Los 80: Nunca pasó nada parecido en Almería

‘Movida, Vanguardias y cambio cultural en la Almería de los 80‘ en las tardes del IEA

Francisco Luis Aguilar, Antonio J. García y Enrique Alemán. Foto: Martín La Dosis
Francisco Luis Aguilar, Antonio J. García y Enrique Alemán. Foto: Martín La Dosis
Jacinto Castillo
23:16 • 22 oct. 2022

Sin nostalgias fingidas ni proclamas extemporáneas, la Tarde del IEA celebrada el pasado jueves, bajo el título, ‘La Primavera Marchosa. Movida, Vanguardias y cambio cultural en la Almería de los 80’ ofreció elementos de juicio y reflexiones más que interesantes para ubicar esa época en el lugar que le corresponde. Sin tópicos ni maniqueísmos. 



Bajo la coordinación de Antonio Jesús García, la sesión tuvo como principal contenido las valoraciones que se desprenden de la tesis doctoral de Francisco Luis Aguilar Díaz titulada ‘Pop, contracultura y sociedad en Almería en los años ochenta. Historia de la Movida almeriense’. Acompañó a ambos el empresario Enrique Alemán, propietario del mítico ‘Anagrama’ y de otros locales que protagonizaron aquella década, como testigo. 



Argumentos, invenciones, protagonistas impagables, hazañas inauditas para las generaciones anteriores, fotos en blanco y negro cargadas de color, pero, sobre todo, música recién hecha y cómics, las dos armas que permitieron a las generaciones implicadas en la movida derrotar a los fantasmas del pasado. A los reales y a los imaginarios. 



Aquella década fue la primera en la historia de este país que contempló a la juventud como un lugar donde quedarse y no un trámite temporal entre la adolescencia y la madurez. También, la primera vez que Almería dejaba de ser una isla alejada de la alejada periferia española para sentirse casi en el centro de la actualidad. Además, de manera incontenible y colectiva, con un grupo de música en cada esquina y un creador en cada trozo de mostrador. 



Nunca hubo tanta banda en Almería ni volvió a verla después. Nunca la creatividad se proyectó con tanta fluidez ni fue entendida en toda su dimensión, como si todo el mundo estuviese esperando lo inesperable. Quizás, uno de los símbolos más patentes de ese fenómeno fue la atención que la revista ‘La Luna’ dedicó a Almería, como un beso en la frente de la princesa dormida. 



La ponencia manejó quizás, demasiada información, demasiadas ideas superpuestas, demasiada movida, inmóvil ya en las fotos y en los cómics. Pero es que la década de los ochenta fue así. Desde que comenzó hasta que quedó disuelta dentro sí misma. 



Aunque el propio Francisco Luis Aguilar calificó su tesis como “aburrida”, lo cierto es que el público que llenó la Plaza Julio Alfredo Egea vivió una estimulante experiencia



Claro que fue necesario ubicar históricamente este fenómeno, citando la victoria electoral de Felipe González o la alcaldía de Madrid encarnada por Enrique Tierno Galván, pero también aquella Diputación de Almería como lugar de encuentro juvenil, con José Guirao como referencia. Sin embargo, más allá de la realidad política e institucional estaba la calle. Por eso, las líneas argumentales se escaparon por entre las páginas de publicaciones como ‘El Caimán’ buscando esos espacios de libertad que quedaron plasmados en sus páginas. También, las iniciativas relacionadas con las artes como Plástica 84, sin olvidar la proyección hacia la provincia de una buena parte de las iniciativas y el papel de los medios, con el programa ‘La escalera mecánica’ en primer plano.


Imprescindibles, entre muchos, Fernando Barrionuevo, Juanma Cidrón, Carmelo Villar, Paco Cañizares, Javier Serrano, Morata, el propio Che… Pero, por encima de todo, la música como auténtico combustible para un viaje cuyo destino era el propio punto de partida. La Plaza Julio Alfredo Egea pareció estremecerse cuando comenzaron a sonar canciones de la época interpretadas por Francisco Luis Aguilar and friends, entre ellos, Juan Antonio Peregrín, Nacho Ruiz o El Pájaro. Temas de Reincidentes, de Amor de Madre. De Jóvenes Rurales y de la Santa Espina.  Música para devolver a la vida aquellas inquietudes, aquella libertad.


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