La familia Márquez, al límite de sus fuerzas

Su único anhelo es recuperar a la pequeña

Antonio Fernández
01:00 • 26 abr. 2014

El caso de Alfredo Márquez y su hija Ximena es cruel desde los sentimientos. Arrancó con Migdalia, su mujer y madre de la pequeña, agonizando en un hospital de Barcelona. Hasta la ciudad condal se había desplazado su hermana, Cristina Cavazos, con la niña desde México, donde se había quedado con sus abuelos maternos y su tía.
Ya en Barcelona la niña iba cada día al hospital a ver a su madre. Sin embargo el 2 de enero de 2009 Cristina Cavazos voló a México con Ximena sin el consentimiento de los padres de la niña y sin que estos fueran informados de sus planes. Migdalia ya no volvería a ver a su hija y 27 días más tarde murió en el hospital, junto a su marido Alfredo, sin haberse podido despedir de su pequeña, sustraída por su propia hermana y en poder de sus abuelos maternos.


Se inició entonces una cruenta batalla de Alfredo Márquez con la familia de su mujer que, desde el primer momento, mostró su empeño de quedarse con la custodia de la menor, a pesar de que la patria potestad, según los tribunales mexicanos, correspondía a Alfredo.
Al dolor por la pérdida de Migdalia, el virgitano sumó entonces el de la separación de la única persona en el mundo que podía llevarle consuelo en esos días de luto y lágrimas, su pequeña hija Ximena, que cumplía los dos años casi el mismo día en que murió su madre.
Lo que ha seguido en estos cuatro años largos es una pelea constante con la familia de su mujer, con los tribunales, con la vida misma, de un hombre que lo único que anhela  es recuperar a la niña, su única hija, secuestrada por la sinrazón de quienes pretenden retenerla y alejarla de su propio padre.
Alfredo ha encontrado un apoyo firme en su familia almeriense. Su hermana María Dolores Márquez se ha convertido en una auténtica ‘tía coraje’. En estos años ha sido soporte de su hermano, ha rebuscado dinero de donde no lo había, ha movilizado a la sociedad almeriense para reclamar la justicia que se le negaba a Alfredo en México y ha peleado día a día por el regreso de su sobrina mexicana.


Al límite del agotamiento, con recursos escasos, Alfredo y toda su familia almeriense ven ahora la luz al final de un túnel que ha sido demasiado largo y demasiado oscuro durante demasiado tiempo. Confían en la solución final, pero recelan del tiempo que se llevará el proceso hasta el día feliz en que la niña llegue a Almería.
Entonces se habrá cerrado una pesadilla y Alfredo, por fin, podrá ser feliz.






para ti

en destaque