Color, desierto y asfalto: la Ruta 66 a través de los ojos de Chema Artero

El fotógrafo almeriense recoge en una serie sus impresiones de la mítica carretera estadounidense

Chema Artero, en el Mustang con el que ha viajado por la Ruta 66.
Chema Artero, en el Mustang con el que ha viajado por la Ruta 66.
Evaristo Martínez
01:00 • 19 ago. 2017

Túneles de lavado para camiones monstruosos. Coyotes aplastados contra el pavimento como el antihéroe de los dibujos animados aunque con peor fortuna. Moteles de carretera con vistas a Monument Valley. Gasolineras destartaladas con surtidores a los que les queda un hálito de vida. Cafeterías decadentes con camareras que lucen su nombre en la solapa. Autobuses amarillos cargados de niños. Un universo iconográfico real sostenido sobre el imaginario del cine, la música y la literatura. Bienvenidos a la Ruta 66, la mítica carretera que une Chicago y Los Ángeles a través de casi 4.000 kilómetros. Un territorio que el fotógrafo Chema Artero (Almería, 1981) ha podido explorar este año y que le ha inspirado una serie de fotografías impregnadas de color, desierto y asfalto.




“Fue un viaje que surgió casi de repente, sin planear. Realmente no la hicimos entera, solo un tramo en el que atravesamos por tres estados”, explica.




De esta experiencia destaca la “sensación de libertad” que se puede experimentar conduciendo por “rectas que parecen infinitas”. Él lo hizo en un Ford Mustang con el que se desvió, como ya hacen todos excepto los más puristas, del trazado original de la ruta. “Hicimos una escapada a San Francisco, al Parque Nacional de Yosemite, a Las Vegas y al Gran Cañón”. 




Este itinerario es hoy tanto un símbolo como un reclamo comercial: su imagen más reconocible es ese escudo que reza ‘Route 66’, inevitable en camisetas, tazas y llaveros. “Hay muchas tiendas de recuerdos, sí, pero se mezclan con viviendas de gente que vive ahí, con ranchos. No iba buscando los rincones más típicos sino los que me llamaban la atención y me sugerían algo. Por ejemplo, un lavadero de camiones, un sitio donde los turistas no se van parar”.




Reconoce que las fotos de paisaje le cansan, de ahí que buscara otras inspiraciones. “Hay muchos bares que parecen abandonados, decrépitos, y luego están funcionando, al igual que las gasolineras. Todos parecen decorados que hubieran creado para algún rodaje pero te los encuentras así, tal cual. O esos moteles que vemos en el cine, con el recepcionista atendiéndote a través de una mampara de cristal”.




Estímulos visuales como los letreros “de todo tipo” que al estilo de los molinos de viento del Quijote marcan el paso y esa estética en la que los neones parecen emerger de la arena como supervivientes posapocalípticos. O la quietud de los parajes desérticos de Arizona, “tan parecidos a los de Almería”.




Con los cientos de imágenes con las que ha registrado este periplo por la Ruta 66, Chema Artero planea realizar una exposición. Una muestra con la que le gustaría traer a su ciudad parte del sabor norteamericano más universal. 





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