Las manos de la Feria

Rafael García Martínez y Juan Francisco Navidad Villar llevan 40 años alegrando a los niños de Almería con sus atracciones, de los balancines

Balancines a manivela en una foto de Rafael García, uno de los feriantes más longevos.
Balancines a manivela en una foto de Rafael García, uno de los feriantes más longevos.
Marta Rodríguez
22:56 • 29 ago. 2015

Las mismas manos que ayer accionaban los balancines a manivela hoy ponen en marcha sofisticadas atracciones hidráulicas únicamente pulsando un botón. Son las manos de la Feria. Las de los feriantes más longevos de nuestra semana grande. Las luces y la música han cambiado. Las risas son las mismas. 




El nomadismo es su forma de vida. Se mueven por toda España con sus hogares sobre ruedas. A Almería llevan viniendo la friolera de 40 años, de modo que han visto pasar la vida desde aquí. Las suyas y la de la ciudad. 




A sus 64 años, Rafael García Martínez puede presumir de haber traído a la Feria de Almería a sus dos hijos pequeños con apenas días. Él nació en el negocio. De forma literal. Vino al mundo el último día de las fiestas de Córdoba y lo bautizaron en las que despiden la temporada andaluza, las de Jaén. Hoy, después de toda una vida entre coches de choque y el Canguro, ha delegado en sus hijos. Son la tercera generación en un oficio que más bien es una forma de vida.




Por su parte, Juan Francisco Navidad Villar, que suma ya 65 primaveras, llegó a esto de las ferias por amor. Es su mujer la que viene de un mundillo en el que empezó recogiendo fichas y se ha retirado como cabeza visible. Ahora se mantiene en un discreto segundo plano: enseña los entresijos a los que vienen detrás. También sus hijos. También la tercera generación dedicada a los ‘cacharricos’. “No tengo ninguna queja de este trabajo, me he forjado como persona en él y me ha permitido sacar adelante a mi familia”, sostiene a LA VOZ.




Almería en el recuerdo
Los recuerdos se agolpan en la memoria al oír la palabra ‘Almería’. “Un año, mientras montábamos las atracciones en el Puerto, se desató una tormenta terrible y nos tuvimos que ir corriendo al centro porque decían que venía una ola gigante”, asegura García Martínez.




Para Navidad Villar, no hay una palabra mala en relación a nuestra Feria. Sólo tiene elogios para concejales y técnicos -en especial para un delineante llamado Kiko ya fallecido-, aunque sí reconoce que la distribución del recinto de la Vega de Acá es “incómoda”.  




“El recinto actual es grande y acogedor y está entre los mejores de España, pero tenían que haber contado con nosotros para distribuirlo: la gente se pierde y las calles son estrechas”, subraya.




Lejanía
Rafael García va más allá y apunta a que la lejanía del Ferial, sumado al hecho de que el Mediodía se siga celebrando en el centro, hace que las familias con niños se lo piensen dos veces a la hora de trasladarse y permanezcan menos tiempo en las atracciones. “Eso se ha acusado en la recaudación”, afirma.


Las de Rafael y Juan Francisco son sólo cuatro de las muchas manos que han hecho funcionar la máquina de sueños que es la Feria a lo largo de su larga historia. Manos curtidas en las que puede leerse el paso del tiempo, aunque sus fuerzas para poner en marcha ese mágico engranaje permanezcan intactas.



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