El doble error de la Mesa del Tren

Una de las paradojas más llamativas de los últimos meses en Almería la encontramos en que, a pesar de estar cargada de numerosas y sólidas razones de base, la Mesa del Ferrocarril sigue siendo incapaz de generar una movilización popular lo suficientemente amplia como para ser considerada un verdadero elemento de transformación de la penosa realidad ferroviaria almeriense. No se trata ahora de entrar en guerra de cifras o en establecer dolorosas comparaciones con otros movimientos cívicos vistos en ciudades cercanas. Lo que llama la atención es ver que, a pesar de estar cargada de incontestables argumentos, la Mesa sólo es capaz de movilizar al reparto habitual de manifestantes. Ni más, ni menos. Y eso, en mi opinión, se debe a un doble error. 
El primero es circunscribir su impulso reivindicador a un ámbito tan concreto como el ferroviario, negándose a aprovechar el extraordinario apoyo mediático (a ver qué otra iniciativa ha contado con un respaldo editorial tan firme y unánime) para ampliar el radio de acción de su justa y necesaria queja. La sorprendente y contumaz miopía de no querer ver que el tren en tan sólo una parte de las carencias de una Almería que necesita también más y mejores colegios o más y mejores hospitales, tiene el coste de la irrelevancia cuando la acción de la Mesa se mide numérica y socialmente. 
Y el segundo error es la sorprendente atribución de representación en esa Mesa a administraciones como la Junta de Andalucía, cuya lista de agravios con Almería es casi más amplia que el número de asistentes movilizados por la Mesa. Ver a cargos de la Junta del PSOE de Sevilla aprovechándose de la invitación de la Mesa para dolerse de los incumplimientos del Gobierno central con Almería, obviando la larga lista de mentiras, retrasos y maltratos que sufrimos los almerienses desde hace décadas a causa de la desidia de sus señoritos de la Junta, produce un evidente efecto rechazo. Y es que no se puede aspirar a ser Canto General quedándose tan sólo en el compás del chacachá del tren.