Trocito lento en el Paseo

Lo de peatonalizar el Paseo es otro de esos ejercicios de almeriensismo teórico a mitad de camino entre el poema breve y la emasculación de un capullo en flor. Bastantes años después de que Neruda escribiera sobre la Almería bombardeada por la flota nazi (el plato de sangre del obispo y todo eso) escribió el verso definitivo para explicar el fulgor y la muerte de algunos debates: “Quiero hacer contigo lo que la primavera hace con los cerezos”, y eso es exactamente lo que este tipo de cuestiones hacen con la opinión publicada en Almería. Inmersos en el juego floral del posibilismo, ahora todo el mundo parece encantado con la idea de prohibir definitivamente el tráfico en una calle que siempre ha sido la principal vía de distribución de la circulación urbana. Vista así, la peatonalización es percibida como la consagración de la primavera pedestre o el advenimiento de un remedio prodigioso para convertir a los domingos por la tarde en fantasías animadas de ayer y hoy. Pero Almería, ya digo, es un permanente y contradictorio ejercicio de desmemoria, porque ya nadie quiere acordarse de la batalla que hubo de librar el ayuntamiento para peatonalizar hace unos años C/ Reyes Católicos. Del mismo modo, nadie parece interesado en recordar que hacer paseable el Paseo es un proyecto a largo plazo ya presentado e incluido en el vigente Plan de Movilidad del Ayuntamiento, que contempla esa posibilidad como punto final de un largo y no sencillo proceso de progresiva peatonalización del centro, que debe ir dando respuestas a preguntas que ahora, con el perfume de la flor recién abierta, casi nadie quiere hacerse. ¿Qué ejes de circulación serían viables con el Paseo cerrado? ¿Qué hacemos con la carga, descarga y recogido de basura? Será que estoy mayor para dejarme llevar por los juegos florales, pero ya puestos, yo no sólo quiero que quiten los coches del Paseo: quiero que vuelvan las calesas y los landós, para ir amarraditos los dos, espumas y terciopelo, recorriendo el Paseo a trotecito lento.