Amores, olvidos y obras

Como me he dejado ya muchos pelos en la gatera matinal de las portadas y los boletines informativos, tiendo a huir pegando bufidos hasta del agua bendecida por la mejor de las voluntades políticas. Han sido muchas las decepciones. Y claro, cuando leo que la Junta de Andalucía anuncia su intención de licitar a finales de este año las famosas obras de la Casa del Mar, pues qué quieren que les diga: ojalá sea así, viva la vida y viva el amor, etcétera. 
Pero la historia y la hemeroteca ponen en relación directa el valor de la palabra de los representantes de la Junta con la de los gatos de porcelana. Esos son, por muy antipáticos que nos resulten, los hechos ciertos e indiscutibles. Les ahorro ahora los treinta párrafos que podrían salirle a cualquier almeriense con promesas incumplidas por parte de la Junta. De hecho, y para ir situando un poco el problema, la nueva promesa del gobierno autonómico sobre esta actuación – ofrecida al grupo Ciudadanos- se refiere a un proyecto del año 2009, lo cual encaja bien en ese verso/advertencia de Neruda que dice “Es tan corto el amor y tan largo el olvido”, porque ahora es fácil entender que el PSOE ofrezca buenas palabras y cremosos gestos a la formación bisagra. Ahora bien, aún sin poner en duda la voluntad y el optimismo de quienes son capaces de declarar prioritaria una obra sin destinarle un céntimo, espero y deseo que con la Casa del Mar, que al menos sí tiene dotación presupuestaria, la Junta rompa su tónica histórica y que por una vez la declaración de intenciones lleve aparejado el –hasta ahora- inaudito aparejamiento entre palabra y obra. Y no sólo por mi natural tendencia a la paz: recordemos que si la Junta no cumple –por lo que sea- con los plazos, el que pringa con las obras es el Ayuntamiento de Almería, que tendrá que adelantar el dinero, según una moción de Ciudadanos suscrita por PSOE e IU. Así que atentos a sus pantallas.