El médico carlista que conspiró desde Almería con el Golpe de Estado

Juan Banqueri llegó a Almería buscando igualas desde Jaén y abrió consulta junto a la Catedral

Juan Banqueri Salazar nació en el pueblo jiennense de Cambil en 1896 y ejerció en Almería una década.
Juan Banqueri Salazar nació en el pueblo jiennense de Cambil en 1896 y ejerció en Almería una década.
Manuel León
22:18 • 04 feb. 2023

El resultado de las elecciones de febrero de 1936, en las que vencieron las izquierdas del Frente Popular, fue de inmediato cuestionado en Almería -y en el resto de España- por las derechas agrupadas en torno al Frente Nacional en el que orbitaban partidos de índole monárquica y católica. Se vivía en las calles, en los cafés y en los centros oficiales un clima político y social muy polarizado que fue el caldo de cultivo para el capítulo sanguinario que vino después. En ese teatro de operaciones, en esa Almería paupérrima, asaeteada por la crisis de los años 30, empezaron a germinar -como en el resto de aquel país aún ruralizado, ahíto de revoluciones agrarias- conspiraciones antirepublicanas. En esa ciudad sureña, que siempre había dormido tranquila, también prendió el fuego de los continuos altercados entre anarquistas y monárquicos, entre católicos y comunistas, dando lugar a intervenciones de orden público con víctimas mortales de por medio, como ocurrió en Tabernas, Pechina, Mojácar y otros municipios.



Entre los colectivos más implicados entonces con la política nacional y provincial destacaban los médicos. Había furibundos derechistas como Juan Antonio Martínez Limones, Eduardo Pérez Cano, Juan José Giménez Canga-Argüelles  y entre la atomizada izquierda como los doctores Ferry, Company, Soriano, Ramos Acosta o Alberto Sotomayor, hermano del poeta. 



Entre los primeros, destacaba sobremanera un galeno llegado a mediados de los años 20 a Almería a buscar igualas desde el pueblo jiennense de Cambil. Era Juan Banqueri Salazar, que abrió consulta en la calle Eduardo Pérez esquina Plaza de la Catedral, en cuyos bajos tenían su primer taller el joven pintor Perceval y el escultor Enrique Velasco. También atendió al principio a sus pacientes en el Hotel Alhambra, en la calle Santo Cristo, al lado de Casa Puga.  Sacó también plaza como médico de la beneficencia municipal y como facultativo de guardia en la Casa de Socorro y un tiempo ejerció en la barriada de Cabo de Gata. Sus anuncios en la prensa de la época especificaban que estaba especializado en oncología. A Almería llegó cuando se acababa de casar con Catalina García Santaella, natural de Montefrío (Granada) con la que engendró cuatro hijos: Elisa, Francisco, Natividad y Angeles Banqueri García.



No era Banqueri un derechista moderado, más bien  era un ultraderechista vinculado al movimiento carlista que nunca aceptó la República ni la monarquía isabelina. En Almería fue el máximo dirigente de la Comunión Tradicionalista, cuyo acto fundacional tuvo lugar en el Hesperia en 1932 con la presencia del líder carlista nacional José María Lamamié. Por esas fechas, tuvo lugar  en el centro del Paseo de Almería una anecdótica detención conocida como ‘la aventura de los azucarillos’ resumida en estos hechos: la policía arrestó una tarde en el Café Colón a los miembros de una tertulia que tomaban café en un velador, entre los que se encontraban el médico Juan Banqueri, el abogado Rafael Calatrava, el procurador Carlos Jiménez y Antonio y Guillermo Verdejo, consignatario y médico respectivamente, junto al practicante y arcipreste de la catedral José Plaza. El motivo fue que   alguien había dado el soplo a la policía de que Banqueri hacía proselitismo de las ideas carlistas repartiendo sobres de azúcar para el café con el retrato del aspirante al trono, Alfonso Carlos de Borbón. Fue instruido el atestado y puestos todos en libertad, menos Banqueri, que tuvo que pasar varios días en el calabozo acusado de haber conspirado contra la República.



Almería, a pesar de sus distancia con el norte del país donde más germinó la semilla de Carlos María Isidro, no careció nunca de una célula carlista que prendió a través de familias como los Olmos, los Acosta, los Galeti, algunos de ellos participantes en aquellas guerras civiles decimonónicas. También tuvieron vocación carlista los clérigos Bartolomé Carpente Rabanillo y Eusebio Arrieta, quienes participaron en una tertulia carlista que se celebraba en la sede del Círculo Mercantil, en la Plaza de San Pedro, bajo la dirección de José María Acosta Oliver, quien había comprado el Cortijo del Fraile tras la Desamortización. 



Por otra parte, el Circulo Carlista almeriense estaba situado en una vivienda de las Cuatro Calles, muy cerca de la redacción del diario La Independencia, dirigido por Fructuoso Pérez Márquez, sobrino del farmacéutico Vivas Pérez. Poco antes del Golpe de Estado del 18 de julio, tuvo lugar una reunión en el despacho de Fructuoso, en la calle Eduardo Pérez, junto a Ricardo Rada Peral, que era inspector de requetés, y el jefe de la comunión Tradicionalista, Juan Banqueri, con la intención de crear un tercio de requetés en Almería, incluso se vistieron a algunos niños con el uniforme de pelayos y margaritas.



Todo apunta a que Banqueri, el protagonista de esta historia, se fue radicalizando conforme avanzaba esa primavera del 36 y se acercaba el sangriento verano. Era hijo de un comerciante granadino de ideología liberal y él, en su juventud, había adoptado posturas cercanas a la Derecha Liberal Republicana de Niceto Alcalá Zamora, organizando mítines en el Teatro Cervantes en los que participaban Antonio Oliveros y Rogelio Pérez Burgos.



Según las investigaciones del autor Rafael Quirosa, Banqueri estuvo en el núcleo duro de la conspiración militar del 36 junto a Francisco Pérez Cordero, Lorenzo Gallardo, Juan Vivas-Pérez, con el apoyo del General Saliquet, que fracasó en Almería  ante la actitud poco entusiasta del responsable del Batallón de Ametralladoras, Huerta Topete.


Banqueri fue también, según la investigadora Sofía Rodríguez, el enlace entre las derechas de Almería y una de las sedes del Alzamiento en Sevilla, ciudad a la que se desplazó el 1 de julio en el coche de Vivas Pérez para llevar un donativo de 50.000 pesetas recogidas en la provincia de Almería. A punto estuvo de llegar a Navarra para organizar allí la Sublevación, pero antes paró en su pueblo jiennense, donde fue apresado por unos milicianos granadinos, que lo condujeron a un barranco de Iznallor donde la noche del 27 agosto lo ejecutaron de dos tiros en la nuca cuando tenía 44 años, acabando así con todo el ímpetu político de ese médico por acabar con la República y hacer triunfar al requeté. Una placa con su nombre, como funcionario municipal, presidió hasta los años 70, la escalera de acceso del Ayuntamiento de Almería. 


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