En el día después

Ramón de la Cruz
22:31 • 23 oct. 2016

Pasaban los días. Corría el calendario. Y nadie se movía. Nadie decía nada mientras la realidad era construida por chamanes de uno u otro signo. Ahí esta el problema del PSOE: en su incapacidad para construir realidades que permitan observar un problema político desde un prisma autónomo y nuevo. Es el papel moderador que le ha correspondido históricamente a los socialistas el que hoy está hueco de interpretación. 
Ese papel delimitador de los términos del debate es el que debiera haber jugado el PSOE desde el mismo 26J. De esta manera, se habría aceptado la oposición como el único destino posible y así, desacomplejadamente, haber virado el eje discursivo hacia las ventajas que supondría un pacto negociado con el partido más votado – en el que la cabeza de Rajoy podría haber sido una potencial cláusula-  para la aplicación del programa electoral de acuerdo a las posibilidades existentes.  
Por contra, gracias a la cobardía de unos y a la temeridad de otros – ambas interesadas en lo personal-  se optó por reducir el pacto a un drama antes que a una oportunidad, alimentando las vísceras de votantes y militantes adictas al todo o nada, y contribuyendo portentosamente a la idea de que cualquier pacto con el PP se convierte automáticamente en herejía. Las ideas fueron sustituidas por el ruido y el resultado ya es bien sabido. Con todo, la legislatura echará a andar. 
La correlación de fuerzas es la que es y los papeles ya están repartidos. Hay quien ofrecerá esperanza sin realidad. Son los que optan por la política del no, la que niega todo y a todos desde el frentismo irreverente porque no reconoce otra verdad más que la suya propia, ofreciendo un futuro poblado de significantes vacíos. 
Por otro lado, estarán aquellos que ofrecerán realidad sin esperanza. Son los mismos que piensan que mañana es solo otro nombre de hoy, y que la política no es sino el eufemismo de una áspera realidad inamovible , “un ruido de fondo al que la gente se acostumbra como a la información del tiempo”, que diría Manuel Jabois. 
Hace más de treinta años que el PSOE supo conjugar realidad y esperanza. Actualmente ese camino se encuentra huérfano. Quizá sea por eso que hoy, aunque todo el mundo reconoce su crisis, no hay nadie que piensa que han dejado de ser necesarios.  


 







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