Cuatro menores en la provincia de Almería, en tratamiento por su adicción a los videojuegos

La adicción al juego virtual y redes sociales es una enfermedad y ha de tratarse como tal, defiende Indalajer

María Medina
22:52 • 29 oct. 2014

Cuatro menores, de entre 14 y 16 años, están actualmente en Almería en tratamiento para dejar su adicción a las nuevas tecnologías, los videojuegos, el póker virtual o las redes sociales. De la mano de la Asociación Almeriense de Jugadores de Azar en Rehabilitación (Indalajer), reciben terapia individualizada y totalmente personalizada. No son los únicos que la necesitan, pero, de momento, sí los que han dado el paso para dejar una adicción que no es otra cosa que una enfermedad.

El presidente de Indalajer, Manuel Fernández, explica cómo la publicidad de juegos de azar a través de Internet, de la mano de grandes estrellas del deporte no hace sino “confundir” a los adolescentes y también a jóvenes de 20 a 30 años, que hoy viven “enganchados” a los videojuegos y las redes sociales.

La invasión de las Nuevas Tecnologías ha supuesto un cambio en el perfil de la persona adicta al juego de azar, reconoce Fernández, que señala cómo hoy son más los adictos al videojuego que al bingo. Se trata, por tanto, de personas más jóvenes aunque la adicción sigue siendo adicción, insiste.

Dolores Berbel, ex jugadora y ex presidenta de Indalajer en Almería, explica cómo la asociación cuenta en la provincia con catorce monitores, algunos jugadores virtuales “desenganchados”, que realizan un importante trabajo con quienes acuden a la entidad en busca de ayuda. Con casi 30 voluntarios, la asociación almeriense ofrece apoyo psicológico, organiza terapias de grupo y también atención individualizada para que quienes, reconocido el problema, quieren abandonar la adicción.

“Son estos jóvenes, los que ayudan a otros que están pasando por lo que ellos ya han superado, los que mejor pueden orientar a quien sufre adicción a las Nuevas Tecnologías”, insiste Berbel, que asegura que los adolescentes que llegan a la asociación, lo hacen de la mano de sus padres y cuando ya es tarde. No para poder recuperarse, “que se puede”, pero sí con una adicción importante.

“Antes quien jugaba de forma adictiva en el bingo, tenía que salir de casa; ahora para se adicto al juego no hace falta. Uno puede pasar horas enteras en su habitación, y quienes le rodean, no sospechar hasta que no es demasiado tarde”, apunta el presisdente de Indalajer que, no obstante, apunta, algunos síntomas.


Algunos síntomas
Los malos resultados en el colegio, cierto aislamiento, un gasto incontrolado de dinero y el descuido de tareas que antes gustaban al adolescente, que ahora no es capaz de controlar el tiempo que pasa delante de un ordenador, son sólo algunos de los síntomas que podrían hacer sospechar que el joven está “enganchado”. Es su entorno el primero que verá el problema. Antes que él.







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