La balada de la ribera de la basura

El río Andarax presenta un estado de abandono absoluto a su paso por la barriada de el Puche.

Esta es la imagen que presenta la ribera del río Andarax en su recorrido por la barriada de el Puche.
Esta es la imagen que presenta la ribera del río Andarax en su recorrido por la barriada de el Puche. La Voz
Eduardo de Vicente
19:34 • 11 feb. 2023

La suciedad de Almería no admite discusión. Si sucias están las calles del centro, porque las ensuciamos los propios almerienses, más sucios están aún los arrabales donde la mirada de la ley y las ordenanzas son papel mojado. 



Este canto a la suciedad se transforma en sinfonía en el tramo del río Andarax que recorre la barriada de el Puche. A escasos metros del puente de Los Molinos la basura se acumula sobre el cauce como si formara parte del paisaje, como un trozo de historia. Es la basura de siempre, la que han ido acumulando los propios vecinos a fuerza de echarlo todo en el río esperando tal vez que una crecida se la llevara al mar. Pero ha dejado de llover y el río no sale como antes, que al menos una vez al año llegaba con fuerza para arrastrar los despojos hacia la desembocadura. 



Esta parte del lecho no ha podido desprenderse de esa condición de gueto que ya tenía en los años de la posguerra, cuando en los terrenos que rodeaban al cortijo de los Puche horadaron un barrio de cuevas en la ladera que existía junto a la vía del ferrocarril del barrio de Los Molinos. Allí surgió un poblado donde las familias vivían en condiciones extremas, habitando aquellas guaridas nocivas, sin luz y sin agua, que estuvieron vigentes hasta que el temporal del mes de enero de 1970 se las llevó por delante. En ese momento empezó la historia del barrio de el Puche. Las lluvias torrenciales destruyeron cuarenta cuevas y la zona fue declarada de calamidad pública, procediéndose inmediatamente el desalojo de toda la barriada.



Las autoridades tuvieron que hacer frente entonces a un grave problema, el de las familias de las cuevas de Puche que se habían quedado en la calle y el de los vecinos de los barrios extremos como La Chanca y el Barrio Alto, a los  que el temporal también los dejó sin viviendas. Había que realojar a todas aquellas familias, muchas de ellas numerosas, y la ciudad se veía impotente para buscarle acomodo. La única solución era llevárselas a extramuros, formar una nueva ciudad con toda aquella población desubicada.  Por fin, en el mes de noviembre de 1970, diez meses después, de las inundaciones, se aprobó y se puso en marcha la urbanización del Polígono Puche, de protección oficial. El Instituto Nacional de la Vivienda se encargó de adquirir la finca ‘Cortijo Puche’, que daba nombre a todo aquel paraje. Más de doscientos mil metros cuadrados que costaron veinte millones de pesetas. 



No hubo que esperar demasiado tiempo para que empezara a ejecutarse el proyecto. En la primavera de 1971 ya habían comenzado las obras de la primera fase que comprendía la construcción de noventa y nueve viviendas. 



Así empezó a escribirse la historia de el Puche, una ciudad junto al río que nació con vocación de gueto, de barrio desarraigado, de zona de acogida donde todos llegaban de paso, huyendo de otras miserias. Siempre fue un lugar de exilio, primero de la gente que un día perdió sus casas por las inundaciones, y después de los miles de magrebíes que pueblan sus viviendas y forman más de la mitad de su población.



Hace más de cuarenta años que comenzaron a llegar los primeros habitantes. Eran familias que venían de las cuevas del río y de los barrios más antiguos de la ciudad, gente con una historia muy ligada a su entorno, y a las que le costó media vida tener que abandonar sus calles, sus plazas, sus pequeñas casas, sus chabolas. En mayo de 1971 comenzaron las obras y en enero de 1976 ya estaban terminadas. Se construyeron 495 viviendas de una sola planta, que costaron 163 millones de pesetas, y 500 viviendas de cuatro plantas por 111 millones.



Además, se acometieron importantes obras de acondicionamiento para evitar que las crecidas del río Andarax pudieran anegar las calles del nuevo barrio. Los primeros pobladores de El Puche procedían de las cuevas de La Chanca, del Barrio Alto y del antiguo Patio del Diezmo. Todos llegaron de forma accidental. Ninguno invirtió allí, no desembarcaron por su propia voluntad, sino que se vieron obligados a habitar aquel lugar destinado a gueto, cuando la mayoría hubiera preferido seguir viviendo en sus barrios.



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