta y vecinos de toda la vida. Goros me contó muchas batallas de su carrera deportiva y partidos de película a lo largo de su etapa profesional.
Pero nada que ver con aquel partido en Motril cuando no cabía un alfiler y tenía que ganar el Almería para jugar la promoción de ascenso. Aquel frío día de Febrero más de medio campo era rojiblanco y Goros marcó un gol para la historia. Se ganó por uno a dos y fueron campeones de Liga y subieron a Tercera gracias a un gol suyo al San Fernando y la permanencia con otro tanto de Goros al Eldense en La Falange. Aquel gol de Motril lo llevaba en el alma. Circulaba por su sangre cada día




Nuestros encuentros




Lo peor llegó al final, cuando pudo quedar en silla de ruedas por las secuelas del fútbol. Ganó una gran batalla. Goros fue operado en Barcelona y realizó su rehabilitación en la playa del Palmeral con su mujer.
Los que le vimos caminar con muletas no podíamos dar crédito al ver a Goros Rambla arriba del brazo de su mujer. Estaba orgulloso de haber vencido a la enfermedad y más todavía de sus hijos (cuatro) de los que siempre me hablaba. Lo peor de nuestros encuentros era que íbamos con las mujeres y ellas no podían entender tanta cháchara infinita. Tanto fútbol. Tanta historia.
No se a quién de los dos le daba más alegría de vernos. Era como quitarnos de golpe 20 o 30 años y recordar nuestras vidas. Nuestro fútbol. Aquel Almería de antes que nunca volverá y hablar del de ahora que a Goros le seguía gustando como siempre pero “si mi generación llega a nacer ahora nos forramos, Tony, nos forramos”. Goros ha sido genio y figura hasta la sepultura. Que al cielo te lleven tus goles.



Temas relacionados

para ti

en destaque