Josep Ramoneda “Al periodismo sólo lo salvarán los periodistas, pero los de verdad”

Josep Ramoneda “Al periodismo sólo lo salvarán los periodistas, pero los de verdad”

Marta Rodríguez
20:42 • 09 may. 2013

Es la segunda vez que viene a la ciudad. Y tenía ganas de volver. El periodista y filósofo Josep Ramoneda (Cervera, 1949) participa estos días en un seminario en la Universidad de Almería y ayer tarde ofreció una conferencia ante la asociación de antiguos alumnos. Antes reflexionó sobre periodismo, política y actualidad en una entrevista a LA VOZ.


¿Cuál es el futuro del periodismo, un oficio sacudido por la crisis y amenazado por Internet?
El futuro es incierto. La única certeza es que al periodismo sólo lo salvarán los periodistas, pero los de verdad. Los que creen que lo importante es la información, que la opinión tiene que jugar un papel fundamental pero siendo sólida y no estando al servicio de nadie y los que saben que su compromiso es consigo mismos y son capaces de explicar lo que ven tal como lo ven. A partir de aquí, todo es incertidumbre. Hacer un pronóstico es la garantía de equivocarse. Hay que ser prudente y no dejarse arrastrar por el papanatismo digital, no creer que en la red está la salvación de todo. Tiene un potencial extraordinario, pero también puede ser un problema. La infinita información es tan mala como cero información. Cíclicamente a la aparición de un nuevo media he visto que se anunciaba la desaparición de los anteriores. Y siempre han acabado salvándose. Ni la radio acabó con la prensa ni la televisión se cargó a la prensa, la radio y el cine. Por tanto, creo que todos tendrán vida. Lo que pasa es que tienen que recomponerse.


Se quejaba hace años de falta de pasión en algunos periodistas.
A veces hay una sensación de burocratización. La red, en parte, puede ayudar a recuperar la pasión.




¿Desaconsejaría a una persona estudiar periodismo hoy día?
No. El periodismo me ha dado mucho y me ha hecho pasarlo muy bien. Y seguirá existiendo. Lo que hay que ver es cómo evoluciona. No hay sociedad sin información.


¿Cómo selecciona los temas de sus dietarios en Hora 25 de la SER?
Es difícil hacer metalenguaje sobre el propio trabajo. Los temas son los que me van llamando la atención en el transcurso del día. Procuro tener cierta atención a la actualidad, pero también a las conversaciones que tengo, lo que leo y las personas con las que estoy. Lo fundamental es no dar más de una idea en cada nota. 




¿Considera que la izquierda en España ha perdido a sus referentes?
La izquierda en España está en un momento de un desconcierto considerable y efectivamente necesita volver a empezar. La propia crisis genera una serie de dinámicas que, a su vez, crean impulsos a partir de los cuales es posible que se recuperen algunas cosas. Por eso me parecen interesantes los movimientos sociales, que se han desplegado en los últimos tiempos y que han demostrado que la indignación no es un tema menor. Evidentemente, tiene dificultad de transformación política, pero sin ella muchas cosas no pasarían. Se pueden buscar líneas de trabajo y de movilización social y presionar para lo que para mí es imprescindible, una reforma a fondo del sistema político. Una mayor redistribución del poder.


¿Cree que los políticos españoles pueden recuperar la credibilidad?
Es difícil. Es uno de los grandes problemas del régimen que surgió en la Transición. La obsesión, justificada en su momento, por la estabilidad hizo que se haya creado un régimen un poco opaco y muy anquilosado, que ahora está gripado. Le fallan los mecanismos de reforma y renovación interna. Me quedo perplejo cuando veo debates como el de ayer [por el miércoles] en el Parlamento y compruebo que no tiene nada que ver con la realidad. Si no se abre el sistema, la gente verá a los políticos como algo tremendamente alejado, distante y finalmente opresivo.




Con hechos como la desimputación de la infanta o la falta de voluntad para frenar los desahucios, ¿le extraña que no haya más indignados?
En cierto modo sí. Me sorprendió lo mucho que tardó en producirse un cierto nivel de movilización en este país, pero tiene su explicación. A partir de los 80, España vio el asentamiento de unas clases medias y la construcción de un estado del bienestar, que no habíamos tenido nunca. El miedo a perder esa posición es grande. Y cuando pensaban que no darían marcha atrás, vuelven a ver el abismo. En este momento se produce un fenómeno muy particular, en todos los sectores de la escala social se da un ‘desfasamiento’. Además, ha habido un fenómeno de comunicación particular. Los poderes políticos y económicos han tenido interés en generar pánico para ver si la gente se paralizaba.


¿El pueblo andaluz tiene tantas señas de identidad como el catalán?
Por qué no. Eso depende de la voluntad del ciudadano, no de ninguna realidad metafísica o de ninguna entelequia.



Temas relacionados

para ti

en destaque