Bibiana Montoya: “La Ley Trans no es progresista, han politizado al colectivo”

Fue la primera mujer que se operó en España para cambiar de sexo, hace ya dos décadas

Bibiana Montoya, la primera mujer transexual que se operó en España.
Bibiana Montoya, la primera mujer transexual que se operó en España. Juan Pablo García
Antonia Sánchez Villanueva
07:00 • 15 ago. 2021

Bibiana Montoya, la primera mujer que se operó en España para cambiar de sexo, hace ya dos décadas, ve con muchos reparos la nueva Ley Trans. A punto de jubilarse como trabajadora municipal, con una vida en la que se dan la mano los mayores sufrimientos, los mayores placeres y un activismo a prueba de dificultades, reflexiona sobre su experiencia vital, digna de unas memorias. 



La nueva Ley Trans se presenta como revolucionaria y progresista. ¿Cómo lo ve? 



Progresista no. Los partidos lo han politizado. Yo fui la primera que se operó en España. Para mí, que fui convencidísima de que yo era una mujer que quería cambiar de sexo, esos dos años yendo a Málaga dos veces al mes a hablar con la psicóloga, me hicieron muchísimo, y me operé ya con cuarenta y tantos. Algunas chicas que se han operado han venido luego a mi casa a decir, Bibi, yo quisiera hablar con una psicóloga porque no me encuentro. 



¿Cómo que no se encuentran?



Es que un cambio de sexo es un cambio de sexo. Si no va acompañado con un tratamiento psicológico, vamos para atrás. La nueva Ley quiere decir que si tú hoy te levantas y te pintas las uñas, eres una mujer y puedes ir al juzgado a cambiarte. Creo que no debe ser así. 



Para alguien que ha pasado tanto por esto, ¿no es comprensible?



Eso en su día lo hizo muy bien la Junta de Andalucía, se aprobó por mayoría absoluta. Dos años y medio de tratamiento psicológico, que no psiquiátrico. Hombre, a algunas la han mandado al psiquiátrico, sí, porque han tenido brotes psicóticos.



¿Qué le parece que los menores puedan hacerlo?

En la concentración de Almería con Orgullo en la Plaza de las Velas, me emocioné. Por dos cosas, porque vi a niños y a niñas pequeños donde estábamos con las banderas, y ellos jugando como una cosa muy normal. Y me emocioné de la policía custodiando esa concentración. Por eso cuando intervine, dije ustedes no, los de antes, en esa avenida me dieron una paliza, y después, había unos túneles de adelfas, me metieron y escupía semen con sangre, porquehicieron conmigo lo que les dio la gana. Pero si tiene que ser para cambiar esto, que me den otra paliza. 


¿Le queda rencor de esas experiencias? 

No, yo soy cristiana. Las personas cristianas no podemos tener rencor, podemos rezar por la gente que nos ha hecho daño. Hombre, tengo el sentimiento. Que alguno de estos verdugos, como Billy el Niño, murieran con una paga, con un montón de medallas, por pegar palizas. 


¿Ocurrían muchos casos así en Almería?

Almería siempre ha tenido mucha homosexualidad, pero de casinos. 


¿A qué se refiere?

De casinos, de los de chaqueta y corbata… de los que decían, qué graciosa, vestida de mujer, hay que darse cuenta [imita tono de reproche], ellos mismos eran los que condenaban. Hace poco murió un juez y yo fui y le hice una misa, con nombre y apellidos. No tengo ningún buen recuerdo de ese señor, pero le hice una misa para que descanse en paz.


¿A usted le condenó?

¡Y a tanta gente! En la homosexualidad de Almería, los que hemos levantado la mano, los que hemos dicho aquí estamos, hemos sufrido mucho. Por eso ahora, cuando veo a muchos políticos en la plaza de la Escuela de Artes, que ponen la bandera del Orgullo, me enciendo. Esa bandera nos ha costado muchas palizas y muchas lágrimas de nuestras madres. Mi madre lloraba cuando me metían en comisaría, a ver el maricón ese, y mi madre lo escuchaba. Una vez las uñas se las metió aquí [señala la palma de la mano] de la rabia. Como si la hubieran crucificado, le salía la sangre.


¿Su familia le apoyó? 

Mi familia es muy diversa. Por parte de madre muy de derechas. Tengo un primo cura que es la loca número 1 de Almería, pero es cura, entonces no se ha casado porque es sacerdote, ¿sabes? 


Una tapadera, ¿no?

Todos. Si yo hubiese sido igual y me hubiese gustado el espectáculo y vestirme de mujer pero me hubiese casado, habría pasado por que era transformista, [imita a un tercero] no, está casado y tiene hijos y todo. Pero mi vida no era esa, yo era Bibiana, una niña. Estoy empezando a escribir mis memorias, pero hay gente que le da miedo escribirlas porque no quiero que las hagan light. Las empezó uno y ha dejado de venir. 


¿Son unas memorias sin guardarse nada?

Y sin dar nombres de nadie. 


Hay quien en Almería temerá que dé nombres.

¡Uhhh! Por mi alcoba ha pasado gente muy importante. En aquel tiempo me tenían en muy buena posición porque un padre de familia estaba cobrando 18.000 mil pesetas de sueldo base al mes y yo cobraba eso por noches, a ver si me entiendes, que eso tampoco me haaaa…. [no termina la frase] … lo que yo puedo denunciar y denuncio es la crueldad que había en el sistema judicial. 


Asume entonces con naturalidad lo que ha hecho en su vida. 

Totalmente. Sin arrepentirme de nada. Me he reído mucho. No tengo nada raro. En el boom de la droga de los años 70, yo no sabía ni lo que es un porro, ni emborracharme. Me ha gustado mucho un cachondeo, unas risas, el día que la policía me siguió por el Paseo, que me subí a la fuente de la Puerta Purchena, los agentes diciendo: Bibi que no te vamos a pegar, que te bajes (risas). 


¿De dónde saca esa fuerza con tantas dificultades?

Pues mira, ahí está.. [señala] ¿has visto que tengo una capilla en mi casa? Yo sé que hay algo, creo mucho en el karma. Yo tuve un profesor de religión en la Escuela de las Flechas Navales que me ponía en lo alto de una mesa en el recreo y todos los niños a coro: mariquita, mariquita… Esto está en el libro Redada de Violetas, y se ve que este hombre lo tuvo que leer y vino años después con su mujer, Montoya, mira, que eran otros tiempos, disculpándose… Y al ratillo llegó un chico guapísimo, y le dice a la mujer, vamos mamá, que tenemos que ir a misa [entonación afeminada]…


Y lo entendió…

Me eché a llorar. Le cogí la mano al padre y le dije, cuide usted a su hijo como una perla. Mi madre me decía, si te sientas en tu puerta a tomar el fresco, verás el cadáver de tu enemigo pasar. Y es verdad.

Volviendo a esas memorias, no va a dar nombres…

 No, ninguno, pero ellos se van a reconocer. 


Gente importante.

Claro, claro. 


¿Y qué buscaban?

Debes comprender que yo empecé a trabajar en El Manzanilla, una sala de fiestas en El Zapillo, en el 71, menor de edad, porque mi madre quedó viuda muy joven. ¿Cómo me buscaba la vida? Pues, bonita, sabiendo cantar medio regular, con la lengua muy suelta, me cogió un personaje y me hizo vedette de revista y recorrí España. Si algo tengo que decir es que he sido una buena hembra en el escenario. Después me fui a Los Hangos, y acabé en el Chapina. Cuando ya empezaron a poner reservados, camas y bidés, dije ¡uh! para putear, puteo para mi, pero para darle el 50 por ciento a nadie, no, y me quité, y me metí en el Ayuntamiento.  


Y esa gente respetable…

Iban a ver el espectáculo.


¿No temían que los vieran?

No, porque iban, a lo mejor, en la fiesta de Derecho, Bibi, dame la dirección de tu casa. Después un señor muy distinguido de Almería me puso un chalecito en la Ciudad Jardín, y ahí iba mucha gente. No puedo hablar mal de ese tiempo. ¿Quién se metía a vestirse en la boutique de Marín Rosa? Pues yo. 


O sea, que ha tenido un nivel de alto standing. 

Muy alto. De buenos abrigos, buenos bolsos, buena ropa. Hoy no tengo tanto, porque también tenía que acudir a mi familia y a los que no son mi familia. Por ejemplo, ¿en qué bar no había un mariquita en la cocina? y nunca cotizaban por ellos. Cuando empecé con la asociación, tuve que arreglar no contributivas, que se portó muy bien Luis López, el que era delegado de Asuntos Sociales. Como dice el Evangelio, por tus obras te reconoceré. Por eso me da mucha rabia que ahora hay cosas del colectivo trans que se están politizando. 


¿Pero avanzamos algo con esta ley en perspectiva? 

No, no avanzamos nada, porque hay muchas niñas que hoy son guapísimas, pero cuando tengan unos años sus genes masculinos van a salir porque todas no son altas y con tacones. 


O sea, que presiente que en muchos casos se van a arrepentir después.

Mañana van a decir que como ya no se sienten así…. Mira, estamos bien, tenemos la ley de protección, tenemos la Ley de castigo del odio, pero ¿esta ley trans? ¿qué piden? Aún no me he enterado yo de qué piden y yo soy mujer transexual. 


¿Dónde está la clave para considerarse así? 

Mira, las mujeres transexuales que queremos operarnos tenemos una patología. Mi parte genital no se conocía con mi forma de pensar. Yo me hacía bañadores con la goma de los neumáticos para que no se notara el paquete. Y cuando salía al escenario, iba engomada entera. Yo levantaba pasiones [enseña fotos], aquí fue cuando juré bandera que cerré todos los telediarios. La primera mujer transexual que jura bandera en el Ejército, y en La Legión, no fue por política, es que en Ceuta estuve viviendo y me gustó mucho, me tiré a muchos legionarios, muy guapos…


¿Y bien?

Sí, muy bien, con mucha alegría (risas). Sí, a mi Ceuta me encantó. 


¿En Almería no?

Estaba yo más mayor. Me hicieron Dama de Honor cuando juré bandera. Entrar al cuartel era un protocolo, dos legionarios al lado de escolta: señora, vamos a tomar un café al bar de los oficiales y yo, no, a la cantina, donde están los hombres (risas). Para mi la Legión era sentirme muy querida. 


Volviendo a lo esencial para considerarse transexual….

Vamos a lo esencial. Yo me he acostado con tíos muy guapos y machotes, y cuando me han tocado mi pene, se me ha caído el mundo. 


¿No lo reconocía como parte suya? 

Yo no. Sufría mucho, en cambio a él le daba igual, pero yo me tengo que correr de otra manera, no así. Mira, para ir más hondo, para que lo comprendas mejor. Cuando salí del Carlos Haya ya operada, con mis puntos y con la sonda, descubrí que enfrente [largo silencio] … había un jardín [… ]


¿Y…?

 … [al borde del llanto] y vi flores, y colores, para mí antes era todo blanco y negro. 


¿Fue la primera vez que tuvo esa sensación?

 Sí, para que tú veas. Cuando yo me operé de cambio de sexo, vi la vida. Por eso el nombre de la asociación, Amar y Vida. Amar de amarte, no te operes porque tu novio te dice ¡ay, si tuvieras un coño! No, por eso no, opérate porque mentalmente eres una mujer. Y vida porque hay una vida, que yo conocí con 41 años. 


¿Se ha enamorado muchas veces?

Yo me he enamorado una vez nada más, de mi Paquillo. Pero se acabó. 


¿Y ha habido hombres que se hayan enamorado y hubieran querido renunciar a su vida por usted?

No, porque si lo hacían conmigo no estaban enamorados ni de sus mujeres. 


Esa es buena respuesta.  ¿Le buscaban por perversion?

Sí, mucho. Y sobre todo gente de dinero. He estado en juergas muy bonitas, de ventas, cuando no había mierdas de coca ni nada así, era la botella de whisky, un plato con conejo, y una guitarra. 


¿Hay algo de lo que se haya arrepentido?

De no haber dado el chillido más joven. Es que antes, si hablabas como ahora, te morías en la cárcel.  


Bastante valiente ha sido. 

Estaba la ley de vagos y maleantes a los que nos pintábamos los ojos y salíamos con una camiseta de encaje. Y ahora esta gente que están llevando estas políticas, ¿no son vagos y maleantes? ¿esa ley ya la han quitado? En el tema nuestro, por ejemplo, llaman siempre a Colega, que eso un día va a reventar. Nos están utilizando mucho al colectivo. Bueno, a mi no.


¿Concretamente, a qué colectivo, al LGTBI?

Al de transexualidad. Las que fuimos al Parlamento cuando la ley de cambio de sexo, fuimos a decir que somos mujeres con un problema. Tengo testimonios de mujeres que han ido a Casablanca y les cortaban los huevos y el pene y les hacían una raja y ya eres mujer. Si esto no lo coge la Seguridad Social, hubieran muerto muchas mujeres. Yo hubiera sido una de ellas. 


¿Se hubiera operado de cualquier manera?

Sí, y si mi madre se hubiera muerto antes [de operarse], yo me hubiera quitado de en medio. Yo he luchado por que mi madre estuviera alegre, jamás le negué nada, ni le dije que me iba con los hombres a acostarme, le dije que trabajaba en un bar.  


¿Y su padre?

Cuando murió, yo tenía 13 años. Me cogió la mano y me dijo cuida de tu madre, que yo sé que tú no te vas a casar. Era muy inteligente. 


¿Le habría gustado tener hijos?

Tuve mucha ilusión. Pero pensé que el día de mañana tenga que escuchar que su madre antes era un hombre, mi niño no tiene por qué amagar la cabeza porque yo quiera ser madre.


¿Cree que hizo lo correcto? 

Yo creo que sí. A veces necesitamos comernos la soberbia y que nos sirva de alimento.



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