La espantá

Pablo Iglesias.
Pablo Iglesias. Europa Press
Javier Adolfo Iglesias
00:39 • 18 mar. 2021 / actualizado a las 07:00 • 18 mar. 2021

Floja debe de andar la afición al toreo entre los comentaristas políticos, porque de todos los artículos de opinión y análisis sobre la ‘dimisión’ de Pablo Iglesias publicados desde el martes, ninguno ha usado el término taurino ‘espantá’. 



El líder de Podemos ha dado una sonora ‘espantá’, digna de aquel diestro con solera al que cantaba Dolores Vargas: 



“Las espantás de Rafael El Gallo, las espantás..¡Qué perdición, tirarse como un rayo al callejón!”. 



Su inesperada dimisión ha sido aplaudida por algunos como si saliera por la puerta grande de Las Ventas. Pero en realidad el maestro contra la casta ha salido huyendo sin acabar con ella, sin haberle puesto siquiera las banderillas, como decía La Terremoto. ¿Cómo se entiende, si no, que un  político que puso todo su empeño para llegar al Gobierno lo deje justo cuando ha cumplido un año en el poder? 



Iglesias había dado señales  en enero en una entrevista que ahora se ha olvidado. Cuando nadie podía aventurar la convocatoria electoral en Madrid, el vicepresidente se quejaba ante Jordi Évole de que gobernar no significa tener el poder. El líder de Podemos estaba comprobando día a día cómo se empequeñecía como Gulliver y temía desaparecer a la sombra del Gobierno de Pedro Sánchez.  Al vicepresidente solo le faltaba encontrar el momento exacto para escapar y hacerlo con la coartada perfecta para disimular su desplante.  



La coartada se la ha dado Ayuso, pero esa no es la auténtica motivación. Los periodistas pro Iglesias titulaban entusiasmados “Sube la apuesta en Madrid” o lo calificaban como “golpe de efecto” o “jugada maestra”. Nada de esto es la razón de la insólita decisión, nunca vista antes en la política española.  



El verdadero móvil de esta fuga ha sido la supervivencia de Podemos y de su omnímodo líder. Desde fuera del Gobierno podrá hacer lo que desde dentro parecía contradictorio y le desgastaba: hacer oposición. Podrá, además, seguir controlando un partido que de muchos círculos por España se ha quedado en un punto, en Madrid. 



El mundo del toreo nos da claves para comprender esta deserción política sin precedentes. Ajeno yo a la tauromaquia, me interesaba ver en los telediarios de los años 80 a Curro Romero y a Rafael de Paula. El ‘Faraón de Camas’ ya era un mito del toreo, consagrado desde los años 60 y 70. Pero en aquella década era más famoso por sus espantás, desde abreviar la faena como la de matar al animal con telepatía. Me atraía esa anti-fascinación, esa épica del descaro que esa leyenda entrada en carnes arrastraba por los ruedos. Mi amigo, cronista y maestro en el conocimiento taurino Jacinto Castillo me cuenta que una vez se oyó en el tendido: 


- “La próxima vez va a venir a verte tu puta madre!”


- “Y yo también”, respondíó a gritos un acérrimo ‘currista’.  


Me imagino que Curro Romero tenía sus motivaciones bien escondidas, como hoy oculta Pablo Iglesias las suyas a sus muchos aficionados fieles. 


El difícil toro de gobernar España le asustaba al ‘vicemaletilla’ Iglesias, la realidad era un toro que le miraba mal, que no podía ser toreado, o lo que fuera. No ha necesitado que la legislatura le agotara los avisos de rigor y ha saltado como un rayo, como el Gallo, al callejón para hacer lo único, o lo que mejor le sale: el toreo de salón, el torear desde la barrera con gritos y aspavientos. Así nunca le pillará el toro de la realidad con sus afilados pitones. Su muleta mágica y su capote de palabras y poses no le han servido en un año para lidiar las muertes en las residencias bajo su control o la avalancha del paro entre empleados y autónomos. 


Iglesias no solo se parece a estos maestros taurinos en los años 80 que he recordado, sino a aquellos otros diestros ‘efectistas’ y ‘tremendistas’, como Manuel Benítez.


 Iglesias ha sido El Cordobés de la política, muy popular entre los aficionados que no distinguen una verónica de un natural pero denostado por los auténticos conocedores del ‘arte de Cúchares’. Iglesias tuvo como el Cordobés un ascenso vertiginoso en los ruedos de la política y ahora quiere vivir de las rentas como hicieron los Curro y De Paula de las espantás.


Temas relacionados

para ti

en destaque