Qué tienen que hacer los inversores almerienses ante la OPA del BBVA al Sabadell

Clientes y empleados también se verán afectados si prospera la concentración de los dos bancos

Visita institucional de autoridades almerienses a la sede del BBVA en el Paseo en 2018.
Visita institucional de autoridades almerienses a la sede del BBVA en el Paseo en 2018. La Voz
Manuel León
21:39 • 09 may. 2024

La sede del BBVA en Almería es una gran oficina luminosa del Paseo medio donde siempre hay un pobre protegiéndose del frío en invierno; la del Sabadell está en la calle Rueda López, donde se acomodó durante décadas la base de la antigua compañía Sevillana de Electricidad. Ambas entidades han abierto la caja de los truenos en el sistema financiero español con una OPA (Operación Pública de Adquisición) hostil de la primera sobre la segunda, un movimiento de fuego enemigo financiero que no se producía en España desde hace 36 años tras la OPA fracasada del Banco de Bilbao sobre el Banesto, entonces presidido por un engominado Mario Conde. Pero esta semana, los amistosos movimientos de la banca nacional han dado un vuelco. Es difícil cuantificar, por la ley de protección de datos, el listado de almerienses que pueden tener inversiones de renta variable en BBVA, Sabadell o en las dos entidades al mismo tiempo. El último informe del que se tiene constancia es el del Observatorio Inverco, que calcula que en la provincia hay en torno a 32.000 personas o familias que invierten en fondos de renta variable. Por tanto, se puede deducir que puede haber varios cientos de inversores urcitanos que estén atentos a los movimientos del banco vasco y catalán en su origen, ahora alicantino.



La operación de canje propuesta por el BBVA de una acción de esta entidad por casi cinco del Sabadell ha sido vista con división de opiniones, en principio, por los analistas y que supondría valorar al Sabadell en 11.000 millones de euros. Serán ahora los accionistas y no los directivos del Sabadell -ante el fracaso de un acuerdo amistoso de fusión- los que tendrán que decidir si aceptan la oferta de compra y el canje de acciones. El Sabadell no tiene un accionista de referencia y la mayoría de su capital social está en manos de grandes fondos de inversión internacionales como Black Rock o Vanguard, con el mismo nombre que aquellas televisiones de los 70. Uno de los mejores termómetros de lo controvertido que está este partido es que las acciones del BBVA se han desplomado y han esprintado las del Sabadell. No lo tendrá fácil el banco vasco para llevar a buen puerto la absorción del Sabadell en una operación que se puede demorar hasta seis meses. En el fondo late también como razones para el rechazo del Sabadell, el hecho de que desde Vizcaya solo le ofrecían tres sillas en el Consejo de Administración del banco resultante y eso les pareció poca chicha y muchos muertos en el camino. De hecho, la experiencia de concentración en banca cooperativa, con Cajamar como líder, ha sido frenada por los personalismos de los directivos de las entidades más pequeñas. Juan de la Cruz Cárdenas, antiguo presidente de Cajamar, dio un paso al lado precisamente para facilitar una concentración en este segmento financiero que aún está pendiente de una definitiva vuelta de tuerca.



De ir viento en popa la OPA, condicionada a conseguir al menos el 50% del capital, el Sabadell siempre tendrá el as en la manga de buscarse un caballero blanco, una entidad amiga que presentase una oferta mejora. Uno de los primeros bancos a los que se puede mirar para ese papel de tercer hombre puede ser Unicaja, donde se integró la antigua Cajalmería, que ha explorado también posibilidades de fusión con el Sabadell, aunque su mediano tamaño lo complica. Otro enemigo para esta OPA, y no baladí es el propio Gobierno, con el ministro Cuerpo y la vicepresidenta Díaz, quienes han catalogado la operación de poco conveniente por ir en contra de la libre competencia y del empleo. De hecho, Díaz acaba de anunciar que el Gobierno aplicaría la Ley de Supervisión bancaria, una especie de acción de oro encubierta, para abortar la OPA. El arma que esgrime por su parte Carlos Torres, presidente del BBVA, para convencer a tirios y troyanos es la de la consecución de unas sinergias de 850 millones de euros. También juega a su favor que la Comisión Nacional del Mercado de Valores y los tribunales de la Competencia saben que la banca ya no opera en un sistema de viejas sucursales sino en un mercado global por el que un almeriense puede tener la sede de su banco en Toronto o en Melbourne mediante las operaciones electrónicas. 



26 oficinas y un centenar de empleados

Las entidades vasca y alicantina suman 26 oficinas en Almería que emplean a un centenar de empleados y disfrutan de varios miles de clientes. Para ellos, una operación de concentración, si prospera esta OPA hostil, implicará cambios y dejará preguntas en el aire: modificaciones de remuneración del pasivo, comisiones, cambios en la plataforma electrónica, tarjetas, planes de pensiones, hipotecas, cuotas de mantenimiento, todo lo que implica salir de una entidad y entrar en otra que implica una nueva dimensión. Todo apunta, aunque no hay nada confirmado porque aún hay muchos flecos por resolver, que el acuerdo implicará un Expediente de Regulación de Empleo (ERE) y el cierre de algunas sucursales que se podrían solapar en la capital almeriense. El BBVA (Bilbao-Vizcaya-Argentaria) tiene repartidas sus picas por la provincia en los municipios de Adra, Berja, Cuevas del Almanzora, El Ejido, Garrucha, Huércal-Overa, La Mojonera, Roquetas, Vera y Vícar. La entidad resultante superaría al Santander y se colocaría en segunda posición de los bancos españoles, solo por detrás de la líder CaixaBank a quien acecharía en oficinas, préstamos y depósitos. Estas tres grandes entidades superaría una cuota de mercado del 70% en el sistema financiero español. No tanto, en el almeriense, que cuenta con un hecho diferencial que se llama Cajamar.







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