Tango de tangos

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22:38 • 23 abr. 2017

En más de treinta ciudades del mundo se conmemoran estos días los primeros cien años de la creación de “La Cumparsita”, el considerado tango de tangos, que se estrenó el 19 de abril de 1917 en la Giralda, la confitería más famosa en aquel tiempo de Montevideo. Su autor fue un joven uruguayo, Gerardo Matos Rodríguez, de tan solo 19 años, que no escribía música, pero que con la ayuda de su hermana logró componer la partitura cuando la tuberculosis afectaba gravemente su salud.. Algunos años después,  los argentinos Pascual Contursi y Enrique Pedromarón pusieron letra a una de las composiciones que otro uruguayo francés, Carlos Gardel, convirtió en 1924 en un auténtico emblema de la historia musical del siglo XX. Unos versos borrachos de nostalgia, embriagados de melancolía y entregados al lamento del infortunio por el abandono amoroso, que han destacado sobre todos los títulos tanguistas y que han encontrado voz en renombradas figuras musicales de todos los tiempos.  Ninguna versión ha calado en decenas de generaciones con la intensidad y el sentimiento que posee la interpretada por Gardel, que la ha convertido en el tango más famoso de todos los tiempos. 
El centenario del estreno de “La Cumparsita” ha coincidido con el fallecimiento de la nonagenaria Ana María Martos Murcia, un prodigio de memoria y de mujer, y una de las dos hijas de Juan Alejo Martos, el ascensorista almeriense del hotel Waldorf Astoria de Buenos Aíres durante varios años del pasado siglo, residencia frecuente de Carlos Gardel. El octogenario paisano nos relató una tarde estival que durante su estancia bonaerense, cuando finalizaba su turno en el referido establecimiento hotelero, ya de madrugada, encontraba todas las noches frente al hotel a una hermosa y elegante joven apostada a una marquesina. La enigmática presencia femenina perduró varios años y la curiosidad del ascensorista le llevó a indagar acerca de la mujer. Tan solo supo que se llamaba Amanda. Meses después, aquella belleza porteña desapareció, mientras los titulares de los periódicos llenaban de luto la actualidad con la muerte de Gardel en accidente aéreo, en Medellín. Amanda fue una de las enamoradas admiradoras del Morochito de la calle Corrientes, y cambió su puesto frente al hotel donde residiera el primer cantor oficial de tangos por un  metro de suelo frente a su tumba, en el cementerio porteño de Chacarita. En aquel rincón del camposanto, velatorio permanente, decía Juan Alejo que se oía musitar a la triste mujer algunos versos de “La Cumparsita”: “Si supieras que aún dentro de mi alma/conservo aquel cariño que tuve para ti/ quién sabe si supieras/ que nunca te he olvidado/volviendo a tu pasado/ te acordarás de mí”. Cien años después, la composición de Gerardo Matos sigue siendo Tango de tangos.







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