El fantasma de otras elecciones

Jose Fernández
23:50 • 30 jul. 2016

La diferencia que hay entre un fantasma y una persona inteligente es la misma que hay entre querer ser visto y querer ser recordado. Lo apunto ahora que se nos está empezando a aparecer por las esquinas del calendario el fantasma de una tercera, sí, una tercera cita electoral. Y ante esa posibilidad, lo primero que uno se pregunta no es tanto quién podría tener la paciencia o la conformidad de aguantar una nueva campaña, con sus consabidas escenificaciones e inercias, para acudir el día señalado a repetir el ritual del voto, sino en algo mucho más sencillo. ¿De qué sirven las elecciones? A tenor de las enquistadas conversaciones, diálogos y negociaciones posteriores a las dos recientes citas electorales que hemos tenido, uno empieza a sospechar que tanto da ganar las elecciones como no hacerlo. El Partido Popular ganó en diciembre pasado y ha vuelto a ganar aun más holgadamente en junio. Estamos casi en agosto y seguimos con el mismo gobierno en funciones que teníamos hace casi un año. Creo que los españoles no nos merecemos el ya insoportable espectáculo de una clase política infantiloide e inoperante, incapaz de trascender del concepto epicéntrico de su propio ombligo y manifiestamente ineficaz a la hora de poner en práctica el discurso renovador que tanto propugnan en campaña. Pero la solución al bloqueo que algunos partidos políticos están poniendo a la necesaria formación de Gobierno no puede venir –como han llegado a apuntar algunos- de una decisión negociada por parte del Rey, situado como Jefe de Estado al margen de cualquier tipo de maniobra, ni tampoco por una insólita y múltiple coalición de perdedores, unida tan sólo en el horizonte común de impedir el gobierno de quien ha ganado –dos veces en los últimos meses- las Elecciones Generales. Si de verdad convocar elecciones y sumar votos vale de algo en España, sería mejor que se impusiera cuanto antes el sentido común, a no ser que una generación de políticos quiera ser recordada en el futuro como una generación de fantasmas. 







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