Ferrera, Ureña y Álamo sacaron todo lo posible a seis toros para no volver

El encierro de Torrehandilla-Torreherberos decepcionó tras el éxito de la Feria 2013

Jacinto Castillo
14:06 • 28 ago. 2014

Ferrera, Ureña y Álamo se vieron obligados ayer a exprimir la poca casta que trajeron los toros de Torrehandilla-Torreherberos, como si fuese un limón prácticamente  seco. Poca casta, escasa fuerza y terciados de estampa, salvada sólo por una aceptable presentación. Con tan poco toro, poco toreo cabe esperar y, sin embargo, los tres espadas demostraron que tienen sobrados argumentos para volver a esta plaza. Pero con otros toros, por favor. 




Lo único que les ha aportado este pésimo encierro ha sido la oportunidad de demostrar el oficio y la torería que atesoran. Y la necesidad de los tres de ganarse un sitio en esta Feria, por su condición de debutante  en el caso de Ureña, su presentación como matador de toros en el de Juan del Álamo y de torero recuperado para los carteles almerienses como es Ferrera. 




Ferrera
Tres buenos pares de banderilla, sobre todo el tercero, fue la tarjeta de presentación del regreso de Ferrera a esta Plaza. Y hubiese sido más extensa su credencial si el primero se hubiese empleado con más brío. El extremeño tuvo que cuidar en la muleta a este toro, que sumó a sus limitaciones una contundente voltereta.  




Su faena estuvo siempre condicionada por las características de sus enemigo, que restaron brillantez a su actuación, en la que el extremeño puso todo su oficio y su torería. Por eso, pese al deslucido ejemplar que abrió el abono, Ferrera pudo firmar algunos derechazos de buen trazado y naturales sueltos que dejaron constancia de su valía. Poco más pudo cosechar por mucho que quiso sembrar en el toro buenas intenciones.




En el segundo, sus banderillas subieron dos o tres peldaños más, dejando claro que no es necesario hacer payasadas para lucirse en este tercio. Quiebros sin aspavientos y salidas de la suerte como deben hacerlo los toreros. Luego, el cuarto de la tarde arruinó la fiesta por su mediocridad. El oficio de Ferrera permitió disfrutar de algunos destellos y poco más. 




Paco Ureña salió dispuesto a que esta su primera corrida en Almería tuviese motivos para ser recordada. Lanceó con el capote de manera excelente, por delantales y por verónicas, rematando en una corta pero emotiva serie de largas cordobesas, en las que tuvo que soportar las primeras coladas de este segundo de la tarde, que ya iban a condicionar el resto de su lidia. Una tendencia del toro  que acabaría concediéndole mérito añadido a su faena. 




El banderillero almeriense Curro Vivas se lució en dos pares puestos por derecho antes de que el lorquino, que fue alumno del recordado José Antonio Martín, iniciara un trasteo ordenado y sereno, en el que predominó su capacidad para embarcar al toro en la muleta dejando siempre por encima su concepción de toreo inspirado y sincero. Sin duda , la mejor de la tarde. En su segundo demostró su talento acertando al cambiar de toreo para acoplarse todo lo posible con un quinto que fue el de la excepción : claro que hay quinto malo.  




Juan del Álamo presumió también de  percal con largueza y dejó una excelente sensación con la muleta. Ya conocido en esta Plaza como novillero, el joven diestro anduvo siempre delante del toro con sentido y manejó los engaños con criterio, demostrando que es un torero a tener en cuenta.  Con la tarde ya cerrada en decepción, le tocó soportar al sexto al que  consiguió sacarle lo poco que llevaba dentro. Siempre, por derecho. Siempre por encima de su enemigo, que le dejó el mal recuerdo de un revolcón.


 



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