“El compromiso social del periodista es prioritario”

Covandonga Porrúa preside la Asociación de la Prensa de Almería y trabaja como periodista en Canal Sur. 

Covadonga Porrúa considera que la llamada ley mordaza “ya está teniendo consecuencias en España”.
Covadonga Porrúa considera que la llamada ley mordaza “ya está teniendo consecuencias en España”.
Alberto Gutiérrez
21:24 • 30 jul. 2016

¿Vivimos una edad de oro de la comunicación pero un periodo convulso para el periodismo?
Sí, totalmente de acuerdo. Internet lo ha cambiado todo, pero no todo lo que aparece en la Red es válido. Hay grandes medios que empiezan a tener correctores de Internet para que no se les cuelen noticias falsas. También es preocupante que una misma persona sea dueña de dos medios antagónicos, como Antena 3 y La Sexta. Y por otro lado los periodistas perdemos en ocasiones nuestro compromiso social, que es prioritario. 




¿En qué sentido?
El compromiso con el ciudadano, con el autónomo, con la gente en definitiva. Por ejemplo, con el tema de la violencia de género estamos trabajando desde la Asociación de la Prensa para erradicarlo. En Andalucía hay noventa mil casos de violencia, en Almería nueve mil, que se dice pronto, y seguimos viendo informaciones del tipo: “Era una persona normal, parecía buena persona”. Es terrible. Y tampoco contamos lo que pasa después. Los hijos de esas parejas heredan la hipoteca. Hace poco conseguimos, con un caso de Almería, que el hijo de un hombre que mató a su mujer no tuviera que visitarle en la cárcel.




Pero hay periodistas comprometidos...
Sí, tenemos buenos ejemplos, como Javier Bauluz, el único premio Pullitzer español, o Gervasio Sánchez. El periodismo local también es a veces más valiente que el de Madrid, porque tiene que informar de personas con las que tiene relación desde pequeño. Pero hay que concienciar a la sociedad del peligro de la ley mordaza, que ya es una realidad. 




¿Se ven consecuencias de esta ley?
Aquí todavía no, pero está pasando. A dos periodistas de ABC se les ha pedido cárcel por publicar una conversación de Bárcenas. Es grave también que el ministro del Interior, en la grabación que se hizo pública, quiera pactar el echar a unos políticos de Cataluña.  También me parece increíble que los ciudadanos no puedan protestar ante el Parlamento. Por otro lado ya es normal que en lugar de ruedas de prensa haya “comparecencias ante los militantes”, sin preguntas. Obama todas las semanas tiene ruedas de prensa y no se le ocurre no contestar una pregunta. Pero aquí nos tienen cada vez más miedo, todos los partidos. 




¿La saturación de información busca la desinformación?
Sí, a veces sí. El ruido tapa el mensaje. Hay noticias que no llegan. Por ejemplo, la de la enorme deuda del Deutsche Bank en Alemania. O que en España se hayan vuelto a coger ocho mil setecientos millones de la caja de las pensiones. En ocasiones filtran noticias importantes que son relegadas por otras más impactantes. 




El CIS ha dicho que el 40% de los españoles no leyó ni un libro el año pasado. Bueno, podemos decir que un 60% sí leyó...
Pues sí (risas). Ves el vaso medio lleno. La gente lee mucho pero de otra manera. Un joven no lee ‘Guerra y paz’, pero se puede ir enganchando hasta que llegue a este tipo de novelas. 




Me decía el psiquiatra Luis Gutiérrez que a muchas personas no les gusta escuchar al que piensa distinto.
Es verdad. Estamos alienados y alineados. Es peligroso porque de eso a la dictadura y al ‘1984’ de George Orwell hay muy pocos pasos. Creo, no obstante, que somos una sociedad tolerante y hemos avanzado en temas como el respeto a la homosexualidad, si bien es verdad que el lesbianismo aún no está del todo aceptado. Debemos tener la mente abierta.




¿Has llegado a tocar la gloria?
Sí, cuando nacieron mis hijos. Y profesionalmente me sentí muy orgullosa cuando publiqué una información sobre Françoise Octobone, que encontró yacimientos arqueológicos en Adra en los años cincuenta. Se perdieron las cajas con todo lo que encontró y yo hice un reportaje denunciando la pérdida. Una semana después aparecieron en un garaje y hoy forman parte del Museo de Adra.
 



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