No morder la mano que mece la cuna

“Casi dos años después de la inauguración de la variante de Albox, los escasos tres kilómetros que quedan por construir siguen esperando la llegada de las máquinas. Los últimos aplazamientos se suman a un historial de paralizaciones y retrasos kilométricos acumulados por esta infraestructura comarcal.” El periodista Guillermo Mirón resumía en su información, publicada hace unos días en LA VOZ DE ALMERIA, la situación actual de la famosa autovía del Almanzora, una carretera en la que la Junta de Andalucía está aplicando con una generosidad próxima al desparrame su contrastada capacidad de incumplir sus propios compromisos. De hecho, los más memoriosos recordarán que las primeras noticias sobre las obras de esta autovía (competencia, insisto, de la Junta) se remontan ¡a finales de los años ochenta!, lo cual la convierte en la actuación infraestructural más retrasada de la provincia de Almería. Ignoro si alguien estará planteándose alguna excursión reivindicativa o algún desplazamiento coral para dolerse por este asunto, pero en aras del necesario ahorro anticipo a los eventuales viajeros que, del mismo modo que son los gobiernos los que ponen o no ponen las vías de tren, también son los gobiernos (autónomos en algunos casos) los que ponen o no ponen los kilómetros de autovía prometidos. Y aquí es donde llegamos a la almendra mística del pantócrator del retablo informativo almeriense. ¿Cómo es que en la tierra en donde se miden y cuentan con minucioso compás los días sin obra del AVE no hay ábacos para fiscalizar estos otros retrasos? ¿Cómo que no hay plataformas, mesas, colectivos de pancartistas o clubes de viajeros capaces de protestar o animar a protestar por algo así? Tengo verdadera curiosidad por ver cómo se puede defender, por un lado, el silencio atronador ante este retraso, al mismo tiempo que la expresión doliente del agravio cuando se les dice -a todos estos colectivos- que actúan como sectarios que no se atreven a morder la mano que les mece la cuna.