Científicos analizan en Almería cómo ser útiles al sector agrícola

Científicos analizan en Almería cómo ser útiles al sector agrícola

Alicia Amate
21:29 • 06 oct. 2011
El fin principal de cualquier investigación, sobre todo en el ámbito agrícola, es optimizar los recursos de los que se disponen. De hecho, la propia agricultura intensiva almeriense no sería tal si, a la par que se construían los invernaderos, científicos e investigadores no hubieran dedicado tiempo y esfuerzo a desarrollar materiales y técnicas que permitieran al agricultor aumentar la producción y reducir los costes.

Transferencia de resultados

Sin embargo, no todas las investigaciones llegan a buen puerto. De hecho, muchas de ellas, quedan en el desconocimiento más absoluto. Y es que, una vez finalizado cualquier proceso de experimentación comienza la tarea, más ardua si cabe, de transferir los resultados. Algo de lo que se encargan los propios científicos con más o menos éxito.

“Da la sensación de que la investigación se aleja de la realidad del campo y, ahí, los lobbies son cruciales para llegar a los políticos que, finalmente, serán quienes redacten una normativa”, explica el técnico de la Consejería de Agricultura de la Comunidad de Murcia, Miguel Ángel Fernández, que participaba ayer en la mesa redonda ‘Cómo puede la ciencia ayudar a proporcionar mejores decisiones políticas’ organizada en el marco del encuentro internacional de los investigadores del proyecto Desire en la capital.

Además de Fernández, como ponentes estuvieron el director de Estudios Socioeconómicos de la Fundación Cajamar, David Uclés; el profesor de investigación, Juan Puig de Fábregas y el coordinador del Programa de Acción Nacional contra la Desertificación, Leopoldo Rojo.

Vías para actuar

Cada uno de ellos, ofreció su visión como experto en materia sobre las medidas más oportunas para lograr que los resultados de las investigaciones lleguen a políticos, empresas, cooperativas, agricultores y cualquier otro agente implicado en el proceso de producción.

De este modo, para Uclés, habría que “atacar por dos frentes”. Por un lado, al agricultor, hablándole de las técnicas más apropiadas y, por otro lado, a los políticos mediante los resultados de las pruebas de los investigadores para lograr influir en la legislación.

Por su parte, el profesor Puig de Fábregas, que se considera portador de una versión “más pesimista porque la política agrícola no está en el campo sino en la Unión Europea y es a través de ella desde la que hay que partir”. Una visión que también comparte Leopoldo Rojo, quien achaca la lentitud de los trámites y los obstáculos que se presentan al hecho de que “en la UE hay que tener en cuenta muchos conflictos de intereses”.

Eso sí, en lo que coinciden los expertos, es en el hecho de que se ha depositado demasiada responsabilidad en los científicos.

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