La casona de Eduardo Pérez se convertirá en un nuevo aparcamiento

Se conservará la fachada que está siendo rehabilitada y en el solar se ubicará el párking

El edificio fue sede del diario La Independencia.
El edificio fue sede del diario La Independencia.
Manuel León
22:15 • 14 abr. 2023

La casona de la calle Eduardo Pérez, que ha permanecido durante años en un estado cochambroso, se convertirá en breve en un párking público. Se conservará la fachada que está catalogada y que está siendo rehabilitada junto al Pub Vértice. El interior de esta histórica vivienda fue derribado hace más de una década y es en su solar donde se van a habilitar los aparcamientos, tal como están habilitados los del solar propiedad de la Hermandad de Estudiantes unos metros más arriba, en la acera contraria.



En este edificio, que linda con el palacete del Mayorazgo, que fue de los Almansa, tuvo su sede a principios del siglo XX el diario católico La Independencia fundado por Vivas Pérez y dirigido por Fructuoso Pérez. Tras cerrar el periódico, se convirtió en imprenta La Independencia y después en Imprenta Ortiz.



Hace once años, los propietarios Rafaela Vivas-Pérez y Ana María Vivas-Pérez promovieron un proyecto a través de la constructora Construcciones Deportivas Veramar, con los arquitectos Luis Góngora y José Guillén que no llegó a realizarse.



Era propiedad este inmueble del farmacéutico Juan José Vivas Pérez, el prócer almerienses que inventó el salicilato de bismuto, aquel antidiarreico que dio la vuelta al mundo.  Allí estuvo la sede del diario católico La Independencia, cuando aún se llamaba calle del Cid Campeador. 



De allí salían cada madrugada resmas de periódicos aún con la tinta caliente, que muchachos con baberos voceaban por toda la ciudad con los titulares debajo del brazo. La casa pasó del boticario a su hijo Juan José, ejecutado en la playa de La Garrofa, y después a sus nietos. 



Tras la Guerra se estableció la imprenta de Carmelo Ortiz, quien murió de un infarto y también residió el farmacéutico Juan Bueno Alfaro. 



Los almerienses y turistas que transitan por esa calle Eduardo Pérez, que es como un hilo dental que une la calle Real con la Plaza de la Catedral veían diario una fachada decrépita que se venía abajo; los restos de una casa desvencijada que daba pena verla enfrente de la peluquería de Serafín. Con su restauración se podrá borrar por fin esa imagen de casa-ruina,  como la secuela de un bombardeo en Beirut o en Sarajevo.





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