El primer Alemán de Almería

Llegó en un falucho desde Cartagena y se convirtió en uno de los principales comerciantes

Pedro Alemán, industrial, poco antes de morir en un retrato de Antonio Mateos.
Pedro Alemán, industrial, poco antes de morir en un retrato de Antonio Mateos.
Manuel León
01:00 • 10 mar. 2018

Se llamaba Pedro Alemán García y embarcó un remoto día de 1888 en un falucho de Cartagena rumbo al puerto de Bayyana (lo dejó escrito Pedro Antonio de Alarcón: “el mejor camino para llegar a Almería es mediante cabotaje”). Qué se le pasaría por la cabeza a ese muchacho murciano de 22 años- el primero de los alemanes que irrumpió en la ciudad del sol-  para hacer el hato, dejar familia y plantarse en la ciudad vecina para buscarse la vida, sin más oficio ni beneficio que el de un David Copperfield sureño. Así llegó Pedro a Almería, con las manos en los bolsillos y mucha hambre de comerse el mundo.




Se empleó pronto como aprendiz en la casa de comercio al por mayor de Juan Tortosa, en la calle Granada, paso obligado entonces de carros y carretas de la provincia hasta el prontuario comercial de la Puerta Purchena.




Demostró su viveza tras el mostrador, su astucia en el reparto de víveres, su perspicacia para adivinar el pensamiento de los clientes minoristas. En 1891 falleció Juan Tortosa y decidió hacerse cargo del almacén de ultramarinos y coloniales, primero en comandita con Alejandro Ulibarri, el suegro de su fallecido jefe, y después ya por su cuenta y riesgo.




Así fue prosperando este primer Alemán, el primero de toda una saga que se fue esparciendo, como las tribus de Israel, por Almería,  ocupando cargos de relevancia, haciéndose un hueco entre la oligarquía nativa a lo largo de las décadas, a través de su impetuosa actividad comercial. Y de su tronco inicial fueron germinando ramificaciones familiares que aún perduran por toda la provincia.




Antes de Pedro Alemán, hubo solo una familia que echara raíces con ese apellido en Almería: los Marín-Alemán que proliferaron en el siglo XVIII provenientes de Berja, pero cuya rama fue difuminándose a principios del siglo XIX, según el profesor Valeriano Sánchez.




Pedro Alemán se casó pronto con Adela Sánchez Picón, hija del patricio José Antonio Sánchez Mondéjar y hermana de José Sánchez, dueño de la legendaria ferretería El Yunque instalada en el inicio del Paseo del Príncipe, en los bajos de la casa que fue de don Ramón Orozco.




Junto al despacho mayorista de artículos que llegaban en vapores, como los salazones o la cebada rusa, a Pedro se le ocurrió en 1901 montar una fábrica de losetas hidráulica teniendo como socios a Ramón Muley López y Diego Navarro Valero. Y también, por si fuera poco, instaló una prensa de hacer pasta para sopas, haciendo esquina entre la calle Granada y la antigua calle Cantares.




Era puro vigor comercial este primer Alemán que llegó a Almería y el crecimiento de su capital y el crédito de su firma no se hicieron esperar. Tanto, que arrastró a su padre Antonio Alemán Rubio, y a sus hermanos Antonio, José y Francisco, que también se instalaron con actividad comercial al poco tiempo en Almería. Su progenitor, que se había dedicado al transporte con una tartana en Murcia, se estableció en la calle Reyes Católicos y pujó en varias ocasiones para quedarse con la recaudación de arbitrios.


Pedro Alemán se comprometió con todos los proyectos que nacían en su ciudad adoptiva en el alborear del siglo XX: fue miembro de la Compañía de Navegación a vapor La Mediterránea para controlar los fletes de mercancías para su establecimiento, actuó como vocal en la Junta de Obras del Puerto que presidía José Batlles Benítez, fue vicepresidente del Círculo Mercantil, socio del colectivo comercial benéfico, La Unión Ibérica. Pero el destino caprichoso quiso que muriera muy joven, en 1907, con solo 38 años, dejando tres hijos: Antonio, Adela y Catalina.


Asumió el próspero negocio su viuda y su hijo Antonio  Alemán Sánchez, con el empleado Rosendo del Águila Úbeda. En 1917 vendieron el negocio de los pavimentos hidráulicos a José Díaz Solano, que lo refundó con el nombre de La Cartagenera.


El establecimiento que iniciara Pedro siguió adelante, no obstante, como uno de los principales almacenes de la ciudad, desplazándose de la calle Granada a Obispo Orberá, 1. Allí dispensaba los célebres chocolates de Jaime Boix que llevaban de regalo estampas de toreros, la leche condensada, la uva del Almócita y durante la Guerra proveyó de víveres del racionamiento, como azúcar, sacos de  garbanzos, lentejas o habas para simiente y tenía como empleado a Antonio Muñoz Ojeda.Estuvo en funcionamiento hasta los años 60.


Francisco Alemán García, hermano del pionero Pedro, casado con Juana Ruiz Clares, tuvo menos presencia en Almería, aunque entró en política y era miembro del Círculo Republicano, pero la gripe de 1918 se lo llevó por delante.


José Alemán García, casado con Luisa Illán Ruiz, fue contratista de obras, consignatario y agente fletador con despacho en Alvarez de Castro, 14. También era agente comercial de los vehículos Graham Paige. Tuvo como hijos a Joaquín, Loreto, Luisa, Catalina, José -que fue alcalde de la ciudad en 1935- y Antonio, éstos dos últimos fueron asesinados en 1938 en el campo de Turón. José Alemán falleció en 1956, con 84 años, y se distinguió por sus grandes dotes de emprendedor.


El otro hermano de la primera generación de alemanes, Antonio Alemán García, se dedicó a la construcción  como los pabellones del manicomio que dirigía Sor Policarpa Barbería. También fue comerciante con despacho en la calle Real, 35  y después, tras su fallecimiento en 1932, sus herederos lo trasladaron a Obispo Orberá, 3. 


Casado con María Herrada Carreño, -quien financió ya viuda la campaña de fichajes del Atlético Almería en los años 40 y 50- Antonio encabezó la rama más prolífica de la familia con siete hijos: Catalina, casada con Francisco Giménez Escudero; María, que matrimonió con el industrial de coloniales Antonio Fernández Caparrós y que tuvieron por hijos a José Fernández Alemán, senador de UCD durante la transición, y Antonio, profesor e industrial de la cadena Spar; José, presidente del Círculo, que se casó con Carmen Bracho Aguilar-Tablada, padre de Carmen, Enrique y José, éste último el más mentado por su  implicación en la célebre Operación Poniente; Carmen, casada con el farmacéutico y escritor Francisco Giménez Fernández, padres del periodista Francisco Giménez Alemán y de Antonio, comerciante de la tienda de manualidades Manos; Pedro, casado con Aurora Fábrega Martín, con siete hijos: Pedro José, Cristóbal, Ricardo, Antonio, José Luis, María del Mar y Enrique; Antonio, casado con Ana Quero Alcaraz;  y Enrique Alemán Herrada, el  constructor de la Almería vertical de los años 60, casado con María del Mar de la Cámara, pariente de Jesús de Perceval, quienes protagonizaron una de las bodas con más pompa de la Almería de la época.



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